Primeras Veces

Capitulo 6

Me acosté en la cama, mirando el techo.  

Hacía unos días que no veía a Anthony porque habían terminado de turbar y vender el cacao en casa y cuando iba a verlo a la suya, o estaba en algún conuco o nadie sabía su paradero, lo que me hacia pensar en lo que dijo su madre.  

¿Y si cuando nadie sabía dónde estaba andaba con esa muchacha? Antes desaparecíamos juntos y andábamos el campo de arriba abajo ¿Y si ahora lo estaba haciendo con ella? 

Me puse de pie y salí de la habitación. Estaba pensando en tonterías Anthony es libre de hacer lo que le plazca con quien quiera y a mi no me debería de importar.  

Cuando entré a la sala vi a mi madre leyendo un libro. Parecía muy concentrada, pero de inmediato levantó los ojos, los dirigió hacia mi y algo debió de haberle dicho mi mirada porque dejó todo lo demás a un lado.  

-¿Te pasa algo Cristina?- palmeó el sofá junto a ella, así que fui y me senté allí.  

-No, mamá, Estoy bien ¿Por qué la pregunta?-  

-Bueno, no te vez tan feliz que digamos, además, estabas en tu habitación desde hace una hora cosa que no suele ocurrir muy a menudo. Vamos cuéntame que pasa.  

Me pasó la mano por la espalda, yo centré la mirada en el suelo y empecé a darme cuenta de que nunca había hablado con mi madre de algo personal, nunca le había contado una preocupación mía y mucho menos le había hablado de mis emociones, tal vez, porque aunque le echaba la culpa a mi padre de todo lo que pasó, sabía que ella lo había apoyado siempre y, vamos ¿Qué me garantizaba que no iría donde él a contarle lo que sea que le confiara?. 

Desconfiar de tus propios padres es una mierda.  

-Estoy bien- me puse de pie -solo necesito ir a dar una vuelta porque ya me estoy sintiendo sofocada aquí adentro-  

Le sonreí y salí de la casa.  

No tenía ningún plan o dirección en mente, solo vi el camino que se perdía entre árboles y empecé a seguirlo. El sonido de las hojas hacia el trayecto agradable y cada vez qué iba por un lugar empinado desde donde podía ver el paisaje a mi alrededor, me detenía a contemplarlo.  

Caminé muy lento por casi una hora y luego de haber subido unas veinte veces y haber bajado otras tantas me vi en el lugar que ya conocía.  

La lomita.  

Subí hasta el punto más alto y me quedé allí un buen rato, apreciando el mundo que se veía ante mis ojos. Siempre me ha parecido curioso como al cambiar de perspectiva las cosas también cambian.  

La casa de mis padres podría formar parte de ese gran paisaje que estaba mirando y sin embargo, cuando estaba en ella los arboles eran algo ordinario a lo que no le prestaba la menor atención, pero es ese momento estaba allí, sobre una montaña, viendo un montón de árboles ordinarios formar parte de algo extraordinario. Me preguntaba si con las personas pasaba lo mismo que con esos árboles, si viéndolos desde la perspectiva apropiada todos formábamos parte de algo extraordinario. 

Me recosté en el suelo y empecé a mirar a las nubes, no supe en qué momento mis ojos se cerraron, pero al abrirlos ya era de noche.  

Me senté rápido y un puñado de dolor me golpeó la cabeza. 

No tenía idea de la hora, pero por las estrellas que veía en el cielo y la oscuridad del lugar, podía intuir que no era temprano. Mis padres probablemente me estaban buscando o bien se abrían ido a dormir asumiendo que estaba en la habitación.  

Me rasqué la cabeza.  

Tenía que volver a casa, pero al mirar hacia el camino de vuelta, estaba todo muy oscuro y no era muy seguro ir por allí de noche cualquier resbalón podría mandarme al final de un precipicio. Pero ¿Qué otra opción tenía? porque quedarme allí y pasar la noche en medio de la nada con un frío y un hambre inimaginables no podía ser una.  

No era miedosa, nunca lo había sido y no lo sería en ese instante. 

Miré de nuevo el camino y me puse de pie.  

Ir de noche por un lugar oscuro, rodeada de árboles que adquirían forma tenebrosa al mirarlos mucho, no es una experiencia bonita de vivir, pero como bien dicen, no sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción.  

Ese fue el camino más largo de mi vida. En los lugares seguros iba rápido porque sabía que no había peligro, pero en cuanto me tocaba caminar por un camino que era inclinado o cuando sabía que iba cerca de un precipicio me tocaba caminar muy lento e ir agarrada de lo que tuviera más cerca.  

Al llegar a mi casa quise abrazarla y prometer que nunca más me iría de ella, pero además de que sabía que era mentira no tuve tiempo de actuar porque apenas puse un pie allí un montón de linternas me apuntaron a la cara cegándome y lo siguiente que supe fue que mi padre me estaba abrazando.  

-Gracias a Dios, estaba tan preocupado- sus acciones y sus palabras me dejaron sorprendida unos segundos. -¿Estás bien? ¿No te hiciste nada?- me miró de arriba abajo mientras lo preguntaba.  

-Estoy bien-  

Permanecí mirándolo y él a mí.  

Cinco segundos después salió mi madre junto a otras personas y las misma escena se repitió, aunque en ella no me sorprendió.  



#294 en Joven Adulto
#3985 en Novela romántica

En el texto hay: miedo, huir, amor amigos pasado

Editado: 24.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.