En el reino de **Sondria**, vivía una joven princesa llamada **Alisia**. Desde pequeña, Alisia había sido educada para ser una princesa ejemplar, siguiendo las reglas estrictas de su padre, el Rey **Ardan**, que veneraba a dioses falsos y exigía la misma devoción de su hija. Sin embargo, Alisia siempre sintió en su corazón un llamado diferente. Ella había descubierto la Biblia de su madre fallecida, la Reina **Liria**, y había encontrado consuelo en las palabras del único Dios verdadero.
Alisia no quería ser una princesa en una jaula dorada, siguiendo rituales vacíos. Ella soñaba con ser una guerrera, como su madre había sido en sus tiempos jóvenes. Una noche, Alisia decidió que no podía seguir viviendo una vida que no era la suya. Con valentía, empacó algunas pertenencias, incluyendo la Biblia de su madre, y se preparó para escapar del castillo.
La luna llena iluminaba su camino mientras Alisia se escabullía por los pasillos oscuros. Con el corazón acelerado y las manos temblorosas, logró llegar a los establos y montar a su fiel caballo, **Estrella**. Sin mirar atrás, cabalgó hacia la libertad, sin saber lo que le deparaba el futuro, pero segura de que estaba siguiendo el propósito que Dios tenía para ella. Luego cuando hiba entrando al bosque su caballo se asustó y salió corriendo dejándola sola ,
(el caballo no era tan fiel que digamos 😂)
(Horas después)
Alisia había escapado del castillo y ahora se encontraba en el denso bosque de **Eldoria**. Los árboles altos y las sombras espesas creaban un laberinto natural que parecía no tener fin. Con cada paso, Alisia se aferraba a la esperanza y a la fe en que Dios la guiaría por el camino correcto.
De repente, mientras atravesaba un claro iluminado por la luz del sol, vio algo que la dejó sin aliento. Un hermoso unicornio blanco estaba bebiendo agua de un arroyo cristalino. Sus ojos brillaban con una sabiduría ancestral y su presencia emanaba una paz inexplicable.
Alisia se acercó con cautela, y para su asombro, el unicornio levantó la cabeza y habló:
—Salve, princesa Alisia. He estado esperando este momento. Mi nombre es **Serafín**, y estoy aquí para ayudarte en tu búsqueda.
Alisia, sorprendida pero llena de gratitud, respondió:
—¿Cómo sabes quién soy? ¿Y cómo puedes hablar?
Serafín, con voz suave y melodiosa, dijo:
—Este bosque está lleno de magia, y yo he sido enviado para guiarte. Sé que buscas vivir una vida de verdad y servir al único Dios verdadero, al igual que tu madre, la Reina Liria. Ella era una guerrera noble y valiente, y tú tienes su espíritu. Juntos encontraremos la verdad y a aquellos que te amarán y te apoyarán en tu camino.
Alisia, con lágrimas de alegría en sus ojos, montó en el lomo de Serafín, quien la llevó con rapidez y gracia a través del bosque, hacia nuevas aventuras y descubrimientos
Alisia y Serafín avanzaron a través del bosque de Eldoria, guiados por una luz cálida que parecía emanar del propio unicornio. Después de varias horas de viaje, llegaron a un prado encantado, lleno de flores brillantes y árboles susurrantes. Allí, Alisia notó un resplandor dorado que se movía rápidamente entre las flores.
De repente, el resplandor se detuvo frente a ellos, revelando una pequeña hada con alas traslúcidas y un aura de magia pura.
—¡Bienvenida, Alisia!—dijo el hada con una voz melodiosa—. Mi nombre es **Luminia**, y he escuchado tus oraciones y deseos. Estoy aquí para ser tu amiga y ayudarte en tu viaje.
Alisia, asombrada por la belleza y la calidez de Luminia, sintió un alivio inmediato.
—Gracias, Luminia. Necesito toda la ayuda posible. Mi padre quería obligarme a ser algo que no soy, y quiero ser libre para seguir a Dios y vivir según Su voluntad, como lo hizo mi madre.
Luminia sonrió y extendió su pequeña mano hacia Alisia.
—No estás sola, querida princesa. Juntas, enfrentaremos cualquier desafío y encontrarás a las personas que te amarán por quien eres. Y recuerda, siempre estaré a tu lado.
Con la amistad y el apoyo de Serafín y Luminia, Alisia se sintió más fuerte y decidida que nunca. Sabía que Dios la había puesto en este camino por una razón y que, con fe y determinación, podría superar cualquier obstáculo. Y que además estos dos fieles amigos han sido obra de Dios , quien se los ah puesto en su camino.
Alisia, Luminia y Serafín continuaron su viaje en busca de un lugar donde Alisia pudiera vivir libremente y servir al único Dios verdadero. Un día, mientras descansaban junto a un claro en el bosque, apareció una mujer misteriosa. Vestía una capa oscura y sus ojos brillaban con una luz enigmática.
—Hola, viajeros—dijo la mujer con una voz suave y seductora—. He oído hablar de ti, princesa Alisia. Sé que estás buscando a alguien que te ame y te acepte por lo que eres. Permíteme ayudarte. Soy la bruja **Esmelda** y puedo concederte tu deseo más profundo.
Luminia y Serafín sintieron una mala vibra en el aire y se acercaron a Alisia con cautela.
—Ten cuidado, Alisia—susurró Luminia—. No creo que esta mujer tenga buenas intenciones.
Esmelda, con una sonrisa astuta, presentó un pergamino.
—Solo necesitas firmar este contrato, querida princesa. Te prometo que encontrarás a un príncipe que te ame y te respete , y serás feliz para siempre.
Alisia, aunque dudosa, anhelaba encontrar a alguien que la amara y aceptara su fe en Dios. Contra su mejor juicio y los consejos de sus amigos, tomó la pluma y firmó el contrato. En ese instante, una sombra oscura envolvió a Luminia y a Serafín, haciéndolos desaparecer.
—¡No!—gritó Alisia, dándose cuenta de su error—. ¡¿Qué has hecho?!
Esmelda rió con malicia.
—Has caído en mi trampa, princesa. Ahora tus amigos están bajo mi control. Pero no te preocupes, encontrarás a tu príncipe... si logras sobrevivir sin la ayuda de tus fieles compañeros. Jajajá (risa malvada).
La bruja hizo todo esto solo por quitarle la felicidad a Alisia .
Editado: 02.12.2024