Princesa De La Muerte

07 - Valery

Me dirijo hacia uno de los lugares vacíos cerca de la línea de salida de la carrera. El ambiente está cargado de expectativas y la adrenalina comienza a recorrer mi cuerpo. Me quito el casco y sacudo el cabello, dejándolo caer de un lado a otro antes de pasármelo con la mano para que se acomode. Dejo el casco sobre la moto después de bajarme de ella, y me acerco a Xavier, quien está con Marina, su novia y también encargada de dar la salida a los corredores en la línea de salida y meta. Saco un fajo de dinero del bolso y me acerco a pagar mi primera carrera.

-Hola -me saluda Xavier al verme. Se nota que ya ha comenzado a acomodarse en su rol, pero aún mantiene esa actitud relajada.
-¿Te apuntas en la primera de la noche? -pregunta, viendo cómo saco el dinero y asiento.

-¿Cuánto es? -le pregunto, mientras sigo mirando las apuestas y la gente que se empieza a juntar.

-Son 20 mil -responde-. La verdad es que la apuesta está más alta ahora...

Aparto la cantidad del fajo que necesito y se la doy, observando cómo Marina toma el dinero de él para guardarlo en un tarro con más dinero, muchísimo dinero. Me sorprende la cantidad de apuestas que circulan en este lugar, como si fuera lo más normal del mundo.

-¿Cuántos corren? -le pregunto, intentando mantener mi enfoque.

-10 -responde Xavier-. Vas a ocupar el lugar de siempre. Cuando dijiste que vendrías, lo aparté. Se lo he negado a varios que lo querían para correr esta noche.

Le sonrío de lado, agradecida por el gesto, mientras me siento más tranquila. Este es mi espacio, mi zona de confort.

-Gracias -le digo, asintiendo. -¿A qué hora empieza?

-Cuando tengamos 25 corredores -responde Xavier, recibiendo otro fajo de dinero de parte de una mujer que también va a correr-. Y a este paso, será en más o menos media hora.

Asiento, mentalmente preparando mi cuerpo para lo que está por venir. A lo lejos, veo el bullicio de la gente, el sonido de motores rugiendo y las apuestas cada vez más altas.

-Bueno, estaré por ahí bebiendo -le digo con una sonrisa ligera, sabiendo que el ambiente de la espera es más relajado, pero igualmente tenso.

-Si tomas de más, no te dejaré correr, Valery. Estás advertida -me dice Xavier, con una mirada algo seria, pero siempre con ese toque de preocupación que no puede evitar mostrar.

Respiro hondo y suelto un bufido, no entiendo por qué todos piensan que el alcohol me afecta rápido.

-¿Desde cuándo ves que el alcohol me golpee rápido? Lo soporto más que tú -le respondo, sin poder evitar una sonrisa burlona en mis labios.

Doy media vuelta para ir hacia donde venden las cervezas. No tengo tiempo que perder, la carrera comienza en menos de media hora, y tengo que mantener la calma.

-Solo te lo aviso -dice Xavier, y antes de que pueda responderle, ya estoy alejándome, en camino hacia el puesto de cerveza, con la mente enfocada en la carrera, pero sabiendo que la espera será la parte más difícil de todo.

Veinte minutos después, ya estoy tomando mi cuarta cerveza, la espuma ya se ha disipado en la botella, mientras espero que la carrera comience. El aire fresco de la noche se mezcla con el ruido de los motores que comienzan a rugir por toda la zona. Hay una sensación palpable de tensión en el ambiente. El sol ha desaparecido desde hace horas y la oscuridad envuelve todo, pero las luces de la calle y las motos iluminan el lugar, creando una atmósfera electrizante. Estoy sobre mi moto, sintiendo cada vibración del motor que recorre mi cuerpo. El rugido de los otros corredores también llega a mis oídos, y todo parece prepararse para la descarga de adrenalina que se avecina.

Marina se acerca a la línea de meta, dándome la señal de que la carrera está a punto de comenzar. La observo mientras se mueve con seguridad. Ella siempre tiene esa calma antes de cualquier cosa importante, pero sé que está tan lista como nosotros. Su mirada se cruza con la mía, y siento una pequeña sonrisa de complicidad en su rostro. Tiro mi botella de cerveza sin preocuparme demasiado por dónde caerá. Me acomodo en mi moto, ajustándome al asiento, sintiendo cómo se fusiona mi cuerpo con la máquina. He dejado mi bolso a Xavier para que no me estorbe durante la carrera, y al no necesitar casco, lo dejo a un lado. No hay nada que me estorbe, solo el rugir de mi motor y la emoción que se apodera de mí.

Enciendo la moto y escucho el rugido que me acompaña, ese sonido profundo que es como una extensión de mi cuerpo. La moto responde con cada toque que le doy. Mi mirada se fija en Marina, quien ahora está levantando un pañuelo blanco al aire. Todo se detiene en ese momento, como si el mundo entero estuviera esperando. Los motores de todos los corredores empiezan a rugir en un conjunto ensordecedor, y el mío se une al coro, como un latido que marca el comienzo de la carrera. Marina, con su pequeña camiseta blanca y su short de mezclilla, agita el pañuelo en alto, y el sonido de la multitud se mezcla con la sensación de que todo está a punto de estallar.

En cuanto baja su mano, la sacude de arriba a abajo varias veces, y el inicio de la carrera es oficial. Sin perder ni un segundo, suelto el freno y la moto sale disparada hacia adelante, pasando justo al lado de Marina. Ella sigue sacudiendo el pañuelo en el aire mientras mi moto ruge con fuerza. De inmediato tomo la delantera, con tres corredores pegados a mis costados. El viento golpea mi rostro y mi pelo se mueve al ritmo de la velocidad, y todo a mi alrededor se convierte en una mezcla borrosa de luces, sonidos y vibraciones.

La adrenalina recorre mi cuerpo, llenándome de energía, como una descarga eléctrica que hace que todo lo demás desaparezca. Acelero sin pensarlo, levantando ligeramente la llanta delantera de la moto. El motor ruge más fuerte, siento cómo mi corazón late más rápido y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Es una sensación que no se puede describir con palabras, solo se puede sentir. No hay nada que me importe más en ese momento que la carretera delante de mí, la velocidad, el viento, la moto. La carrera no es sobre dinero para mí. Nunca lo ha sido. Mi trabajo me da todo lo que necesito, y más. La razón por la que estoy aquí es por esa sensación de libertad, por la adrenalina que corre por mis venas y por el reto que cada carrera representa.




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