Princesa De La Muerte

09 - Valery

"El amor y el dolor son cartas con la misma fecha de entrega"

Dos meses.

Dos malditos meses ha estado jodiéndome.

¿Es en serio? ¿No tiene nada mejor que hacer?

Estoy cansada. No, harta. Desde que este puberto apareció en mi vida, no he tenido un solo respiro. Es como una sombra pegajosa que se aferra a mí sin importar cuánto intente deshacerme de él.

-Y así fue como le dije a mi abuela que no quería a la chica que me metía hasta por donde no entra la luz -concluye su historia con tono divertido.

Fuerzo una sonrisa, pero no estoy escuchando. En realidad, no he estado escuchando nada de lo que ha dicho en los últimos minutos. Ya sé cómo funciona esto: él habla, yo finjo que lo escucho y él sigue hablándome como si nada.

Ha estado siguiéndome de un lado a otro durante dos meses.

¿Y por qué no lo corro? Oh, ya lo intenté. De todas las maneras posibles.

Lo ignoré. Lo insulté. Lo amenacé. Hasta le dije que me dejaría llevar por la violencia si seguía persiguiéndome.

Pero nada.

El cabrón sigue aquí, pegado a mí como un chicle derretido en el pavimento en pleno verano.

Empiezo a pensar que es masoquista.

¿Erick?

Se disculpó conmigo, sí, pero nada volvió a ser como antes. De hecho, es peor.

Apenas hablamos. No sé si por su orgullo herido o porque simplemente ya no le interesa. O quizás porque el puberto no me deja ni un segundo a solas.

De las zorras ni hablar. Me han estado evitando, y gracias a Lucifer por eso. No quiero saber nada de ellas.

Estoy sacando mis cosas del casillero, lista para irme a casa. Esta noche tengo una carrera programada. Xavier me pidió que corriera porque, bueno... soy su apuesta segura.

Mientras meto mis libros en la mochila, el puberto se coloca a mi lado.

-Oye -dice, como si no lleváramos todo el día juntos.

-¿Qué? -respondo sin mirarlo, aún concentrada en guardar mis cosas.

Hoy llevo un jeans azul rasgado en las rodillas y muslos, una camisa negra de manga larga ombliguera y unos tenis blancos. Comodidad ante todo.

-¿Me acompañarías a un sitio esta tarde?

Ruedo los ojos. ¿Otra vez con lo mismo?

-No -respondo sin dudar-. Tengo planes. A la próxima, puberto.

Cierro el casillero con fuerza y me dirijo al estacionamiento.

Pero, como siempre, él me sigue.

-¿Lo prometes?

Me detengo un segundo junto a mi moto: una Aprilia RSV4 Factory APRC 2012, color amarillo brillante.

¿Por qué sigue insistiendo? ¿No se aburre? ¿No se da cuenta de que nunca va a pasar lo que él quiere que pase?

Le doy largas porque es más fácil que discutir, pero sabemos que no va a ocurrir.

Suspiro, fastidiada.

-Sí, puberto, lo prometo -miento sin esfuerzo.

Me coloco el casco, me subo a la moto y arranco sin mirar atrás.

Llego a casa y me cambio de ropa.

La noche está perfecta para correr.

Abro mi armario y escojo algo cómodo y llamativo: una camisa blanca ombliguera, un short negro y una camisa de manga larga a cuadros rojo y negro, que me llega hasta la mitad del muslo.

Reviso mis bolsillos: dinero, teléfono... listo.

Tomo mi casco y salgo al garaje.

Ahora solo queda elegir la moto adecuada.

Mi mirada recorre cada una de ellas. Me tienta usar la Aprilia de nuevo, pero esta noche necesito algo diferente. Algo que me dé la ventaja desde el primer segundo.

Sonrío.

La Kawasaki Ninja 650, color verde. Perfecta.

La enciendo, escucho el rugido del motor y me acomodo sobre el asiento.

Ahora sí.

Acelero y me dirijo al punto de encuentro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.