"Cuando por fin encontré algo que me importa...
No lo perderé a la primera"
Estoy en mi cuarto, acostado en la cama, con un brazo sobre los ojos y el otro apoyado en mi abdomen. Mi respiración es tranquila, pero mi mente está lejos de encontrar paz.
No puedo dejar de pensar en ella.
En lo dulce que saben sus labios.
En la manera en que su cuerpo se amoldaba al mío cuando la tenía cerca, en cómo su respiración se mezclaba con la mía.
En lo jodidamente perfecta que se sintió esta madrugada.
Cierro los ojos, dejando que los recuerdos me arrastren de nuevo. Puedo verla ahí, con esa mirada desafiante, esa actitud de "no me importa" que me saca de quicio... y que, sin embargo, me tiene completamente atrapado.
Lo supe desde hace tiempo, pero ahora es diferente. Ahora es real.
La quiero.
Y no pienso rendirme tan fácil.
El sonido de mi teléfono rompe el silencio del cuarto, sacándome de golpe de mis pensamientos.
Frunzo el ceño y estiro la mano para tomarlo de la mesa de noche.
Pantalla iluminada. Número desconocido.
Un mal presentimiento se instala en mi pecho.
Dudo por un segundo antes de abrir el mensaje.
Desconocido:
"Me alegró verte de nuevo... Terminaré lo que empecé tarde o temprano."
(05:23 am)
Mis ojos se clavan en la pantalla.
Mi respiración se ralentiza.
Junto al mensaje hay una foto.
Una foto mía.
Estoy junto a mi moto.
Anoche.
Un escalofrío me recorre la espalda, erizándome la piel.
Alguien estuvo ahí.
Alguien me estuvo observando.
La incomodidad se convierte en algo más denso, algo que se hunde en mi estómago como una piedra. No es solo una advertencia. Es una amenaza.
Mierda.
La palabra escapa de mis labios en un susurro apenas audible.
Me levanto de golpe, con el pulso acelerado.
Camino hasta el baño y abro la llave de la ducha, dejando que el agua caliente comience a correr.
Entro bajo el chorro, inclinando la cabeza hacia adelante mientras el agua cae sobre mí, tratando de despejar el nudo de pensamientos en mi cabeza.
¿Quién envió ese mensaje?
¿Por qué ahora?
¿Qué carajo significa "terminaré lo que empecé"?
El agua caliente resbala por mi piel, pero no logra relajarme. Mi mandíbula está tensa, mis músculos rígidos.
No puedo ignorarlo.
No puedo hacer como si nada.
Alguien está observando.
Y quiere algo.
Y si cree que voy a quedarme de brazos cruzados, no me conoce en lo absoluto.
(...)
Lunes, al fin.
La mañana se siente rara. El sol no es más que una tenue promesa en el cielo, pero mi mente está ocupada con algo más importante.
Hoy, por fin, voy a ver a Valery. Después de todo lo que pasó el fin de semana, no sé qué esperar. ¿Habrá cambiado algo entre nosotros? ¿Seremos los mismos de antes? Las preguntas me rondan la cabeza mientras salgo de la casa y camino hacia el auto.
La amenaza aún está fresca en mi mente, pero lo que realmente me preocupa es cómo nos afectará a ambos. No puedo dejar de pensar en cómo ella reaccionó cuando me besó, y en lo que eso puede significar. Pero trato de no dejar que mis pensamientos se apoderen de mí. No sé si lo que hicimos fue un error, o si, tal vez, estamos simplemente comenzando a vernos de otra manera.
Qué ella esta empezando a verme de otra manera. Y joder, ojalá que así sea.
Con esos pensamientos nublando mi mente, conduzco hacia la universidad, tratando de concentrarme en la carretera, pero mi mente se escapa constantemente hacia ella. La imagen de sus labios, su sonrisa, cómo se sonrojó la última vez que estuvimos cerca... todo eso se repite una y otra vez.
Estaciono el auto en el lugar de siempre, y al salir veo algo que me hace detenerme en seco: una moto estacionándose cerca. Y sé, en cuanto veo ese casco, que es Valery.
La observo mientras se quita el casco. Su cabello rubio cae desordenado alrededor de su rostro, una imagen que me parece más atractiva de lo que debería.
Valery siempre me ha tenido desconcertado, pero ahora, tras lo que pasó, es como si todo lo que pensaba que sabía sobre ella se hubiera desmoronado.
Me acerco a ella sin pensarlo dos veces.
-Hola, Valery -la saludo, sonriendo ampliamente.
Ella me mira de reojo y, al instante, un pequeño brillo se asoma en sus ojos. Lleva un jeans azul liso que le queda perfectamente, una camiseta de cuello redondo que es lo más simple y casual, pero al mismo tiempo me resulta increíblemente atractiva. Sus tenis blancos con negro completan el look, y todo en ella parece tener esa simplicidad tan suya, pero a la vez tan cautivadora.
-Hola, puberto -responde con una ligera sonrisa, pero lo noto un poco diferente, más... relajada, tal vez.
Me acerco un poco más, sin querer perder la oportunidad de acercarme a ella.
-¿Qué te pasa? -pregunta, pero esta vez parece menos molesta y más curiosa.
No sé qué me pasa, pero no puedo dejar de sonreír. En parte por lo inesperado de la situación y en parte por lo que acaba de suceder entre nosotros. Me acerco aún más, hasta que nuestros rostros casi se rozan, el aire entre nosotros se vuelve más denso, cargado de algo que no puedo definir.
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Editado: 16.05.2025