La veo entrar a su clóset y me quedo inmóvil, con la mirada fija en el punto donde estaba hace un segundo. La realidad de todo me golpea de golpe: soy importante para ella. No es solo mi imaginación o un deseo sin fundamento. Ella realmente se preocupa por mí, y eso es suficiente para que mi pecho se llene de una calidez que no puedo explicar.
Pero no es suficiente. Quiero más.
Desde que la conocí, Valery ha sido un misterio, una tormenta de emociones escondidas tras una fachada de indiferencia. Pero yo la he visto sonrojarse, reír cuando cree que nadie la mira, mirarme con esa intensidad que me hace cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor. Y ahora lo entiendo.
No puedo seguir callando lo que siento.
Cuando sale del clóset, con su pijama rosa y el cabello desordenado, siento que el aire se vuelve denso. Es tan hermosa que duele. Me observa con curiosidad, sin saber lo que estoy a punto de decir.
-Valery... -su nombre sale de mis labios antes de poder detenerlo.
Ella frunce ligeramente el ceño, esperando que continúe.
-¿Qué?
Tomo aire, pero mi corazón sigue golpeando contra mi pecho con fuerza. Esto es una locura. Pero ya no puedo detenerme.
-Me gustas.
Silencio.
Su mirada se clava en la mía, leyendo cada parte de mí, explorando cada emoción sin decir una palabra. Por un momento, me pregunto si lo he arruinado todo.
Y entonces se acerca.
Mis pensamientos quedan en blanco cuando sus labios rozan los míos en un beso lento y profundo, un beso que me deja sin aliento. Es como la noche en la playa, pero más intenso. Más real. Como si no existiera nada más en este mundo excepto nosotros dos.
Cuando se aparta, mis pulmones queman por la falta de aire, pero no me importa. La miro, tratando de descifrar qué está pensando, pero ella solo susurra:
-Duérmete.
La risa se escapa de mis labios antes de poder evitarlo.
-¿De verdad crees que puedo dormir después de esto?
Con un movimiento rápido, me inclino sobre ella, atrapándola bajo mi cuerpo. Sus ojos se abren un poco más, pero no se aleja. En su lugar, sonríe con diversión. Su mirada brillante de una forma que hace que mi garganta se apriete.
-¿En serio quieres jugar así? -murmura, con una chispa de desafío en su voz.
-Sí -respondo sin dudar, y la beso de nuevo.
Su reacción es inmediata. Se aferra a mis hombros, sus uñas se clavan ligeramente en mi piel, como si temiera que desapareciera. Y la entiendo, porque yo siento lo mismo.
Nunca antes había sentido algo tan fuerte, tan irrefrenable. Es como si Valery fuera la única persona capaz de anclarme a este mundo. Como si sin ella, todo perdiera sentido.
De repente, se mueve con rapidez y en un instante, soy yo quien queda debajo.
-Vaya... -susurro, sin dejar de mirarla.
Valery se inclina sobre mí con una sonrisa victoriosa y me besa de nuevo, lenta, pausadamente, como si quisiera memorizar cada detalle. El tiempo se detiene mientras nuestros labios se encuentran una y otra vez, hasta que la necesidad de respirar nos obliga a separarnos.
-Duérmete -dice de nuevo, pero esta vez su voz es más suave, casi un susurro.
Se acomoda en la cama, dándome la espalda, pero no la dejo ir. Me muevo detrás de ella y la rodeo con mis brazos, acercándola más a mí.
Mis labios rozan su cuello, y entonces lo pregunto:
-¿Quieres ser mi novia?
Siento su respiración detenerse por un segundo.
El silencio se alarga, y por un momento creo que he cometido un error. Pero entonces, apenas perceptible, ella asiente con la cabeza.
Un suspiro de alivio se escapa de mis labios y la abrazo con más fuerza, sin poder contener la sonrisa que se extiende por mi rostro.
-Buenas noches, princesa -murmuro, dejando un beso suave en su hombro.
-Buenas noches, puberto -susurra ella, aferrándose a mi brazo.
Cierro los ojos, aún sonriendo como un idiota.
Si esto es un sueño, no quiero despertar nunca.
Y sí esto es un sueño, y alguien se atreve a despertarme. Lo mataré.
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Editado: 16.05.2025