Princesa De La Muerte

20 - Valery

"Yo no olvido a la gente que ha sido buena conmigo...
Pero a la que ha sido cabrona, menos"

La calidez de su cuerpo es lo primero que siento al despertar.

Su respiración es pausada, tranquila, un ritmo sereno que se mezcla con el suave latir de su corazón. Permanezco quieta por unos segundos, disfrutando la sensación de estar entre sus brazos, protegida, como si el mundo entero no existiera fuera de este momento.

Pero algo en mi interior se remueve.

Me giro con cuidado, sin querer despertarlo. Quedamos frente a frente, a centímetros de distancia. Su rostro relajado, con esas facciones que tantas veces he observado, me hace sonreír.

Llevo una mano a su mejilla y la acaricio con la punta de mis dedos, con la suavidad de quien toca algo demasiado preciado. Él suspira levemente en sueños, como si mi tacto llegara hasta sus pensamientos.

Me inclino, dejando un beso ligero en sus labios.

Pero la inquietud sigue ahí.

Siento el peso de lo desconocido oprimiéndome el pecho. Algo me dice que debo saber más, que hay sombras ocultas tras sus ojos cuando está despierto, que hay un peligro que se cierne sobre él y que no puedo ignorar.

Respiro hondo y cierro los ojos.

-Tengo que saberlo... -susurro contra su piel antes de apoyar mi cabeza en su pecho.

Y entonces, el mundo a mi alrededor desaparece. Mi mente se abre, y los colores tras mis párpados empiezan a filtrarse por mis ojos cerrados arrastrándome hacia donde quiero.

" Frío.

El aire es denso, pesado.

Estoy en un callejón estrecho, apenas iluminado por el tenue reflejo de las luces lejanas de la ciudad.

Pisos de concreto húmedo, paredes manchadas por el tiempo y la suciedad, el olor metálico de la sangre impregnando el ambiente.

El sonido de pasos apresurados resuena con eco entre las paredes.

-Corre.

El pensamiento no es mío, pero lo siento tan fuerte como si lo fuera.

Adeus corre.

Su respiración es agitada, sus manos rozan los muros a medida que avanza, su sombra se estira deformada bajo la luz intermitente de un viejo farol. Sus latidos resuenan en mis oídos, rápidos, ansiosos, desesperados.

Alguien lo persigue.

El terror en sus ojos me paraliza.

La angustia se cuela en cada fibra de su ser mientras gira por una esquina, su cuerpo empapado de sudor y adrenalina.

Pero entonces, un disparo rompe la noche.

El estruendo hace temblar el suelo.

Adeus se desploma.

Un grito ahogado escapa de su garganta cuando cae de rodillas, una mancha oscura extendiéndose por su tobillo. El dolor lo sacude, su respiración se vuelve errática. Se aferra al suelo con las manos, tratando de moverse, de alejarse, pero su cuerpo no responde como quiere.

-No... no puede terminar así... -su pensamiento me atraviesa como un puñal.

Pero el sonido de tacones golpeando el concreto interrumpe su lucha.

Alguien se acerca.

Una silueta femenina emerge de la oscuridad, su andar es pausado, su presencia letal.

Cuando la luz la ilumina, veo su cabello rojo cayendo en ondas sobre sus hombros. Sus ojos reflejan una frialdad inquietante.

El arma en su mano brilla bajo la tenue luz.

-Te dije que te encontraría -su voz es suave, casi melódica, pero con un filo que corta el aire.

Adeus intenta moverse, pero el dolor lo mantiene en el suelo. La sangre sigue fluyendo, tiñendo sus manos cuando se aferra a su pierna herida.

-Por favor... -su voz es apenas un susurro-. No lo hagas.

La mujer ladea la cabeza, como si estuviera disfrutando el momento.

-Dame una razón válida.

El clic del seguro al quitarse resuena con un peso abrumador.

Adeus traga saliva. Sus labios tiemblan. Sus ojos, sin embargo, se aferran a una única verdad.

-Mañana tengo una cita con Valery.

Mi pecho se aprieta.

Las lágrimas brotan de mis ojos antes de que pueda detenerlas.

-¿La chica con la que te mantienes? -pregunta la mujer con una ligera duda en su tono.

-Sí... sí, ella.

Adeus respira con dificultad, su voz se quiebra, pero hay algo inquebrantable en su mirada.

-Solo déjame...

La mujer lo interrumpe.

-¿Por qué ella?

El silencio se estira entre ambos.

Él cierra los ojos por un segundo. Cuando los abre, su voz suena más firme que nunca.

-Porque la amo.

Un latido.

Dos latidos.

El aire se vuelve más espeso.

-Lástima... -murmura la mujer con una indiferencia escalofriante-. Tendrá que recoger tu cuerpo.

El sonido del disparo resuena como un trueno. "

Un grito desgarrador rompe el silencio de la habitación.

-¡Nooooo!

Mi voz se quiebra en mi garganta, el dolor es tan real que siento como si hubiera sido yo quien recibió el disparo.

Abro los ojos de golpe, el pecho subiendo y bajando frenéticamente.

-Ey, princesa... -La voz de Adeus me arrastra de vuelta. Sus manos me sostienen con urgencia, su rostro refleja preocupación-. Tranquila, fue una pesadilla.




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