Princesa De La Muerte

24 - Adeus

Pasé la mayor parte de la mañana intercambiando mensajes con mi hermano, asegurándome de que arreglara el jardín de nuestra casa para la cita con Valery. Quería que todo saliera perfecto, sin ningún tipo de contratiempos. Sabía lo importante que era este momento y no iba a permitir que nada lo arruinara.

Ahora íbamos de camino y solo esperaba que Mikhail hubiera terminado con todo antes de que llegáramos. Conociéndolo, seguro se habría tomado su tiempo para dejar cada detalle a la perfección.

Después de varios minutos conduciendo, vi cómo Valery pasaba frente a mi auto y, de repente, tomaba un desvío inesperado. Fruncí el ceño, siguiéndola sin cuestionarlo demasiado. La conocía lo suficiente para saber que si hacía algo así, tenía sus razones.

Llegamos a su casa y observé cómo aparcaba su moto con rapidez antes de bajarse. Yo salí del auto y me acerqué a ella, pero antes de que pudiera decir algo, se giró hacia mí con prisa en su expresión.

-Me voy a cambiar y dejaré la moto. Iré contigo en el auto -dijo de manera apresurada antes de desaparecer en el interior de su casa.

Parpadeé un par de veces, sorprendido por su actitud. No era común que actuara con tanta prisa. Algo en su comportamiento me pareció extraño, pero decidí no pensar demasiado en ello.

Aproveché la espera para sacar mi teléfono y enviarle un mensaje a Mikhail, asegurándome de que todo estuviera en orden.

Tú:
¿Ya está todo listo?
(03:24 pm)

Mikhail:
Sí, lo está...
(03:28 pm)

Mikhail:
No te preocupes. Solo termino unos detalles en el jardín y me voy.
(03:29 pm)

Tú:
Muchas gracias... Tienes unos minutos más. Pasamos por su casa y ahora se está cambiando.
(03:29 pm)

Tú:
Más te vale que todo salga bien.
(03:30 pm)

Mikhail:
Yo también te quiero, hermanito...
(03:34 pm)

Mikhail:
Y sí, todo saldrá como lo pediste. Ahora déjame terminar o cuando llegues no estará listo.
(03:35 pm)

Tú:
Bien...
(03:36 pm)

Tú:
Gracias. Nos vemos luego.
(03:36 pm)

Guardé el teléfono y revisé un par de cosas más mientras esperaba. Había un ligero nerviosismo en mi interior. No porque dudara de que la cita saldría bien, sino porque Valery significaba más para mí de lo que estaba dispuesto a admitir en voz alta. Quería verla feliz, quería hacerla sonreír y, sobre todo, quería demostrarle cuánto me importaba.

El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos.

-Lista -escuché su voz, y cuando alcé la mirada, me quedé sin palabras.

Mi mente se quedó en blanco por un segundo, procesando lo que veía.

Valery se veía increíblemente hermosa.

Llevaba un vestido blanco con detalles celestes, un diseño elegante pero con un toque juvenil que realzaba cada parte de su figura de una manera sutil. El vestido carecía de escote, lo que le daba un aire de inocencia y delicadeza, pero al mismo tiempo, el ajuste de la tela dejaba claro que era una mujer segura de sí misma. La falda llegaba a la mitad de sus muslos, con un cuello de tortuga cerrado que le daba un aspecto sofisticado. Sobre su pecho, un encaje en forma de flor celeste adornaba el diseño, agregando un toque artístico y femenino. La espalda del vestido contaba con encaje transparente, revelando un atisbo de piel de forma elegante.

El borde de la falda tenía un delicado patrón de encaje celeste, creando pequeñas ondas alrededor de todo el contorno. Sus piernas, estilizadas por los tacones color crema de punta fina, se veían aún más largas.

No podía apartar la mirada.

-Te ves hermosa -dije finalmente, guardando el teléfono y enfocándome completamente en ella.

Valery se sonrojó al instante y desvió la mirada, incómoda con mi admiración.

-Quise ponerme algo adecuado para nuestra cita -murmuró, sin atreverse a mirarme directamente.

Sonreí con ternura y me acerqué a ella, tomando su rostro con delicadeza entre mis manos.

-Estás hermosa -repetí en un susurro, y sin dudarlo más, acerqué mis labios a los suyos.

El beso fue lento, profundo, cargado de emoción. Sentí cómo Valery relajaba su cuerpo contra el mío, sus manos subiendo hasta mi nuca. Cuando sus dedos se enredaron en mi cabello y tiraron suavemente de él, un escalofrío recorrió mi espalda.

Nos separamos por un instante, y sus ojos se clavaron en los míos con intensidad.

-No sé cómo lo hiciste, Adeus Shalow... pero te amo -susurró, con una sinceridad que me hizo contener el aliento.

Mi corazón dio un vuelco.

Antes de que pudiera responder, ella volvió a besarme, esta vez con más pasión.

Su lengua rozó la mía en un juego pausado, explorándonos sin prisas. Mi agarre en su cintura se intensificó, acercándola más a mí mientras correspondía con la misma intensidad.

El mundo alrededor se desvaneció.

No había autos, ni ruido, ni personas. Solo estábamos ella y yo, enredados en un beso que parecía desafiar el tiempo.

Cuando la falta de aire nos obligó a separarnos, ambos respirábamos con dificultad.

-Yo también te amo -murmuré contra sus labios.

Valery sonrió, sonrojándose aún más, antes de abrazarme con fuerza.

Me aferré a ella de la misma forma, disfrutando de la calidez de su cuerpo contra el mío. Nos quedamos así, sin hablar, solo sintiendo el latido acelerado de nuestros corazones.

-¿Nos vamos? -murmuró sin separarse de mí.

Asentí y tomé su mano.

Nos soltamos lentamente antes de subir al auto, listos para nuestra cita.




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