Princesa en tiempos de hambre

Capítulo 4

—Disculpe señora Margaret ¿Cómo se refirió acerca de la señorita?— pregunto Benjamín enojado, era la tercera persona que se atrevía a faltarle el respeto en la noche, definitivamente esa humilde muchacha no tenía la mejor de las suertes o quizás en este pueblo todos eran unos maleducados.

—Príncipe Benjamín, qué vergüenza con usted. Yo no me percaté que estaba acá, discúlpeme, no fue la manera correcta en referirme a la muchacha.

—No se preocupe señora, creo que con quién debería disculparse es con ella.

—¡Eso jamás!— expresó ella ofendida, de ninguna manera le pediría disculpas a alguien inferior.

—No le estoy preguntando, es una orden. Discúlpese con la señorita— Perla observó la escena maravillada, no podía creer que finalmente alguien se hubiese atrevido a poner a su madre en su lugar, esto era digno de grabar.

Se lamentó por haber dejado su celular en casa y no poder inmortalizar este hermoso momento.

—Su alteza yo no voy a hacer algo así, entiendo lo que hice pero de ninguna manera pediré disculpas a una persona inferior a mí.

—Si usted no obedece lo que le estoy diciendo. Lo tomaré como una ofensa y desacato a mi autoridad, así que hágalo, es una orden o de lo contrario haré que mis hombres la lleven a pasar una noche en el calabozo, si así lo desea, porque no permitiré que nadie… ¿Cuál fue la palabra que usted utilizó hace un momento? Si, ya recuerdo, inferior a mí, se atreva a desautorizarme.

Margaret Montalvez jamás había sido tan humillada cómo lo estaba haciendo el príncipe. A ella le resultaba inaudito que se atreviera hacerla pedir disculpas, todos los presentes la observaban y eso era lo que más le molestaba, que el pueblo fuera a ser testigo de toda la humillación por la que estaba pasando, gracias a la inútil de Aleuzenev Pérez, se prometió justo en ese momento hacerle la vida de esa muchachita miserable, por esa semejante vergüenza, pero tuvo que tragarse su orgullo y obedecer o de lo contrario terminaría en un asqueroso calabozo.

—Disculpa Aleuzenev. No fue mi intención llamarte de esa forma tan despectiva.

 Aleuzenev estaba en shock, no podía creer lo que un título podía obligar a los demás hacer, por primera vez comprendió la importancia de los cargos políticos, en este caso el de un monarca, sonrío y disfruto por una milésima de segundo lo que estaba presenciando y finalmente dijo “Disculpa aceptada” para terminar con su pequeño momento de Gloria.

—Con su permiso su alteza, voy a buscar a mi marido— la Sra. Montalvez se perdió entre los presentes y Perla no podía ocultar la alegría que sintió de ver como su madre finalmente había recibido una cucharada de su propio jarabe.

—Bueno creo que no es momento para seguir amargando más la noche, disfruten todos de lo que queda de velada y señorita Aleuzenev, asegúrese de no meterse en más problemas— el príncipe se marchó con sus hombres a cerciorarse personalmente de que liberaran a los encarcelados…

—Amiga no puedo creer todo esto, que noche tan divertida hemos tenido hoy, ha sido todo como una película— Perla estaba emocionada por todo lo que había ocurrido y no podía disimularlo.

—Aleuzenev ¿Estás bien?— Laila llegó corriendo acompañada por unas amigas— Escuché que te habías peleado con un agente ¿Acaso estás demente? van a encarcelarte si vuelves a hacer algo así— ella estaba alterada por las locuras de su hermana.—¿Que te pasó en el rostro?— la jovencita quedó en shock al ver el rostro de su hermana, tendría mucho que explicar cuando volvieran a casa.

*** 

La mañana siguiente Aleuzenev despertó con un dolor infernal en el rostro, bajó a desayunar para poder irse al trabajo y su madre se encontraba alistando todo.

—Mi amor ¿Cómo éstas?— preguntó al ver el rostro inflamado de su hija—No puedo creer que ese animal te haya golpeado de esta manera, mira cómo te dejo mi niña, ponte unos pañitos con agua quizás eso ayude a bajar la inflamación. 

Ale estaba preocupada de que quizás pudiesen despedirla por el espectáculo que había hecho el príncipe por defenderla, recordaba a Benjamín y no podía evitar sentir algo en su estómago, él había sido muy caballeroso con ella, tenía muchas dudas respecto de él, porque sabía y conocía perfectamente todos los actos descabellados de su padre, le resultaba increíble que ellos dos tuviesen algún parentesco, pero enseguida se repitió que no podía dejarse llevar por una primera impresión.

Quizás él sólo había querido ser cortés con todos los presentes, quizás él sólo había intentado no actuar de manera e irrespetuosa con ella, para enmendar de alguna manera la mala fama de su padre. Sí, eso seguramente debió haber sido, porque no podía explicar cómo era posible que un hombre con tanto poder se hubiese conmovido por una mujer como ella, conocía perfectamente los niveles sociales en los que se encontraban de diferencia y sabía que si alguien como la Sra. Montalvez podía respetar de esa forma a un hombre como el príncipe, el a ella fácilmente podría destruirla.

***
Aleuzenev llegó muy temprano a la finca como de costumbre, se sorprendió al ver a la Sra. Montalvez en la puerta esperándola, palideció enseguida porque sabía que seguramente esta iba a despedirla, iban a echarla como un perro por la vergüenza que había vivido el día anterior.

—Buenos días— saludó ella con miedo y está les sonrío con malicia.

—¿Te atreves a venir después del bochornoso momento que me causaste ayer?

—Bueno, aquí trabajo— se defendió.

—Puede que el príncipe haya sido condescendiente contigo, pero de una vez te digo que yo no voy a permitir que tú, ni nadie, se atreva a ridiculizarme delante de todos, quiero que te vayas de mi finca y que nunca vuelvas a pisar mi casa. Aléjate de mi hija, porque nunca más quiero ver tu patético rostro o te aseguro que me inventaré cualquier excusa para que te aprisionen de una buena vez y dejes de estar causando tantos problemas… ¡Largo de mi casa!




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