Princesa Helix - Highrise

Parte 4

Rigoberto sentía el latido de un corazón que no era suyo, un pulso delicado y constante bajo la piel suave de Princesa Helix. Parpadeó varias veces, tratando de convencerse de que todo era un mal sueño, pero los colores vibrantes, las texturas, los sonidos digitales a su alrededor seguían allí, más reales que nunca.

La plaza virtual hervía de gente. Avatares caminaban, charlaban, bailaban, sin percatarse de que él —ahora ella— estaba atrapado. Cada paso, cada respiración, se sentía tan auténtico que era imposible negar la verdad.

Rigoberto intentó cerrar sesión mentalmente. Intentó forzarse a despertar, a mover su cuerpo real, pero no había respuesta. Solo sintió el roce del vestido azul contra sus piernas, el leve peso de la tiara sobre su cabeza, y las pulseras de perlas en cada brazo, que tintineaban cada vez que se movía.

—No puede ser —dijo en voz alta, y se estremeció al escuchar la voz aguda y melodiosa de Princesa Helix salir de sus propios labios.

Caminó tambaleante hacia un rincón de la plaza, donde un banco de piedra virtual estaba casi desocupado. Se sentó, respirando hondo, intentando analizar la situación.

—Piensa… piensa —se repetía.

Nadie parecía notar su pánico. Para todos los demás, ella solo era otra jugadora roleando a una princesa.

Un aviso del sistema apareció frente a sus ojos:

> Bienvenida, Princesa Helix. Modo inmersivo activado.

—¿Modo… inmersivo? —leyó Rigoberto, con el estómago encogiéndosele.

¿Sería un fallo? ¿Un hackeo? ¿Un experimento? No tenía ni idea, pero lo cierto era que no podía salir. Sus manos —ahora finas y suaves— temblaban al tratar de acceder al menú de opciones, pero todos los botones parecían congelados.

En ese momento, un avatar de aspecto caballeresco se acercó. Llevaba una armadura reluciente y una capa roja que ondeaba con dramatismo.

—Mi lady, ¿os encontráis bien? —preguntó, con un gesto caballeroso.

Rigoberto tragó saliva. Tenía que adaptarse si quería sobrevivir allí. Nadie le creería si contaba la verdad.

—Sí… estoy bien, gracias —respondió, imitando la voz dulce de Helix, aunque por dentro se sentía un manojo de nervios.

El caballero sonrió y se marchó con una reverencia, sin sospechar nada raro.

Rigoberto apretó los puños. Sabía que no podía entrar en pánico. Necesitaba mantener la calma, entender las reglas de este mundo, y encontrar la forma de regresar a su verdadera vida.

Pero una duda oscura lo atravesó como un cuchillo:
¿Y si nunca pudiera volver?



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En el texto hay: juegos virtual, highrise

Editado: 18.08.2025

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