Parte 6

Se abrió paso entre decenas de avatares que se reunían para el gran evento de bienvenida. La plaza se había transformado en un escenario vibrante, con luces digitales y música festiva. Un enorme cartel flotante daba la bienvenida a los nuevos jugadores, mientras hologramas de los Administradores se proyectaban brevemente para saludarlos.

Por dentro, Rigoberto sentía un vértigo constante. Cada palabra, cada gesto, le recordaban que estaba atrapado en el cuerpo de Princesa Helix, obligado a interpretar un papel que aún no comprendía del todo.

Debo conocer a los Administradores. Ellos podrían sacarme de aquí, repitió mentalmente.

Se colocó en fila junto a otros avatares, todos ansiosos por reclamar sus premios de bienvenida. Entre la multitud, notó a un chico con aspecto de guerrero moderno, cabello negro y una chaqueta con detalles futuristas. Sus ojos, intensos y algo desconfiados, se cruzaron con los de Helix.

—Vaya —dijo el muchacho, acercándose con una media sonrisa—, no todos los días una princesa viene a estas fiestas.

Rigoberto intentó mantener la compostura.
—Es… mi primer evento —respondió, forzando la voz dulce de Helix.

—Soy Kairo. Si necesitas ayuda para sobrevivir aquí, puedo echarte una mano —ofreció el chico, con un gesto amistoso.

Helix dudó. ¿Podía confiar en él?
Por ahora, necesitaba toda la información posible.

—Te agradecería mucho tu ayuda —aceptó finalmente.

Kairo asintió, cruzándose de brazos.
—Los Administradores a veces aparecen por aquí, pero no confíes demasiado en ellos —advirtió en voz baja—. Pueden parecer amables, pero siempre esconden algo.

Rigoberto parpadeó, sorprendido.
—¿Cómo que esconden algo?

—Todo el mundo sabe que los Administradores pueden expulsar, bloquear, o incluso… —se detuvo, bajando el tono—, incluso reiniciar a un jugador. Sin explicaciones.

Un escalofrío recorrió a Rigoberto, como si su conciencia se estremeciera dentro de Helix. Si los Administradores podían “reiniciar” un jugador, ¿podrían también borrar su mente atrapada?

Kairo continuó hablando, ajeno a su pánico:
—Mejor mantente bajo perfil. Hay formas de contactar con usuarios expertos que podrían ayudarte a escapar, pero no vayas gritando tu problema a cualquiera.

Helix asintió, agradecida.
—¿Me enseñarías?

—Claro. Sígueme, princesa.

Juntos se alejaron del bullicio, buscando un lugar más tranquilo para conversar. En ese momento, Rigoberto entendió que, atrapado en este cuerpo, tendría que confiar en extraños, formar alianzas, aprender a moverse como Helix… si quería recuperar su libertad.