Rigoberto —o mejor dicho, Princesa Helix— se obligó a respirar profundo. Tenía que pensar con claridad. Tal vez, si entendía las reglas de este lugar, encontraría una salida.
Se puso de pie y caminó por la plaza, observando atentamente todo lo que ocurría a su alrededor. Los otros jugadores parecían moverse con normalidad: charlaban, intercambiaban objetos, decoraban sus espacios virtuales, vivían despreocupados.
Para ellos, Highrise era solo un juego divertido.
Para Rigoberto, en cambio, se había convertido en una prisión.
Comenzó a probar comandos mentales, intentando abrir el menú principal, reiniciar, cerrar sesión. Nada funcionaba. Las pantallas que aparecían estaban bloqueadas, con un extraño símbolo en rojo que no reconocía: un círculo atravesado por una espiral.
—¿Qué significa eso? —se preguntó, tocando el símbolo sin resultado.
Fue entonces cuando una notificación apareció delante de sus ojos, proyectada como un holograma:
> Sistema de Inmersión Avanzada Activado
Protocolo de mantenimiento automático.
Desconexión no disponible.
Rigoberto sintió que el suelo virtual se le movía bajo los pies. ¿Protocolo de mantenimiento? ¿Había sido absorbido por error? ¿O era víctima de algo más siniestro?
Quiso buscar ayuda, pero dudó. ¿A quién podía contarle la verdad? Si decía que era un humano atrapado en un avatar femenino, podrían tomarlo por loco, o pensar que estaba roleando un guion.
—No, tengo que adaptarme —se convenció.
—Al menos hasta averiguar qué está pasando…
Mientras caminaba, encontró un enorme panel de anuncios, con mensajes de moderadores del juego. Entre ellos había uno que le llamó la atención:
> Evento de Bienvenida a los Nuevos Jugadores
Participa para recibir recompensas especiales y conocer a los Administradores.
Sus ojos se iluminaron.
Administradores.
Tal vez ellos podrían ayudarle a salir o al menos explicarle por qué estaba atrapado.
Helix, con su porte principesco y la elegancia natural que el avatar transmitía, se dirigió hacia el punto de reunión donde iniciaría el evento. Caminaba decidida, con las pulseras de perlas tintineando suavemente a cada paso.
Si iba a sobrevivir allí, tendría que aprender a moverse como Helix.
Tendría que aprender las reglas de este mundo virtual.
Y sobre todo, tendría que encontrar aliados en quienes confiar.
Porque, aunque fuera un mundo hecho de códigos, la amenaza de perderse para siempre era demasiado real.