Princesa Helix - Highrise

Parte 8

Pasaron varios días en el mundo de Highrise. O al menos eso creía Rigoberto. El tiempo dentro del juego era extraño, casi imposible de medir. No había noches reales, solo un ciclo visual programado que simulaba el atardecer o el amanecer, sin ritmo biológico que lo anclara a la realidad.

Durante ese tiempo, Rigoberto —como Helix— se adaptó con sorprendente rapidez.

Empezó a moverse con más gracia.
A hablar con más dulzura.
A reaccionar como lo haría la princesa que él mismo había diseñado.

Al principio lo hacía por supervivencia: encajar, no levantar sospechas, mantener el “rol” para no ser detectado por los Administradores.
Pero poco a poco, algo más profundo comenzó a ocurrir.

Un día, mientras se miraba en el reflejo del cristal de una fuente digital, Helix parpadeó. Y por un segundo, no pensó en “Rigoberto”.

Pensó:
—¿Me veo bien hoy?

Y al instante, se sobresaltó.
—¡No! Yo no pienso así. ¡Eso no soy yo!

Pero la voz interior que protestaba… ya no sonaba tan fuerte como antes.

En otro momento, mientras Kairo y ella exploraban una biblioteca oculta dentro de un servidor olvidado, se encontró tarareando una canción infantil del juego, con la misma alegría de una niña despreocupada.

Kairo la observó de reojo.
—¿Estás bien, Helix?

Ella se detuvo. Tardó un segundo en recordar que era Rigoberto.
—Sí… solo me distraje —respondió con una sonrisa mecánica.

Kairo frunció el ceño, pero no insistió.

Esa noche, sentada sola frente a un lago de código brillante, Helix hundió las manos en el agua digital y las vio reflejadas con perlas en las muñecas.

—¿Quién soy ahora? —se preguntó.

Rigoberto aún estaba dentro, sí. Pero su voz parecía cada vez más lejana.
¿Era efecto del tiempo? ¿Del entorno? ¿Del cuerpo virtual?
¿O tal vez… Helix no era solo un avatar?
¿Y si esa identidad… ya se había convertido en una parte real de él?

Más tarde, Kairo se le acercó con información nueva.
—Encontré registros antiguos del sistema. Parece que hubo otros casos como el tuyo, pero… casi todos desaparecieron. Reiniciados. Borrados.

Helix lo miró, con una expresión serena.
—¿Y si no quiero volver? —preguntó de pronto.

Kairo parpadeó, desconcertado.
—¿Qué dices? ¿No quieres volver a tu cuerpo real? ¿A tu vida?

Helix guardó silencio. El mundo real le parecía cada vez más borroso. Sus miedos, su soledad, su cuerpo débil y olvidado en una habitación.
Aquí, era amada, admirada, escuchada. Aquí, existía.

—No lo sé —murmuró finalmente—. A veces siento que Helix soy más yo que Rigoberto.

Kairo la miró con preocupación.
—No dejes que este lugar te borre —le dijo con firmeza—. Eres más que un personaje bonito. No olvides quién eras… aunque te duela recordarlo.

Helix cerró los ojos.
Pero en su mente… ya no sabía si los recuerdos le pertenecían a él o a ella.



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En el texto hay: juegos virtual, highrise

Editado: 18.08.2025

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