Narra Priscila
Visualice los alrededores; al parecer alguien nos está espiando nuestro escondite, y no estaba equivocada: había una especie de puma o pantera; estaba acompañado del resto de su especie, pero algo me llamaba la atención: no dejaban huellas y tanto su tamaño como apariencia me daban un horrible escalofrío. Lo que pude apreciar a continuación fue que parecían rastrear algo; después el que parecía ser el líder rugió, revelando una línea de verde fosforescente, que apuntaba a mí. Salí lo más rápido de ese lugar para notificar el problema.
—Chicos, tenemos invitados no deseados —murmulle aterrorizada.
Comencé a sacudir a los muchachos para que reaccionen; estos reaccionaron a mi acción. Adom nos guió por el lado contrario para evitar ser encontrados. Posteriormente llegamos a una playa.
—Wow, este lugar es hermoso —argumenté con admiración.
—Es el puerto Civitavecchia, mayormente aquí se aparcan cruceros; si mi mente no me engaña, creo que aquí fue una ruta comercial —afirmó Moshee.
—Así que, ¿vamos a robar un crucero? —dijo Andrés con sonrisa maliciosa.
—No y no lo intentaremos —argumentó Adom, autoritario.
Pensaba en alguna solución para que pudiéramos navegar, sin necesidad de robar o alquilar un barco.
—¿Ese barco está abandonado? —cuestionó Moshee.
Miramos a la dirección que nos indicaba, logramos visualizar un barco hecho de metal; no parecía estar en su mejor condición.
— ¿En serio? Iremos en esa chatarra —protestó el pelirrojo con molestia.
Adom le miró de reojo como respuesta; al parecer, ese barco tiene algún valor sentimental para él. Al voltear de nuevo al vehículo marino, hasta ahora noto que tiene un número o más bien una fecha; decía: 6/06/67.
—¡Todos a abordos—Ya —mencionó el egipcio en tono de orden.
Obedecimos a su mandato. Me asusté al principio, pues la embarcación dio un vuelco con nuestro peso, pero al instante me relajé cuando sentí la brisa marina, aunque no podía decir lo mismo de Anubis; el pobre se encontraba agarrando la barra de seguridad. No sé si me equivoco, pero oigo el chillido de un ¿perro? Viniendo de él.
—¿Anubis, te sientes bien? —le interrogué con tono preocupante.
—Sí, no te preocupes, linda —respondió con tono nervioso.
Sentí mis mejillas algo calientes por su comentario, pues el único que me ha dicho linda fue Moshee y solo me lo decía en casos de que luciera bien.
Despertaba de mi sueño siendo abrigada por una cobija. Estuvimos navegando como unos 3 días; no lo sé, realmente perdí la cuenta hace mucho. De lo que estoy segura es de que este viaje me está produciendo alucinaciones.
—Muchachos, creo que estoy en el cielo —dije.
—¿Qué es lo que ves? —bromeó Andrés.
—Ja, ja, muy gracioso; y respondiendo, estoy viendo una especie de templo, tiene varias columnas con un precioso color blanco puro —le contesté; ahora que lo pienso, sonaba como un palacio.
—Es aquí.