1 año después
Narra Priscila
Tuve mucho dolor y arrepentimiento después de ese enfrentamiento; por suerte tengo el apoyo de, principalmente, mis amigos y familia. Ahora estoy en el balcón del templo de mi tío Tezcatlipoca y hay nuevas novedades, primero: Horus ya nos avisó a todos acerca del ejército; parece que Eris no es la líder y, segundo, me he cortado el cabello. Bueno, no tanto, solo me lo corté arriba de los hombros; además de eso, nadie sabe que me lo corté.
—Disculpa —toca la puerta—. Priscila, ¿puedo entrar? —pregunta la voz.
La puerta rechinó al ser abierta, dejando pasar a la persona del otro lado.
—¿Oye? ¿Todo bien? —Reconocí la voz de Anubis y volteé para mirarlo.
—Estoy bien, solo, veo nada más —le respondí.
Él se puso a mi lado.
—Por favor, no me mientas, ¿Qué ocurre?
—Uf, es acerca de lo que dijo Eris —le comenté—. Sé que Eris tiene más aliados, pero sus palabras me dejaron pensando.
—Priscila —me llamó—, como puedes saber, todos pueden tener miedo, pero tú tienes algo que ella no: compañeros que te respetan no por ser diosa, sino por tu temperamento —afirmó para rodear su brazo derecho alrededor de sus hombros, dándome un abrazo.
Acepté el mismo; además de Moshee, él parecía entenderme. No sé qué me preparará el futuro, solo sé que con mis compañeros, y claro, tendré que aprender sobre mis nuevos poderes.
—¡Hey, los dos!, ni se atrevan a besuquearse, ¡eh!, son muy jóvenes —exclamó mi padre.
—¡Papá!, no hacíamos nada —le reclamé.
Él empezó a reírse de mi reacción. —Solo bromeo —aclaró.
Suspiré frustrada; no me gustan las bromas relacionadas con los sentimientos. Después de esa interrupción, salimos de mi habitación a la sala grande. Estaba vestida con una chaqueta roja vino, por dentro una camisa blanca con una lechuza como logo, unos pantalones azules semi rotos y botas negras y, como no puede faltar, Ener está en mi bolso tipo cartera.
Llegamos a la sala donde toda mi familia y mis amigos estaban reunidos, volteándose para verme.
—Ya están todos nuestros héroes —exclamó Xochiquétzal.
—Ahora sí, ¡a comer! —gritó mi tío con entusiasmo, algo que me sorprendió.
Todos los chicos estaban celebrando por la victoria que tuvimos sobre Eris, aunque las alarmas se encendieron por todos los reinos mitológicos para así evitar una catástrofe, aunque creo que ahora es el momento de relajarnos.
Narrador omnipresente
En uno de los confines más oscuros de la tierra, un gran grupo de dioses se encontraba reunido, hablando acerca de lo ocurrido en la batalla.
—Ja, ya lo sabía, ¡tú! —No tendrías la capacidad de vencerla —dijo en tono burlón el dios con cabeza de oso hormiguero.
La diosa enojada se le abalanza a Seth, amenazándolo con una gran espada en su cuello.
—¡Tú cállate, animal estúpido! —exclamó , convirtiendo sus uñas en garras.
—¡Ah, callar, par de enclenques! —Alzó la voz el misterioso ser sentado en el gran trono—. Ambos tienen la culpa, tarde o temprano su Shakti iba a despertar, su ego los cegó.
—¿Y ahora qué harás? —le preguntó otra deidad.
—Ahora, voy a mandar y fortalecer a otros de mis guerreros —contestó levantándose del trono—. Sigue riendo, Priscila, no sabes lo que te espera.