DIMAS.
—Me encanta hacer el amor contigo, Dimas —dice Carolina mientras besa mi pectoral.
—A mí también —la pego más a mi cuerpo.
—Dimas, ¿cuánto tiempo más debemos mantener esta relación a lo escondido? —suelto un suspiro.
—No lo sé. Todavía no he hablado con mis padres —ella se sostiene de su codo, y con su mano libre acaricia mi rostro.
—Habla lo más rápido posible con ellos, muero por ser tu esposa —susurra sobre mis mejillas.
—Yo... —el sonido de la llamada me interrumpe.
—Ve a contestar —dice, y me da una sonrisa.
Me incorporo y camino hacia la mesa. Agarro el celular, veo el nombre en la pantalla y rápidamente contesto.
Inicio de llamada.
—Dime, papá.
—Necesito que vengas a la casa urgentemente —maldigo para mis adentros.
—¿Para qué? —trató de sonar tranquilo.
—Solo hazlo... Dimas, tenemos visita, así que no demores mucho.
—¿Quién llegó, papá?
—No te lo diré, ven rápido —su tono de voz se puso más gruesa.
—Ya voy, papá.
Fin de llamada.
Suelto un suspiro lleno de frustración. Nunca pensé que mi vida sería tan complicada a pesar de tener dinero.
—¿Por qué esa cara, Dimas? —miro a Carolina y le doy una sonrisa de boca cerrada.
—Papá me quiere en casa.
Adoro a papá, pero a veces es muy exigente.
—Ve tranquilo... Yo entiendo que tienes responsabilidades.
Camino hacia ella, agarro su barbilla y la beso. —Prometo compensarte.
—Ve con cuidado. Dimas, recuerda que te amo demasiado.
—Y yo a ti, Carolina.
Le doy un beso en los labios y agarro la ropa del suelo, enderezo mi postura y voy al baño al vestirme.
[...]
Me despido de Carolina y salgo del departamento, entro al ascensor y espero unos minutos.
La puerta del ascensor se abre, rápidamente salgo y camino hacia mi deportivo un: McLaren 570s Spider en color negro. Ingreso a mi auto, lo prendo enseguida, ya que no tengo mucho tiempo para llegar a casa.
Soy Dimas D'Angelo, hijo mayor de Felipe y Sora D'Angelo. Mi familia tiene mucho dinero, el prestigio le sobra, pero... no todos es color de rosa.
Ni mi madre, ni mi padre, pueden tener hijos propios. Al ser personas de muy buena reputación, ante la presión de la abuela y para evitar las críticas y burlas decidieron adoptar, ante la sociedad somos hijos biológicos de Felipe y Sora D'Angelo, digo somos, porque tengo dos hermanos más: Darío y Dave.
Cualquiera pensaría que mi vida es maravillosa al ser hijo de persona con dinero... lo es, pero ser un D'Angelo tiene un pequeño problema (bueno, es un grande, muy grande) especialmente para Darío y para mí.
Mi abuela, Susana D'Angelo, antes de morir nos dejó a Darío y a mí comprometido, creo que es mi castigo por permanecer en un lugar donde nunca debí estar. Seguir la tradición de un matrimonio arreglado es mi más grande obligación, y la cual tengo que cumplir, porque si no lo hago... adiós vida de rico.
Mentiría si digiera que no me interesa el dinero, por el hecho de que me acostumbraron a una vida llena de lujos y no me puedo imaginar mi vida sin: mis coches, mis tarjetas, mis viajes, ropa de marca, etc. Definitivamente, no me imagino una vida sin ningún dólar en mi bolsillo. Fácilmente, podría trabajar, puesto que soy profesional, pero trabajar para otra persona cuando yo soy dueño de varias empresas... No estoy loco para renunciar a mi vida de rico... Aunque, talvez lo haría por Carolina.
Estaciono y salgo del auto. Camino hacia la entrada, y suelto un suspiro e ingreso. Voy a pasos rápidos para llegar a la sala.
Frunzo el ceño al ver la no tan grata escena: mis padres, Darío y Dave están conversando con tres personas que están frente a ellos sentado en el mueble. Al ver aquel mechon blanco en el cabello de las dos mujeres que acompañan al hombre todo mi cuerpo se tensa... El día que tanto he deseado que no llegara, llegó.
Frente a mis ojos están Amalia y Ludovico Berzelius, y su hija (que es mi prometida) Victoria Berzelius.
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Editado: 05.04.2022