Prohibido Enamorarse [trilogía D' Angelo #1]

Capítulo 3.

—Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.  

Levanto el velo, y una sonrisa se forma en el rostro de Victoria. Miro de reojo a las personas que espera el gran beso. Me acerco a ella y beso la comisura de sus labios y lentamente me separo.  

—Bienvenida a la familia, Victoria D' Angelo —anuncia papá.  

[***]  

No estoy disfrutando esta fiesta para nada. Estoy harto de recibir "felicitaciones", de tomarme fotos y de andar sonriendo a cada momento.  

—Dimas.  

—Dime, papá.  

—Sé que solo te está casando por la voluntad de tu abuela, y que tú tienes una relación con alguien más —miro rápidamente a papá—. No te estoy juzgando Dimas... Sé que solo te casaste para que no te desheredara, solo te pido que seas discreto, Victoria es una buena chica, y no merece sufrir.  

—Gracias, papá —digo con una sonrisa.  

—Sabes que lo único que deseo es tu felicidad, pero ante la voluntad de tu abuela, no puedo hacer nada.  

Lo dije antes: la voluntad de la abuela es sagrada y se respeta.  

—Tranquilo, papá —él me da esa sonrisa, que únicamente da cuando está orgulloso.  

Papá me da suave palmada en mis hombros y mira a su alrededor.  

—Iré con tu mamá —asiento con la cabeza.  

Busco con mi mirada a Dave y lo encuentro. Él está junto Ricardo Berzelius (el hermano menor de Victoria), los dos están que hablan con un par de gemelas, creo yo que de su misma edad.  

Miro hacia una esquina desolada y ahí está Darío, niego con mi cabeza y camino hacia él.  

—¿Aburrido? —le pregunto con media sonrisa.  

—Sí. Sabes que no soy fanático a estar rodeado de mucha gente.  

—No entiendo como estas estudiando medicina —él me da una mirada aburrida.  

—Una cosa son persona divirtiéndose, y la otra son pacientes —ruedo los ojos.  

—Ve a divertirte, hay muchas chicas guapas aquí, además, hay bastante chicas que te han puesto el ojo —Darío me mira con seriedad, eso es señal de que no le gustó mi comentario.  

—A diferencia de ti, yo tengo bien claro que estoy comprometido y respeto eso.  

¡¡Vaya!! Mi hermano es un caso especial, ¿Quién lo entiende? Definitivamente, yo no.  

—Darío, eres joven y tu prometida vive en otro país. Ella es una gran actriz, y he escuchado rumores de que sale con otras celebridades ¿por qué vas a respetar algo que ella no respeta? —le cuestiono.  

—Tú lo dijiste: "es una actriz". Siempre van a ver rumores de ella, y no todos son verdaderos. Dimas, yo respeto mi compromiso, y no me interesa si ella tiene pareja o no, al fin y cabo estoy en la misma situación que tú: no la quiero.  

Respeta el compromiso, pero no la quiere. A veces pienso que al no le gustan las mujeres. He convido muchos años con él y estoy seguro de que me está mintiendo... ¿Por qué razón lo sé? Pues, me confundió lo que dijo. Darío suele ser muy claro en sus explicaciones.  

—Dime la verdad, Darío.  

—No me interesa tener algo relación seria con una mujer; y no soy gay... Es solo que no puedo estar en una relación con alguien más, sabiendo que a los 25 años me voy a casar.  

Lo miro confundido.  

—Darío, nada más diversión, esas chicas no han de querer nada serio.  

—No tengo ganas de tener sexo hoy, ¿feliz?  

—Sí —él se da la vuelta y se va.  

Si alguien le pregunta a Darío sobre su vida, él no respondería absolutamente nada y simplemente se marcharía.  

Mi celular vibra, rápidamente lo saco de mi bolsillo y al ver el nombre en la pantalla no dudo en contestar. 

[***]  

Hablar con Carolina me alegró el momento. Se puso celosa, pero se le pasó.  

Todas las mujeres se reúnen y Victoria lanza el ramo, una de las chicas lo agarra y grita emocionada.  

Llega el momento del primer baile, suelto un suspiro y camino hacia la pista. Victoria se acerca a mí y comenzamos a bailar.  

Todo el día la he evitado, pero el baile es algo que no puedo eludir. Analizo ese mechón blanco en su cabeza. Algo que caracteriza a los hermanos Berzelius es el mechón blanco que tiene en el cabello, que está cerca de la frente; eso lo heredaron de Amalia.  

Tanto ella como yo no omitimos ninguna palabra, y eso es lo mejor, ya que no estamos en un buen lugar para hablar. Una vez estemos solo hablaré con ella, espero y se pueda.  

[***]  

Término de despedirme de último invitado y me voy a mi habitación. No quiero dialogar con los Berzelius, ya no quiero seguir con esta farsa felicidad por el ridículo matrimonio. Entro a mi habitación, me quito la corbata y me dejo caer en la cama.  

No sé cuántos minutos pasan, pero escucho como lentamente se abre la puerta. Me incorporo y veo a Victoria con su dos maletas en mi habitación.  

—Siento despertarte —su voz es suave y dulce, da mucha ternura.  

Meneo mi cabeza. Ando delirando cosas innecesarias.  

La recorro con la mirada y ella se sonroja, es algo normal porque sigue siendo una niña, no en cuerpo, ni en madurez, yo me refiero en la experiencia sexual.  

—Todavía no dormía —hay un silencio sepulcral entre los dos.  

Me pongo de pie, pongo mi cara seria y camino hacia ella.  

VICTORIA. 

Hoy es el día más feliz de mi vida, este es el momento que siempre he soñado: mi boda con Dimas. Estuve averiguando que se hace en la luna de miel, aunque, no va hay luna de miel por trabajo de Dimas, pero dormiré en su misma habitación y pues, siento mi cara arder.  

Yo no tengo experiencia en ese tipo de cosas, ni mi primer beso he dado, porque Dimas solo beso la comisura de mis labios. Tengo que aceptar que eso me decepcionó, ya que esperaba un beso real como en las novelas, pero esto no es ficción, esto es la cruda realidad.  

Durante toda la fiesta Dimas se mantuvo alejado de mí, eso me hizo sentir mal. La fiesta ha terminado, y él ingresa a la mansión sin despedirse de mi familia.  

—Él debe de estar cansado —lo excusa el señor Felipe.  

—Es normal en las bodas —dice papá—. Felipe, te pido que Dimas cuide y respete a mi hija.  

—Él lo hará —asegura, el señor.  

—Victoria —mamá acaricia mis mejillas—, cuando me necesites llámame.  

—Lo haré, mamá —ella me da un beso en la frente. 

—Te amo, mi niña.  

—Y yo a ti.  

—Aquí están tus maletas —manifiesta Ricardo.  

—Gracias —le doy una sonrisa. 

—Voy a extrañar verte en casa, Vic —mi hermano me abraza.  

—Ya te acostumbrarás.  

Me despido de mi familia, y ellos se van a casa. Dave y Darío me ayudan con mis maletas. Al entrar a la casa los sigo y me dejo guiar de ellos hasta la habitación de Dimas.  

Ellos se detienen en la última habitación. —Hasta aquí llegamos nosotros —anuncia Dave.  

—Gracias por ayudarme con las maletas.  

—No hay de qué… Descansa Victoria.  

—Igualmente, Dave —él me da una sonrisa e ingresa a la habitación que esta al lado de la de Dimas.  

—Trata de sobrellevar la situación —aconseja Darío.  

—¿Por qué? —pregunto incrédula.  

—Solo hazme caso, Victoria —con esas palabras él se va a la habitación que está al lado de Dave.  

Suelto un suspiro e ingresos a la habitación. Dimas está en la cama, pero se comienza a levantar y me mira.  

—Siento despertarte —digo apenada.  

Él me mira mucho y eso provoca que mis mejillas ardan. Soy una chica tímida, y a pesar de que amo a Dimas me siento intimidadas al estar junto a él, ya que yo nunca he estado sola con un hombre a excepción de mi hermano y mi padre.  

Desde que fui una niña hasta que me gradué de la universidad estudié en un internado de monjas, y ese internado era y es de puras mujeres. Toda mi vida la pasé en el internado, salí de ahí cuando me gradué de la universidad y eso fue hace dos años. A pesar de que me gradué no salía de mi casa, el motivo: le pedí a las señoras que trabajan, que me enseñarán a hacer las tareas del hogar, para estar preparada cuando mi matrimonio llegara y ser una buena esposa para Dimas.  

—Todavía no dormía —manifiesta con seriedad.  

El ambiente se vuelve incómodo, y siento hormiguear mi estómago. Dimas se pone de pie y comienza a caminar hacia mí. Mi corazón comienza a galopear de una manera muy desenfrenada.  

¿Acaso lo vamos a hacer? Victoria es tu esposo y es normal hacer eso. 

Dimas pone un rostro duro y eso hace que mi corazón de un vuelco y no se pueda levantar.  

—Te dejaré algunas cosas bien claras —trago grueso—. Este matrimonio no se va a consumar —mi corazón duele—, yo no te amo, yo amo a alguien más, y si me casé contigo fue porque no tenía opción —sus palabras me calan en el alma.  

—Pero... — me interrumpe.  

—No quiero nada contigo. No te puedo correr de mi habitación por mis padres, pero no quiero dormir contigo en la misma cama, dormirás en el sofá —siento una bola de dolor en mi garganta que no me deja de molestar—. No me interesa tu vida, y no me interesa lo que pienses de mí. Quiero que no te metas en mi vida, porque no tienes derecho sobre mí, aunque este atado a tu lado... Victoria, está prohibido enamorarse... de mí.  

—Lo siento Dimas, pero es muy tarde... Yo, ya estoy enamorada de ti.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.