Promesa [one shot]

~IV~

Por ese día tomaría un rato libre, había tenido que adelantar todo su trabajo por una razón, debía llevar a la pequeña al pueblo, seguro así no se aburriría de estar en ese enorme palacio y con un viejo feudal.

Pero esperaría primero a que terminara sus deberes con su tutor imperial, aun si estaba de vacaciones, la pequeña no tenía que descuidar los estudios, si sería la próxima emperatriz debía estar lista.

Pasaba con parsimonia las hojas de aquel antiguo libro, uno de sus primeros libros obsequio y herencia de su abuelo, el frío viento provocaba el bello sonido armónico de las hojas, las copas de los árboles mecían creando diferentes formas de sombras, ahí gustoso estaba leyendo.

— ¿Qué lee?

Alzó su vista, la pequeña había terminado sus deberes y miraba curiosa el libro—. Un viejo diario.

— ¿De usted? —con la inocente curiosidad se acercó para casi pegar la cara al libro, hecho que provocó una ligera sonrisa al feudal.

—No, de mi abuelo.

— ¿De qué trata?

Las cuestiones sin duda mostraban que no se iría hasta saber su curiosidad saciada—. Trata sobre la vida de él, viejos consejos que me ayudan a no perderme en las sombras de la vida, ¿Quiere saber su contenido?

La pequeña asintió sonriente y se acomodó sobre sus piernas, hecho que dejó muy sorprendido al feudal, no estaba en una pose comprometedora, solo la niña se había sentado de lado para poder tomarlo de silla y esperar ansiosa la lectura—. Mi tía suele leerme cuentos, mi tío también —expresó feliz.

Aquel gesto enterneció por completo al feudal, a veces se preguntaba qué sería de su vida si tuviera una familia e hijos como la pequeña que tenía sentada, por primera vez sintió la soledad llegarle al alma.

Regreso las hojas al inicio de la lectura y comenzó a relatarle la vida de su abuelo a través de esas palabras escritas en tinta y caligrafía fina.

Las horas pasaban con preguntas y respuestas mientras avanzaban hoja a hoja el contenido de ese diario.

El sueño la había vencido para esa tarde, sus planes habían cambiado hace mucho y la visita al pueblo tendría que esperar, con cuidado la cargo para llevarla a su habitación, no sería bueno que durmiera al aire libre y enfermara, pero la pequeña al ser dejada en la cama ni siquiera soltó la mano del feudal.

El feudal solo negó con media sonrisa—. Princesa suelte mi mano —le susurro.

Pero solo recibió que la niña se aferrara más y hablara entre sueños—. Sshuii.

Se tuvo que aguantar la risa, aun dormida seguía de necia, beso su frente—. Que descanses Shui —al parecer aquello fue escuchado porque sonrió sin despertarse.

La comida había sido servida hacía mucho, le había costado un buen salir de la habitación de la niña, se iría después de probar bocado, aquel último día era el que regresaría a palacio.

—Espero y vaya a visitarme señor Wú.

—Por supuesto que lo haré princesa —noto el puchero—. Shui —al final cumplió su capricho ganándose una sonrisa de ella.

Se tuvo que agachar para despedirse porque la pequeña se lo pidió y con la sorpresa de todos incluso de los guardias imperiales, fueron testigos de algo nunca jamás visto, Shui se había colocado de puntas para besar con inocencia al feudal sobre sus labios.

Hecho que a Wú dejó súper rojo de la vergüenza y sin palabras— Ya lo dijo, es una promesa.

 



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En el texto hay: romance amor , china, cartas amor

Editado: 02.10.2020

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