Prometo Conocerte

Capitulo Dos

Su libro cae al suelo junto a las cosas de aquella chica que, si tampoco la sostenía a tiempo, también caía junto a lo demás.

– Gracias. – Dice. Su voz es como la de una niña, tan fina y melódica. Le resulta graciosa y agradable a la vez. Ve que mira su mano que él aun sostiene. La cual suelta con delicadeza, porque era tan liviana que parecía una pluma.

La chica se sacude su pantalón vaquero y se pasa un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja. Volviendo a alzar la mirada hacia Víctor, pero la desvía rápidamente hacia el suelo. Avergonzada. E intenta centrar su atención en otra cosa.

– Oh rayos. – Dice y se agacha rápidamente al suelo. Víctor ve que sucede y resulta que se cayeron las cosas de la chica. Su mochila, su libro y su botella de agua abierta.

– Te ayudo. – Dice agachándose y ayudándola a recoger sus cosas. Recogiendo su libro y su botella ya vacía, también ve su libro que acababa de comprar y lo recoge a su vez – No pude hacer mucho por tu botella. – Dice estrechándole su libro junto con la botella.

– No te preocupes, fue un accidente. No me fije por donde iba. – Suelta una pequeña risilla y luego aprieta los labios, guardando sus cosas en su mochila y se vuelve a pasar otro mechón de pelo detrás de la oreja. Se le nota nerviosa.

– ¿Te parece si te compro otra botella? – Le pregunta – Para compensar la otra.

– No, no hace falta.

– Insisto. – Dice en un tono amigable. Ese que solo usaba con sus amigos. Tenía que sonar amigable porque aquella chica parecía extremadamente avergonzada.

– Vale. – Dice seguida de una sonrisa. Esta vez, ya no se pasa un mechón detrás de su oreja.

Ambos caminaron en busca de un algún puesto. En silencio. Ninguno de los dos dice nada en el camino. Víctor nunca estuvo en una situación parecida; y aquella chica parece estar con la mente en otro lado, pero mira cada que puede por el rabillo del ojo a su acompañante. Cuando choco con él, solo espero que la insultase o la dejase ahí tirada. Pero fue todo lo contrario.

 

Unos minutos antes…

Ya se le hace tarde. Se ha quedado dormida estudiando para el examen de mañana; aunque es un tema que domina, no se confía mucho. La profesora de historia universal es muy estricta y siempre ha buscado la forma de hacerla fallar sin ningún éxito. Esta loca. Pero ya tendrá tiempo para eso, debe alistarse y salir ya. Se va al baño, se lava la cara y amarra su pelo café en una coleta alta. Se calza sus converse blancas y guarda sus cosas en su mochila con rapidez, duda si guardar también su libro de historia. Pero al final decide llevarlo en mano para leer en el camino. Ya está lista. Coge sus llaves junto con su teléfono y baja las escaleras hacia la puerta principal. Cuando ya está a medio camino, recuerda que no ha cogido su botella de su estante. Mira el reloj de su muñeca derecha. Si regresa a casa se le hará mas tarde, joder. Tendrá que comprar una de plástico, ya si se acaba podrá usar el bebedero de la academia. En su camino pasa por una tienda y compra una botella de agua, y tras pagar sale corriendo. La gente que pasa por su costado la mira extrañados y siguen su camino, mira otra vez su reloj. Son las cuatro menos quince minutos, se le está haciendo tarde de verdad y no mira por donde está corriendo. Hasta que choca con un joven y sus cosas caen al suelo. Está perdiendo el equilibrio y también va a caer sobre sí misma, pero una mano fuerte la toma de su mano antes de caer. Se trata de un chico que parece normal, pero tiene la sensación de que tiene algo especial. Estaba esperando algún insulto, pero solo fue un “te tengo”.  Lo contempla por unos segundos perdiéndose en sus ojos. Está nerviosa ¿Sera aquel chico que la pone así? Le es algo intimidante, pero parece ser buena persona.

 

Llegan a una tienda y Víctor compra una botella similar a la que tenía la chica. Y tras pagar, se la entrega.

– Muchas gracias hum. – Dice mordiendo su labio inferior. Y antes de decir algo, Víctor se adelanta.

– Víctor. Me llamo Víctor. – Dice estrechando su mano. Si decía su apellido iba a sonar como un creído. Paris lo mira por unos segundos, pero luego reacciona y toma su mano.

– Víctor, ¿cómo Víctor Hugo? – Pregunto. El aludido ríe ante su pregunta. Muy pocos le dicen si su nombre es por él escritor francés. Es la primera vez que alguien hace eso.

– Si, como el escritor de Los miserables. Me gusta esa obra.

– Ah mí también, pero prefiero Nuestra señora de París. – Dice sonriendo tímidamente, pero ve en su reloj de su muñeca que son las tres menos siete. Va tarde. Es hora de irse ya, o recibirá una buena bronca. Suelta la mano de Víctor y se vuelve a pasar un mechón de pelo detrás de su oreja – Discúlpame Víctor. Pero se me hace tarde y tengo que irme.

– Está bien. – Dijo metiéndose una mano en el bolsillo – Entonces, hasta pronto ah. – No sabía tampoco su nombre, ¿Por qué no se lo pregunto antes? Tonto. La chica suelta una risa a lo bajo que logra disimular.

– Me llamo. – Se detiene y se pasa otro mechón de pelo detrás de su oreja, mordiéndose un poco su labio inferior – Te diré mi nombre, pero… ¡no te rías! ¿Sí? – Condiciona. Pero cuando uno pide que no se ría, es más probable que lo termine haciendo. Así que Víctor se muerde la lengua para evitar soltar alguna risa.

– Vale. No lo hare.

– Está bien. – Dice apretando los labios y desvía la mirada hacia abajo, se avergüenza cuando le dice su nombre a alguien. En especial si se trata de chicos – Me llamo París.

– ¿París?

– Si. No Paris, si no París. Como la capital de Francia. Es un nombre tonto y

– Oye. – Víctor la interrumpe – París es un nombre muy bonito. No entiendo porque debería reírme. – Dice torciendo el labio que, si uno lo mira bien, parece una sonrisa. París busca un mechón rebelde para pasarse tras la oreja, pero ya se había pasado todos los que tenía al aire. Así que solo se pasa sus dedos detrás de su oreja. Está muerta de vergüenza. Normalmente las personas la fastidian con que si su apellido es Francia. Y ahora viene un desconocido a decirle que su nombre, el cual odio desde siempre, es bonito – Entonces, hasta pronto París. – Dice despidiéndose con la mano.




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