Nací en una familia marcada por la tradición
Nací en una familia marcada por la tradición, donde la fuerza y el orgullo eran el pilar de nuestra existencia. Los hombres lobos, como nosotros, vivíamos aislados, alejados de cualquier vínculo con los demás seres sobrenaturales.
Mi apellido, uno que me enseñaron a llevar con honor, significa poder y resistencia. Pero todo eso cambió cuando la conocí. Akira. Una vampira que, aunque joven, posee una fuerza y sabiduría que muchos de los de su raza desearían tener. Nos conocimos en circunstancias inesperadas, durante una cacería.
Los vampiros y los hombres lobos nos hemos odiado durante siglos, pero Akira no era como los demás. Había algo en su mirada, algo que me hizo ver más allá de la enemistad que nuestros padres y ancestros habían forjado entre nosotros.
Nuestros amores fueron instantáneos, intensos, peligrosos. A pesar de las advertencias de nuestros padres, nos vimos arrastrados a un amor imposible. Los vampiros y los hombres lobos siempre hemos sido enemigos naturales, y ellos, los mayores, nos lo dejaron claro desde el primer momento. Las reglas eran claras: no podíamos estar juntos. Nunca.
Pero el corazón no entiende de reglas, ni de linajes. Lo que comenzó como una amistad secreta se transformó rápidamente en algo más, algo que no podíamos detener, ni uno ni otro. Sin embargo, lo que nuestros padres no podían entender era que el amor no se puede contener. Lo que mi familia había sellado con odio, el destino lo selló con pasión. Y aunque sabía que el amor podría ser nuestra perdición, cada segundo a su lado era un suspiro de vida.Lo peor de todo fue que, tarde o temprano, este amor tendría un precio. Y lo pagaría alguien cercano a nosotros… Akira…