Me puse en la fila de la cafetería con Danna atrás de mi.
—¿Qué le pasó a tu celular? —escuché unas voces más adelante y miré hacia allá.
Ahí estaba el chico del aeropuerto. Mierda. Eso fue culpa mía.
—Se me cayó.
—Si que andas despistado eh, lo hiciste mierda. —Soltaron carcajadas y el pelinegro desvío sus ojos hacia mí por un segundo, miré hacia otro lado rápidamente.
—Si... está bien. Tendré que comprarme otro, supongo.
Maldita sea. No puedo evitar sentirme culpable.
—Aaay Caleb. —Uno de ellos le palmeó el hombro. Así que se llamaba Caleb...
—Que chismosa eres —bromeó Danna pegándome un codazo al verme escuchando su conversación.
—Fui yo —le susurré y ella frunció el ceño.
—¿Tu qué?
—Le rompí el celular a ese chico.
—¿Qué? ¿Por qué? —Ladeó la cabeza sin terminar de entender.
—Choqué con él en el aeropuerto y boté su celular, la pantalla está hecha añicos —dije y ella levantó las cejas—. Me siento culpable, quizás cuánto dinero le cos...
—Ay, no exageres, Alissa. Fue su culpa también por no tenerlo bien sujetado. —Me dió una palmadita en el hombro—. Además, se ve que son de dinero todos.
—¿Tu crees?
—See.
—Bueno, con eso me siento me...
—¡Siguiente!
Despabilé y avancé hacia la chica de la cafetería, que me atendió con una sonrisa.
POV Caleb
—¿Qué le pasó a tu celular? —preguntó Diego tomándolo con dos dedos como si fuera un trozo de basura en cuanto lo saqué para ver la hora. Inmediatamente la chica del aeropuerto que para variar sería mi compañera en algunas clases llegó a mi mente. Carraspeé la garganta.
—Se me cayó.
Si, claro.
—Si que andas despistado eh, lo hiciste mierda —bramó James y todos los demás rieron.
Me sentí observado, recorrí mi mirada por el lugar y la vi. Estaba escuchando la conversación.
Si, deberías regalarme un celular nuevo. A ti te hablo.
—Si... está bien. Tendré que comprarme otro, supongo —dije. Tal vez a propósito, tal vez no.
—Aaay Caleb... —Finn palmeó mi hombro en cuanto terminó de pagar su jugo, nos devolvimos para avanzar al pasillo.
—Le rompí el celular a ese chico —la escuché mientras me alejaba, enfoqué mis sentidos en su voz para no dejar de oír la conversación.
—¿Qué? ¿Por qué? —respondió la morena.
Seguí avanzando sin mirar atrás, simplemente concentrándome para no distraerme con algo más. No podían sospechar que las estaba escuchando, ni saber el nivel de capacidad de mis sentidos.
—Choqué con él en el aeropuerto y boté su celular, la pantalla está hecha añicos —dijo. Tenía una voz agradable.
—Caleb... ¿acaso estás...? —James me miró con cara de 'No lo hagas en el instituto' y yo suspiré, regresando mis sentidos a ellos.
—Me siento culpable, quizás cuánto dinero le cost...
Sonreí, alcanzando a escuchar una última parte de su conversación.
—¡Caleb! —James me miró y puso los ojos en blanco—. ¿A quién estás escuchando?
—A nadie, deja de molestar. —Esquivé su mirada inquisitiva y seguí caminando hacia el patio. Amaba el aire libre.
—Ay, déjalo ser feliz. —Adam sonrió dándole un empujón.
—Ajá... para que después alguien se de cuenta de que podemos hacer cosas que los demás no...
—Chicos, ¿podrían hablar más bajo? —Finn se adelantó y yo asentí.
—O mejor dejen de hablar, par de idiotas.
Caminamos hacia el césped y nos sentamos los cinco. Luego de un rato Adam y James comenzaron a molestar a Finn, que terminó uniéndose a su juego.
Cuando estuvieron algo lejos, Diego se sentó a mi lado para hablar.
—No vengas a darme sermones a mi, eh. —Me anticipé, el sonrió—. Ya sé que tengo que evitar...
—No es eso, idiota. Solo te quería preguntar a quién estabas oyendo. —Me miró levantando las cejas. Me encogí de hombros para restarle importancia.
—A una chica.
—Ajá... ¿Y cómo se llama?
—No lo sé, de hecho.
—Y por qué no has usado la súper audición que tienes para escuchar su nombre, genio.
—No soy un maldito psicopata, Diego. —Sonreí y él soltó una carcajada—. Sólo estaba escuchando porque hablaban de mi.
—¿De ti? —Frunció el ceño y luego puso una cara pícara—. Acerca de...
Miré hacia el patio trasero y suspiré.
—Lo qué pasa, es que cuando estaba siguiendo al beta de Brick... me topé con ella. Bueno, choqué con ella mejor dicho.
—¿Es en serio? —Me miró sorprendido—. ¡Perdiste al maldito beta por estar flirteando con una chica! Te pasas para imbecil, eh.
—¡Hey! —protesté—. ¡Hizo mierda mi teléfono! Tenía que decirle algo, ¿no?
—Espera... ¿Ella lo rompió?
—Ajá.
—Wow.
—Si.
—Ahora entiendo todo. —Asintió lentamente y luego me miró de reojo—. ¿Te gusta?
—Claro que no, sabes qué no estamos en ocasión como para estar interesados en relaciones amorosas.
—Para Adam siempre es ocasión —dijo mirando a nuestro amigo unos metros más allá, haciendo reír a un grupo de chicas.
—Adam es Adam. —Sonreí negando con la cabeza—. Todo porque es rubio.
Diego soltó una carcajada y se apoyó en su rodilla, era mi mejor amigo desde hace 4 años, desde que se unió a la manada. Desde entonces nos volvimos uña y mugre, obviamente me llevaba igual de bien con todos, pero con Diego aún más.
—Está tarde iremos a la cabaña —le aseguré y él me miró preocupado.
—¿Algo en especial?
—Brick. Tengo un mal presentimiento.
—¿Crees que su manada intentará atacarnos otra vez? —hablo más bajo y yo me encogí de hombros.
—No lo sé, no podemos despreocuparnos de esto. Hay que estar atentos.
—Lo sé. Sobre todo si tienes una corazonada. Por algo eres el alfa, Caleb. Sabes que confiamos en ti —dijo y yo giré mi cabeza hacia James y Finn, que conversaban como cotorras al otro lado del patio.
Sonreí.
El timbre sonó para entrar al aula nuevamente y me paré del césped con Diego atrás de mi. Los chicos siempre demoraban o se daban algunas vueltas antes de entrar, malditos vagos.