Protegida por el alfa.

Capítulo 4

En nuestra manada era fácil de distinguir quién es quien, El pelaje de Finn gris claro casi en su totalidad, el de Diego café oscuro, tan oscuro que podría pasar desapercibido con mi pelaje negro en la oscuridad.

El de Adam un café claro, supongo que porque el maldito es medio rubio en su forma humana. El pelaje de James era un gris mucho más oscuro que el de Finn, mezclado con algunas zonas negras y cafés, sobretodo en la zona del lomo y cabeza. Al final todos teníamos algo diferente.

—... ¿Me estás escuchando? —Diego agitó su mano frente a mi. Estaba sentado en el sillón, esperando para ir al instituto, solo faltaba que los demás estuvieran listos. Me levanté y caminé a la puerta. Los esperaría afuera.

—Lo siento, ¿qué me decías?

—Caleb, no puedes ir al instituto así —Diego me hizo salir de mis pensamientos. Me echó para atrás señalando la herida en mi brazo. Rodé los ojos—. ¿Qué vas a decir cuando te pregunten cómo te lo hiciste? ¡Se nota perfectamente que fueron cinco garras enterradas en tu piel!

—Diego tiene razón —Finn habló desde la cocina. Habíamos pasado la noche en la cabaña. Por si alguno de la manada de Brick se atrevía a volver.

—Sanará en dos días, Finn. —Me senté otra vez.

James apareció con una toalla rodeando su cadera y se paró al lado del mesón de la cocina a sacar una uva.

—Odio que ésta cabaña tenga solo un puto baño, ¿sabes cuanto rato tuve que esperar a Adam? No sé si hace un ritual de belleza antes de ducharse o que mierda.

—Tampoco teníamos dinero para comprar una mejor, con suerte nos alcanzó para comprar aquí. La suerte que tuvimos de que el viejo que vivía aquí haya decidido venderla.

—Que señor más raro, ¿quién vive en el medio del bosque solo? ¿Sin ninguna otra casa cerca?

—Nosotros —Finn respondió con la boca llena de pan y yo reí.

—Nosotros no vivimos aquí, no es lo mismo. Es solo nuestro lugar de reuniones y emergencias.

—Para mí es como una segunda casa —Adam entró a la sala y todos hicimos una mueca. Me tapé la nariz.

—¿Podrías ponerte tú maldito perfume en otro momento? ¡Vamos a desayunar!

—Ay, por favor. Huele delicioso.

—Por eso tu olfato es tan malo, tienes todo el tiempo el aroma de tu perfume impregnado a tus fosas nasales y después con suerte percibes otros olores. —Me levanté y abrí una ventana.

Si, tenía un buen olor, pero lo sentíamos demasiado fuerte al estar el mismo cuarto, sobretodo si acabamos de despertar, ya que teníamos el olfato mucho más sensible que el resto del día, cuando ya estamos acostumbrados a la diversidad de olores—. Además, tú abusas. Deberías ponerte menos.

—A las chicas con olfato normal les parece per-fec-to. —Se pasó una mano revolviéndose el cabello y James que estaba al lado de él comenzó a toser.

—Estoy comenzando a pensar que tú pelo rubio es teñido —dijo entre toses y todos comenzamos a reír. Solté una carcajada.
 

POV Alissa.

 

La primera hora se estaba haciendo eterna. Me apoyé en mi mano y agarré mi celular para usarlo por debajo de la mesa. Me metí a Instagram y me quedé ahí por alrededor de veinte minutos sin prestar real atención a la clase.

Mierda, y después me quejo de mis malas calificaciones en química. Supongo que me lo busco yo sola.

—¿No tienes algo para comer? —Danna se inclinó hacia mi mochila, revolviéndola hasta encontrar una barra de cereal—. ¡Perfecto!

Sonreí y la abrí. Partiéndola a la mitad y pasándole una de ellas. Siempre compartíamos la mayoría de las cosas a la mitad, ya era parte de nuestro día a día. Ella traía galletas y yogurt, y yo traía barritas y a veces pedazos de chocolate.

Anoté los últimos ejercicios que el profesor anotó y me apoyé en el respaldo de mi silla. Volví la vista a mi celular. Maldita sea, ya no tenía batería.

—¿Y estos? ¿Duermen juntos o qué? —Danna se acercó a mi oído cuando la puerta del salón se abrió. Levanté la vista. Por ella entraron Caleb y sus otros amigos.

—Déjame adivinar, Finn, James, Caleb, Diego y Adam, ¿no? —El maestro habló sin siquiera dar la vuelta—. Otra vez tarde.

—Lo sentimos —habló el chico de pelo castaño claro, que no alcanzaba a ser tan claro como el del otro más alto, que era casi rubio.

—No pidas disculpas, Finn. —El profesor se giró hacia ellos—. Pasen, pero la próxima cada uno recibirá una anotación. Rápido.

—Gracias.

—¡Ah! ¡Por cierto, James! —llamó el profesor y el último de los chicos se giró hacia el con mirada inexpresiva—. Me debes una nota de diagnóstico. Toma.

Rebuscó entre sus papeles y le pasó una prueba al pelinegro, parecía el típico chico serio que no le importaba meterse en problemas, vestía con Jeans negros rasgados y una remera blanca. Hizo una mueca al recibir el papel.

—Supongo que estudiaste —respondió el maestro pasando de él para volver a la pizarra —. Siéntate en la primera fila y cuando termines vuelve a tu lugar.

El chico se sentó justo dos puestos adelante que nosotras. Observé cada uno de sus movimientos.

—Ese chico, James. Tiene algo extraño —le murmuré a Danna y ella giró la cabeza hacia él para mirarlo.

—¿Extraño? Yo diría que misterioso. No lo he visto hablar con nadie que no sea de su grupo de amigos. ¿Estará solt...?

Entonces, el chico dejó de escribir y giró su cabeza hacia nosotras. Sus ojos conectaron con los de Danna y luego con los míos. Estaba serio. Por un momento me pareció como si de hecho... nos hubiera escuchado hablar.

—¿Viste eso? Qué incómodo —dijo Danna cuando quitó la vista de nosotras y se giró hacia el frente—. ¿Crees que nos haya escuchado?

Negué.

—No, es imposible —hablé, sin quitar la mirada de su nuca—. Está dos puestos más adelante, además, solo estábamos susurrando.

—¿Ves? Misterioooso...

Solté una leve risa y di una mirada hacia atrás para acomodar mi mochila, pero al hacerlo mis ojos se toparon con Caleb, que estaba mirando en nuestra dirección con el ceño levemente fruncido. Había visto la escena.




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