Protegiendo al Alfa

Capítulo 1 - Herencia inesperada

Clara

El sonido del timbre del teléfono me saca de mis pensamientos. Con el corazón acelerado, lo contesto, sintiendo una inquietud en mi estómago.

—Hola, Clara. Soy Margaret, la abogada de tu abuela —dice la voz al otro lado, grave y solemne.

—¿Qué sucede? —pregunto, sintiendo que algo no está bien.

—Lo siento mucho, pero tu abuela ha fallecido esta mañana.

Un nudo se forma en mi garganta. La noticia cae sobre mí como un pesado manto. Me siento en la silla del comedor, incapaz de procesar lo que acabo de escuchar.

—¿Estás ahí? —suena su voz de nuevo, preocupada.

—Sí, solo… necesito un momento —susurro. El dolor me invade y me aferro al teléfono, sintiendo cómo el mundo se desmorona a mi alrededor.

Unos días después, me encuentro en el pequeño apartamento de mi abuela, rodeada de cajas llenas de recuerdos. Margaret ha llegado para ayudarme con los trámites.

—Clara, aquí hay algunas cosas que debes ver —me dice, sacando un llavero de su bolso—. Hay una caja fuerte en su estudio.

La sigo hasta la habitación, donde el aire huele a libros viejos y a recuerdos. La abogada se arrodilla frente a la caja fuerte empotrada en la pared, introduciendo un código que me parece un secreto. Con un clic, la puerta de la caja fuerte se abre, revelando un interior oscuro.

—¿Qué hay aquí? —pregunto, intrigada.

—Algo que tu abuela guardó con mucho cuidado —responde Margaret, levantando una pequeña caja de terciopelo. La abre y saca un anillo antiguo, brillante a pesar del polvo que lo cubre.

—Es hermoso —murmuro, estirando la mano hacia el anillo. Mi abuela solía hablarme de joyas, pero nunca mencionó esto.

—Tu abuela siempre decía que tenía un significado especial —comenta Margaret, observando mi reacción—. Ten cuidado, Clara. Lo que llevas en la mano puede ser más que un simple objeto.

—¿Por qué? —pregunto, sintiendo una oleada de curiosidad.

—Hay historias familiares sobre guardianes y hombres lobo. Algunos creen que este anillo está vinculado a esas leyendas —dice, sus ojos llenos de misterio.

Mis pensamientos giran en torno a esas palabras mientras toco el anillo, sintiendo una energía extraña fluir por mi cuerpo.

—¿Guardianes? —repito, la incredulidad marcando mi tono.

—Tu abuela era parte de algo más grande de lo que imaginas. Y ahora, ese legado es tuyo —me responde, mirándome con seriedad.

Decido ponerme el anillo, y en el momento en que lo deslizo sobre mi dedo, una sensación de conexión me inunda. Todo a mi alrededor parece desvanecerse.

—Clara, ¿estás bien? —suena la voz de Margaret, pero suena lejana.

—Sí, solo… —susurro, sintiendo que las paredes del estudio parecen vibrar—. Solo necesito un momento.

—Si sientes algo extraño, es normal. Puede que tu abuela haya dejado más que solo un anillo —me advierte, acercándose un poco.

Miro el anillo en mi dedo, el metal frío y pulido, y siento un susurro en el aire, como si me llamara.

—¿Qué debo hacer? —pregunto, volviendo a la realidad.

—Investigar. Descubrir la verdad sobre tu herencia. Pero debes tener cuidado, Clara. Hay quienes no querrán que lo sepas —dice Margaret, su mirada grave.

—Lo haré —respondo, decidida a desentrañar el misterio.

Mientras me despido de Margaret, la incertidumbre me envuelve, pero una chispa de emoción se enciende en mi interior. La historia de mi abuela apenas comienza a revelarse, y yo estoy dispuesta a descubrirla.

Con el anillo brillando en mi dedo, salgo del apartamento, sintiéndome tanto perdida como llena de propósito. ¿Qué significa ser parte de esta herencia? La pregunta me persigue mientras cruzo la puerta y el mundo exterior me espera.




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