Clara
El sol se asoma lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y dorados. A medida que la luz se filtra a través de los árboles, el claro donde nos hemos reunido para entrenar comienza a cobrar vida. La manada ha decidido que es crucial preparar a todos los miembros, especialmente a los nuevos guardianes, para el inevitable enfrentamiento con Ezequiel.
Hoy es el día en que Luca comenzará a entrenarme en combate y autodefensa, una responsabilidad que pesa sobre sus hombros, pero que también le entusiasma. Aún me acuerdo de la conversación que tuvimos la noche anterior; su sinceridad sobre sus propios miedos y su historia resonó en mi corazón, empujándome a querer ser más fuerte.
Mientras espero a Luca, reviso mentalmente todo lo que he aprendido hasta ahora. Desde que me uní a la manada, he descubierto que mi intuición y mis sentidos están más agudizados. Las visiones que antes solía tener son más vívidas y claras. Sin embargo, me siento insegura de cómo canalizar esa energía en algo tangible. La idea de poder luchar no me asusta; me aterra no estar a la altura.
Finalmente, Luca aparece, su figura esbelta y musculosa se perfila contra la luz del amanecer. Su expresión es seria pero decidida, y veo en sus ojos el mismo deseo de que yo triunfe.
—Buenos días, Clara —saluda, con una sonrisa que apenas oculta su concentración—. Listo para empezar.
Asiento, y mi corazón late con fuerza.
—Sí, estoy lista —respondo, tratando de ocultar mis nervios.
Comenzamos con ejercicios básicos de calentamiento. Luca me guía a través de una serie de estiramientos y movimientos que me parecen sencillos, pero que pronto se vuelven agotadores.
—Recuerda, Clara —me dice mientras realizamos los ejercicios—, el combate no solo es físico. La mente juega un papel igual de importante. Debes estar siempre alerta y concentrada en tu entorno.
Sus palabras resuenan en mi mente mientras seguimos con el entrenamiento. Después de media hora de calentamiento, Luca me lleva a una zona despejada, donde hay algunos postes de entrenamiento.
—Ahora comenzaremos con lo básico: los golpes —anuncia, colocándose en una posición de combate. Me imita, intentando replicar sus movimientos.
Mis puños se cierran, y siento la energía fluir por mis venas. Con un movimiento rápido, lanzo un golpe, pero Luca lo detiene con facilidad, sonriendo levemente.
—No está mal, pero debes hacerlo con más poder. Piensa en lo que estás tratando de proteger. Piensa en la manada, en lo que significa para ti —me aconseja, y su voz es firme y alentadora.
Intento de nuevo, enfocándome en su consejo. Al cerrar mis ojos por un momento, puedo visualizar la manada, sus rostros llenos de esperanza y determinación. Vuelvo a abrirlos y lanzo un golpe más fuerte, impactando en el poste con más fuerza. Esta vez, Luca asiente, satisfecho.
—Eso fue mucho mejor. Ahora, trabajaremos en los movimientos de defensa. Es importante que no solo golpees, sino que sepas cómo protegerte —explica, mostrándome diferentes posturas y técnicas.
Mientras practico los movimientos, siento que algo dentro de mí despierta. Cada golpe que lanzo y cada movimiento que realizo me hacen sentir más conectada con mi poder. Mis instintos son más agudos, y con cada repetición, me siento más fuerte.
—Muy bien, Clara, ahora probaremos algo diferente —dice Luca, su voz suena llena de entusiasmo—. Quiero que intentes canalizar tu energía en un solo golpe. Piensa en lo que has sentido, en tu intuición.
Cierro los ojos, tratando de concentrarme en esa sensación. Recuerdo mis visiones, esos momentos en que he sentido una energía poderosa corriendo a través de mí. Con todo lo que hemos hablado sobre Ezequiel y su amenaza, siento que una chispa se enciende dentro de mí. Cuando abro los ojos, veo a Luca mirándome con atención.
—Estoy lista —anuncio, y él asiente, colocándose en posición defensiva.
Con un grito, lanzo un golpe, sintiendo cómo la energía fluye desde mi interior hacia mi puño. Hay un instante de conexión, una chispa de poder, y el impacto es mucho más fuerte de lo que esperaba. El poste se sacude con el golpe, y Luca retrocede un paso, sorprendido.
—¡Eso fue increíble! —exclama, una sonrisa de orgullo iluminando su rostro—. ¡Eso es exactamente lo que necesitabas!
Me siento llena de adrenalina, una risa involuntaria escapa de mis labios.
—Nunca pensé que podría hacer eso —admito, todavía sorprendida por la fuerza que he logrado canalizar.
Luca se acerca, su mirada se vuelve seria.
—Esa es solo una parte de tu potencial. Debes aprender a controlarlo y utilizarlo a tu favor. Tu poder es una herramienta, y como cualquier herramienta, debe manejarse con cuidado y sabiduría.
Durante las siguientes horas, continuamos entrenando, y cada vez que lanzo un golpe, siento que hay algo más que simplemente un ataque físico. Es una expresión de mis emociones, una forma de liberar todo lo que he estado guardando. El entrenamiento se convierte en un refugio, y cada vez que nuestros cuerpos chocan en el aire, la química entre nosotros se vuelve más intensa.
Luca también empieza a abrirse más, compartiendo historias de su pasado, de cómo él también tuvo que enfrentarse a sus propios miedos. A medida que sus palabras fluyen, puedo ver la pasión en su rostro, la fuerza que ha encontrado en la adversidad.
—La primera vez que enfrenté a un enemigo real, sentí que iba a desmayarme. Pero en ese momento, supe que tenía que proteger a mi manada, y eso me dio la fuerza que necesitaba —confiesa.
Sus ojos brillan con un fuego interno que me atrae. Hay algo en su vulnerabilidad que me hace querer estar a su lado, no solo como compañera de entrenamiento, sino como alguien que comparte un destino.
Cuando nos tomamos un descanso, sentados en la hierba, la conexión entre nosotros es palpable.
—Gracias por entrenarme, Luca —le digo, sintiendo el peso de mis palabras—. Esto significa más para mí de lo que imaginas.
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Editado: 14.11.2024