La luna llena brilla intensamente sobre el claro, iluminando el lugar donde la manada ha decidido organizar una celebración para reforzar la unidad. Las antorchas parpadean, proyectando sombras danzantes en los árboles circundantes, mientras el aroma de la comida asada se mezcla con la fresca brisa nocturna. Este evento, conocido como la Noche de la Confraternidad, es una tradición que se remonta a generaciones, diseñada para recordar a todos el valor de la unión frente a la adversidad.
Me encuentro en medio del bullicio, observando cómo los miembros de la manada se ríen y conversan, recuperando un sentido de normalidad. Sin embargo, en mi interior, la ansiedad se entrelaza con la alegría, ya que sigo sintiendo el peso de las visiones que me han atormentado. Mis recuerdos familiares parecen querer salir a la luz, pero aún me siento perdida en su significado.
—¡Clara! —Luca me llama desde la distancia, su sonrisa iluminando el ambiente—. Ven, ¡estamos a punto de comenzar!
Asiento y me acerco a él, sintiendo que mi corazón se acelera al verlo. La forma en que me mira me hace sentir especial, como si compartiéramos un secreto que solo nosotros conocemos. Me toma de la mano y, mientras nos dirigimos hacia el centro del claro, puedo sentir cómo la conexión entre nosotros se fortalece.
—Estoy feliz que estés aquí —dice Luca, su voz suave y sincera—. Esto es exactamente lo que necesitamos.
A medida que nos unimos a la celebración, veo a otros miembros de la manada reír y compartir historias. Me siento impulsada a participar, a dejar de lado las sombras que me han estado siguiendo. La música empieza a sonar, y un grupo de hombres lobo comienza a bailar al ritmo alegre. No puedo evitar sonreír mientras me dejo llevar por el ambiente festivo.
Después de un rato, Luca me toma de la mano y me lleva a un rincón más tranquilo del claro, alejado del bullicio. Allí, la luz de la luna nos baña en un brillo plateado, creando un espacio privado solo para nosotros.
—¿Te gustaría bailar? —pregunta, su voz temblando con un ligero nerviosismo.
—Me encantaría —respondo, sintiendo una mezcla de emoción y calidez en mi pecho.
Él me toma en sus brazos, y comenzamos a movernos suavemente al ritmo de la música que aún resuena en la distancia. Nuestros cuerpos se acercan, y el mundo exterior parece desvanecerse. En ese instante, me doy cuenta de lo mucho que he llegado a confiar en él. Luca me mira a los ojos, y en su mirada encuentro un refugio.
—Quiero que sepas que estoy aquí para ti, Clara —dice, su voz baja—. Lo que estamos enfrentando es difícil, pero juntos podemos superarlo.
Su sinceridad me toca profundamente, y mientras nuestros cuerpos se mueven en perfecta armonía, siento que el miedo se disipa, aunque solo sea por un momento.
—Yo también estoy aquí para ti —le respondo, acercándome más—. Nunca he sentido esto antes, y me asusta, pero al mismo tiempo, no quiero alejarme.
Luca me sonríe, y en ese instante, el universo parece alinearse a nuestro favor. La música nos envuelve, y por un instante, las preocupaciones sobre Ezequiel y las visiones desaparecen. Todo lo que existe es la conexión que compartimos.
Sin embargo, esa tranquilidad es efímera. De repente, un grito desgarrador resuena en el claro, cortando el ambiente festivo como un cuchillo afilado.
—¡Ezequiel! —grita un miembro de la manada, su voz llena de pánico.
El alboroto se desata de inmediato. Los rostros alegres se tornan serios, y la manada se agita, los murmullos de preocupación llenando el aire. La sensación de unidad que habíamos construido en la noche se ve rápidamente amenazada por la inminente realidad.
—¡Debemos prepararnos! —ordena Elena, quien se ha acercado rápidamente—. Ezequiel ha sido avistado cerca de nuestro territorio. Necesitamos estar listos para cualquier cosa.
Luca toma mi mano con fuerza, y la calma que habíamos compartido se desvanece en un abrir y cerrar de ojos.
—No podemos permitir que nos tome por sorpresa —digo, sintiendo que el temor comienza a formarse en mi pecho—. Debemos reunir a todos.
Asiento mientras miro a los miembros de la manada, que ahora se preparan para el conflicto. La música se ha apagado, y en su lugar hay un murmullo de preparación y determinación. El ambiente festivo ha sido reemplazado por una palpable tensión, como un resorte a punto de romperse.
Mientras nos movemos entre los miembros de la manada, siento la urgencia del momento. Las visiones que he tenido podrían ser la clave para entender cómo enfrentar a Ezequiel. Esa mujer en mis sueños… quizás tiene respuestas.
—Luca, necesito hablar con Elena antes de que todo esto comience —le digo, sintiendo que el tiempo se está agotando.
Él asiente y nos dirigimos hacia Elena, quien está organizando a los miembros de la manada en grupos. El temor en su rostro es evidente, pero su determinación brilla con fuerza.
—Clara, tengo que preparar a todos para lo que venga —dice, y yo siento que tengo que aprovechar esta oportunidad.
—Elena, he estado teniendo visiones. Creo que podrían ser importantes para entender a Ezequiel y cómo enfrentarlo —explico, sintiendo que debo transmitirle esta información.
Su mirada se agudiza, y veo que la preocupación se mezcla con la esperanza.
—¿Qué has visto? —pregunta, su tono serio.
—He visto a una mujer que parece conectada a mi familia. Hay algo en su historia que podría ser clave para entender a Ezequiel. Siento que estoy cerca de descubrirlo, pero necesito tiempo.
—No podemos perder tiempo ahora —responde Elena, pero hay una chispa de comprensión en sus ojos—. Una vez que se resuelva esto, hablaremos de tus visiones.
Antes de que pueda responder, un estruendo resuena en el bosque. Un grupo de hombres lobo emerge de las sombras, sus rostros tensos.
—¡Ezequiel está cerca! —grita uno de ellos—. Ha traído más de su grupo.
El pánico comienza a correr entre los miembros de la manada, y el aire se llena de una tensión electrizante.
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Editado: 14.11.2024