Clara
La noche está oscura, y una tensión palpable flota en el aire. La manada se agrupa en el claro del bosque, preparándose para el enfrentamiento que cambiará nuestras vidas para siempre. Ezequiel ha hecho su movimiento, y esta vez no se detendrá hasta que haya consumado su venganza. Las palabras de advertencia que han circulado por nuestra comunidad resuenan en mi mente: “Esta es la última oportunidad. Lucha o pierde todo”.
Mi corazón late con fuerza, y miro a mi alrededor. Los rostros de mis compañeros reflejan determinación y miedo, un eco de lo que siento. Es en momentos como este que me doy cuenta de lo que está en juego: no solo nuestras vidas, sino también el futuro que hemos construido juntos.
Luca se mueve a mi lado, su presencia reconfortante en medio del caos que se avecina. Ha sido mi roca durante estos momentos difíciles, y sé que, pase lo que pase, enfrentaremos esto juntos. En una reunión previa, discutimos la estrategia de ataque, y ahora es el momento de ponerla en práctica.
—Recuerden, no podemos permitir que Ezequiel gane. Mantengan la formación y sigan mis órdenes —grita Luca, su voz resonando en la noche. Los miembros de la manada asienten, y una energía renovada recorre nuestros cuerpos.
Mientras nos preparamos, no puedo evitar recordar todo lo que hemos pasado: las pérdidas, los sacrificios, y las decisiones que nos han llevado a este punto. La manada se ha convertido en mi familia, y no puedo fallarles.
De repente, un ruido sordo rompe el silencio. El viento se agita, y una sombra oscura se desliza entre los árboles. Ezequiel ha llegado, y con él, la amenaza que ha estado acechando por tanto tiempo. Su figura es imponente, y a su lado, una legión de seguidores está lista para desatar el caos.
—¡Hoy es el día en que acabaré con ustedes de una vez por todas! —grita Ezequiel, su voz resonando en el aire como un trueno. Un escalofrío me recorre la columna. La batalla se avecina, y mi instinto de supervivencia se activa.
Con un rugido ensordecedor, la batalla comienza. Los miembros de la manada se lanzan hacia adelante, y yo sigo a Luca, mi mente enfocada en la lucha. Los gritos de nuestros compañeros se mezclan con los de los enemigos, y el sonido de las garras y los colmillos chocando llena el aire.
Me encuentro frente a un adversario, y el combate se vuelve instintivo. Mis movimientos son rápidos, y siento una conexión profunda con mis habilidades recién descubiertas. Sin embargo, cada golpe que doy está impregnado de la ansiedad de perder a alguien.
Luca está a mi lado, luchando con la misma determinación. A medida que nos enfrentamos a los seguidores de Ezequiel, nuestra conexión se siente más fuerte. Es un baile mortal, una sincronización perfecta entre dos guerreros.
A medida que avanza la lucha, veo a algunos de nuestros compañeros caer, sus vidas extinguiéndose ante nuestros ojos. La desesperación se apodera de mí, y un grito de dolor se escapa de mis labios al ver a uno de nuestros guerreros caer. La realidad de la batalla se vuelve cruda y brutal.
—¡No te rindas! —grita Luca, empujándome hacia adelante mientras enfrento a otro adversario. Su voz me recuerda que no puedo permitir que el miedo me consuma.
La batalla se intensifica, y la sangre derramada se convierte en un símbolo de nuestros sacrificios. Un momento se siente eterno, y luego, una figura conocida aparece ante mí: Ezequiel. Su mirada está llena de odio, y sé que este es el enfrentamiento que he estado temiendo.
—Clara, tan valiente y tan estúpida —se burla Ezequiel, su risa resonando en el aire. Sus palabras me irritan y me llenan de furia.
—No dejaré que ganes —respondo, levantando la cabeza con determinación. La batalla ha cambiado, y no soy la misma chica asustada que era al principio. Estoy lista para luchar por lo que amo.
La lucha es feroz. Ezequiel es poderoso, y cada golpe que intercambiamos parece llevar un peso emocional. Cada golpe es un recordatorio de las vidas que están en juego, y cada movimiento está cargado de la culpa y la tristeza que he acumulado a lo largo de este viaje.
En medio del enfrentamiento, un momento de claridad me golpea. Veo a mis compañeros luchando, y la desesperación se apodera de mí al darme cuenta de que si sigo enfrentando a Ezequiel, puedo perder a Luca, a mi familia, a todo lo que he llegado a amar.
La batalla se desarrolla a mi alrededor, y la decisión me golpea como un rayo. Debo sacrificar algo para proteger a los que amo. La idea de perder a Luca es abrumadora, pero no puedo permitir que eso suceda. No puedo dejar que el miedo me consuma.
—¡Luca! —grito, buscando su mirada en medio del caos. Él me ve, y en sus ojos hay una mezcla de comprensión y desesperación.
—Clara, no lo hagas —grita, pero ya he tomado la decisión.
Con una resolución ardiente, me lanzo hacia Ezequiel, dispuesta a hacer lo que sea necesario. En un momento de vulnerabilidad, utilizo mis habilidades recién descubiertas y conjuro una barrera de energía que rodea a la manada. Ezequiel intenta atravesarla, pero es un esfuerzo en vano. El dolor que siento es intenso, pero estoy dispuesta a soportarlo.
—¡No! —grita Ezequiel, intentando romper la barrera, pero es demasiado tarde. Con un grito, la energía explota, y el aire se llena de un destello brillante. El impacto me lanza hacia atrás, y caigo al suelo.
Mis sentidos se nublan, pero el sacrificio ha valido la pena. La manada está a salvo, y veo a Luca luchando contra Ezequiel con un furor renovado.
La batalla continúa, y Ezequiel, debilitado por el golpe, finalmente se enfrenta a su derrota. Luca lanza un golpe decisivo, y en un instante de pura determinación, el adversario cae al suelo. La manada estalla en vítores, pero en mi interior, una sombra de tristeza se cierne. He sacrificado una parte de mí, y aunque hemos ganado, las cicatrices de la batalla perdurarán.
La celebración de la victoria es un tanto amarga. Me levanto con esfuerzo, sintiendo la presión de mi decisión. Luca se acerca a mí, y en sus ojos veo el dolor por lo que hemos perdido y la esperanza de lo que hemos ganado.
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Editado: 14.11.2024