La calma que sigue a la tormenta puede ser más desconcertante que la propia batalla. Después de la lucha con los cazadores, la manada se reúne en el claro, donde el silencio está cargado de un peso que no podemos ignorar. Cada mirada refleja el cansancio, la pérdida y la incertidumbre. Clara y yo intercambiamos miradas cargadas de significado, conscientes de que lo que hemos enfrentado ha cambiado el rumbo de nuestras vidas.
Mientras la manada se recupera, un nuevo desafío se cierne sobre nosotros. La amenaza de Ezequiel todavía resuena en nuestros corazones, y la información que hemos recibido sugiere que está tramando algo aún más siniestro. Clara se convierte en el centro de las discusiones, pues su conexión con la manada la convierte en un objetivo prioritario.
—Debemos encontrar una forma de proteger a todos, y eso puede significar un sacrificio —dice Clara, su voz firme, aunque sus ojos traicionan un atisbo de temor.
—No quiero que te arriesgues, Clara —respondo, incapaz de ocultar la desesperación en mi tono—. Ya hemos perdido demasiado.
Ella me mira, sus ojos llenos de una resolución que nunca había visto antes.
—Si eso significa salvar a la manada, tengo que hacerlo. No puedo quedarme de brazos cruzados.
Mi corazón se hunde ante su declaración. La idea de que Clara se sacrifique por nosotros me llena de un terror indescriptible. Pero sé que su decisión es firme. La manada la respeta y la necesita, y eso la hace más fuerte.
La noche se vuelve un espacio de reflexión. Mientras todos descansan, nos encontramos a solas en el borde del bosque, lejos de las miradas curiosas. La luna ilumina su rostro, y en ese momento, puedo ver la mezcla de valentía y vulnerabilidad que habita en ella.
—Luca, si decido hacer esto, no quiero que sientas que fallaste o que no hiciste lo suficiente para protegerme —comienza Clara, su voz suave pero decidida—. Quiero que sepas que lo haría por todos, pero especialmente por ti.
Mi corazón se retuerce. La idea de perderla es insoportable, y lo que ella está dispuesta a hacer por la manada resuena en cada fibra de mi ser.
—¿Y si no vuelves? —pregunto, la voz quebrada por la emoción—. ¿Y si este sacrificio no soluciona nada?
—Tendrás que ser fuerte. Te necesito fuerte, Luca. Necesito que mantengas a la manada unida. Ezequiel busca desestabilizarnos, y tenemos que mostrarle que somos más fuertes juntos —ella se acerca, su mirada intensa—. Te prometo que haré todo lo posible para regresar.
Es un momento de dolor y amor. La decisión que ha tomado Clara va más allá de nosotros, y sé que está dispuesta a asumir cualquier riesgo. Sin embargo, no puedo evitar que el miedo se instale en mi corazón.
—Si decides hacerlo, estaré contigo en cada paso. Pero también tengo que pedirte que prometas regresar —le digo, la sinceridad en mis palabras—. Eres mi todo, y no sé cómo enfrentar el futuro sin ti.
Ella sonríe tristemente, y al acercarse, sus manos encuentran las mías.
—Siempre estaré contigo, en espíritu y en cuerpo. Nunca dejaré que la distancia nos separe.
La mañana siguiente, la manada se reúne nuevamente, y Clara se prepara para llevar a cabo su sacrificio. Ella se coloca frente a todos, su presencia es firme y llena de determinación. El ritual que llevará a cabo no solo implica riesgos físicos, sino que también conlleva una carga emocional pesada para todos nosotros.
—Hoy, me ofrezco a ser el puente entre nuestra manada y el poder que necesitamos para detener a Ezequiel —declara, su voz resonando en el claro—. Haré lo que sea necesario para proteger a cada uno de ustedes.
La manada escucha en silencio, cada uno absorbiendo la magnitud de sus palabras. Aunque hay un sentido de orgullo en el aire, el miedo también es palpable. Clara no solo se sacrifica por nosotros, sino que también está dispuesta a enfrentarse a sus propios demonios.
La ceremonia comienza, y mientras Clara se coloca en el centro del círculo formado por la manada, siento un nudo en mi estómago. La tensión crece mientras el ritual avanza. Cada palabra que pronuncia parece resonar en mis venas, y el poder que Clara invoca comienza a llenar el aire.
A medida que el ritual llega a su clímax, Clara emite un grito de fuerza y dolor, y el aire se llena de energía. En ese momento, veo visiones fugaces: imágenes de la manada unida, de Clara en su elemento, luchando contra la oscuridad. Pero también veo sombras que se ciernen sobre nosotros.
Finalmente, Clara se desploma, y un grito de angustia escapa de mis labios.
—¡Clara! —exclamo, corriendo hacia ella mientras la manada se agita a mi alrededor.
El poder que ha invocado parece haberla dejado débil, pero aún veo en su rostro una chispa de determinación.
—Lo hice… —susurra, sus ojos encontrando los míos.— Ahora son más fuertes…
Mientras la manada se recupera y la energía de Clara se dispersa, me doy cuenta de que su sacrificio ha marcado un antes y un después. Aunque la lucha aún no ha terminado, su acto de valentía ha traído una nueva fuerza a nuestra comunidad.
Pero las consecuencias de su decisión aún están por verse. La manada enfrenta la recuperación, pero también los temores de que Ezequiel pueda regresar en cualquier momento. Clara ha fortalecido nuestra conexión, pero su sacrificio ha dejado cicatrices que tardarán en sanar.
En los días que siguen, Clara lucha por recuperar su energía, y mientras la ayudo, me doy cuenta de que nuestra relación ha cambiado. La presión de la situación ha revelado lo que verdaderamente sentimos el uno por el otro.
—Luca… —me dice, aún frágil—. Me duele pensar en todo lo que hemos enfrentado. Pero sé que juntos podemos superar cualquier cosa.
—No hay nada que no podamos enfrentar, Clara. Eres la guardiana de nuestra manada, y siempre estaré a tu lado —le respondo, acariciando su mejilla.
A medida que enfrentamos el futuro, comprendemos que el sacrificio de Clara ha hecho que nuestra relación se vuelva más fuerte. La manada se encuentra unida, y juntos, enfrentaremos cualquier oscuridad que se avecine.
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Editado: 14.11.2024