Después del entrenamiento, el gimnasio fue quedando en silencio. El sol de la tarde entraba por las ventanas, tiñendo de dorado las canchas. Eren secaba su frente mientras Ren y Daiki cuchicheaban como si estuvieran planeando el fin del mundo.
—Bro… ¿por qué me están mirando así? —preguntó Eren, incómodo.
—¿Sabes qué es lo único mejor que hacer una jugada perfecta? —dijo Daiki con su sonrisa de loco.
—Hacer que un corazón se acelere —agregó Ren, guiñando un ojo.
Eren se alejó lentamente.
—Ustedes están raros...
Pero no sabía que en el otro extremo del gimnasio, un plan muy distinto también estaba en marcha.
—Himari —le dijo su amiga Ayaka, con voz maliciosa—. ¿Te gustó cómo jugó Eren, verdad?
—¿Qué? ¡No seas ridícula! Solo fue… impresionante. Su salto… su fuerza… su sonrisa— ¡Digo, su remate!
Ayaka y su amiga Nanami se miraron y rieron.
—Entonces te va a encantar el reto de hoy.
—¿Qué reto?
Nanami sacó su celular y abrió una app de retos virales del instituto.
—Aquí está: “Dale un beso en la mejilla al chico que más te hizo sonreír hoy. Y si puedes hacerlo sin que se dé cuenta, ganas doble.”
Himari se congeló.
—¡¿Qué clase de reto estúpido es ese?! Yo no…
—Te retamos, Sakamoto —dijeron al unísono.
Ella apretó los labios… y bajó la mirada.
No podía negarlo. Eren la había hecho sonreír. Más de lo que quería admitir.
—Acepto —susurró.
Pero entonces…
—¡Eren, ven un momento! —gritó Ren desde la puerta del gimnasio.
Himari se escondió tras una columna, el corazón a mil.
—¿Qué pasa? —preguntó Eren, acercándose.
Ren lo agarró por los hombros.
—Bro, quédate quieto un momento. Hay una cámara del club haciendo tomas de “jugadores estrella” para el mural del salón.
—¿Yo? ¿Jugador estrella?
—Sí, sí, ya cállate y quédate de perfil, mirando al frente.
Daiki se agachó fingiendo amarrarse los zapatos.
—Ahora, Himari. ¡Es tu momento!
Ella caminó lentamente hacia Eren, temblando. Lo tenía a medio metro. Solo un pequeño paso más…
Cerró los ojos, apuntó a su mejilla…
Y justo cuando se acercaba...
—¡Eren! —gritó otro compañero del equipo, pasando por detrás.
Eren volteó por reflejo.
¡PUM!
Sus labios y los de Himari se rozaron de golpe.
Ni beso en la mejilla…
¡Ni doble punto!
Fue un medio beso, inesperado… real.
El silencio fue absoluto.
Ren abrió la boca.
Daiki se desplomó al suelo, fingiendo un ataque.
Ayaka y Nanami chillaron.
Himari retrocedió como si hubiera pisado fuego.
Eren se tocó los labios, paralizado.
—Yo… ¡yo no quería! ¡Fue un accidente! —gritó Himari, roja como un tomate.
—Y-yo tampoco… ¡o sea sí! ¡O sea no! ¡Fue el aire! ¡El destino! ¡El balón rebota! —balbuceó Eren.
Ren y Daiki se miraron con ojos brillantes.
—Plan B: éxito colateral activado —susurraron al mismo tiempo.
Himari salió corriendo del gimnasio.
Eren se quedó allí, tocándose la cara.
—¿Qué fue eso…?
Y su corazón le respondió, antes que su mente:
Una jugada que no vi venir.