“No lo vi venir… pero no lo odio”

A la mañana siguiente, Eren llegó al instituto antes que Ren y Daiki. Caminó por el pasillo como si flotara, perdido en sus propios pensamientos.

—Fue un beso. ¿Fue un beso? No, fue un golpe. Pero suave. Pero… ¡fue un choque de labios!

Se detuvo frente a un espejo.

—¿Y si piensa que fue mi culpa? ¿Y si piensa que me aproveché? ¿Y si... le gustó?

Se sacudió la cabeza.

—¡Concéntrate! ¡Estás en primero de secundaria! ¡El voleibol es tu camino! ¡No los besos robados de chica bonita y tímida!

Justo en ese momento, la chica bonita y tímida apareció al final del pasillo.

Himari.

Ambos se detuvieron. Se miraron. El mundo se puso en pausa.

Eren levantó una mano para saludar, torpe.
—Eh… buenos días.

Himari bajó la mirada. Luego la subió.
—Buenos días…

Silencio.
Tensión.
Miedo.
Vergüenza.
Y algo más… como un cosquilleo en el aire.

—Sobre… ayer… —dijeron al mismo tiempo.

Ambos se rieron, aliviando la presión.

—Tú primero —dijo Eren.

Himari respiró hondo.

—Lo siento. Fue un reto, y… no debía pasar así. Te moviste, y… fue sin querer.

Eren asintió, con una sonrisa tímida.

—Ya veo. Entonces… fue accidental. Qué lástima…

Himari lo miró confundida.
—¿Lástima?

Él se encogió de hombros, sonrojado.

—Digo, si ibas a besarme, al menos que fuera bien hecho, ¿no?

BOOM.

Himari se quedó de piedra.
Luego bajó la cabeza, tapándose la cara con ambas manos.

—¡Eres un idiota!

—¿Y tú por qué estás roja?

—¡Porque me haces decir tonterías! —gritó ella, girando y caminando hacia su salón.

Eren la siguió, sonriendo.

—Entonces estamos a mano… porque tú me haces pensar en ellas.

Y mientras ambos entraban al salón, detrás de una esquina estaban Ren y Daiki, mirando la escena como si fuera una obra de arte.

—Paso uno, completado —susurró Ren.

—Ahora falta… que acepten que se gustan —dijo Daiki.

—Y eso… será lo más divertido.