Punto Débil

Capitulo 11

Capitulo 11

 

 

Al abrir los ojos sonrió, se sentía diferente esa mañana, de seguro era por el hecho de no tener que ir a trabajar, sí tenía, lo recordó, entonces no era por eso. Bueno, quiso creer que solo estaba de buen humor. 
Se sentía fresca, y sin ganas de pensar en nada que la atormentara, hoy era un gran día para ella de seguro.

Se preparó un café con leche que le encantaba, para después hecharse una ducha y arreglar sus cosas para la universidad. Decidió que comería algo de camino. 
Así lo hizo, su excusa era que odiaba el encierro y por supuesto más aún, la soledad. Prefería comer su ensalada de frutas viendo a la gente a su alrededor mientras prestaba atención a uno que otro chisme que lograra escuchar en el camino. Estaba loca sin duda, pero eso le daba un toque a sus días así.

Ya en la universidad recordó las palabras que le había dicho a Dimitri, sobre de qué debía ir a las tres a la oficina y estuvo a punto de maldecir, se contuvo y se obligó a dejar eso de lado por el momento. Ese día tenía clase a primera hora y no quería pensar en otra cosa que no fuera su proyecto. 
Sonrió cuando encontró un documento oficial en su casillero, lo había esperado durante una semana entera y ahora por fin había llegado. 
El documentó le informaba que la profesora Galesia había aceptado dirigir su proyecto. Estaba contemplándolo sorprendida, preguntándose qué había hecho para que eso pasará, eso era una gran noticia.

La profesora Galesia tenía setenta y cinco años. Era una especialista que se había formado en Canadá y que había pasado gran parte de su vida dando clases en la universidad de Toronto. Tenía fama de ser severa, exigente y brillante. La carrera de Maya obtendría un empujón muy fuerte si presentara su proyecto bajo su supervisión. Si hacía un buen trabajo, podría hacer el doctorado donde quisiera. De solo pensarlo su corazón se paralizaba de emoción.

Estaba tan metida en lo que le acaba de pasar que no sintió cuando Nicholas apareció a su espalda.

 

—¿Estás lista? —Maya dió un grito bajo antes de propinarle un golpe leve en el hombro del muchacho.

—Te he dicho que dejes de hacerme eso. —le dijo mientras guardaba el documento en su mochila. Y se disponía a contarle lo que acaba de ocurrirle.

—No puedo creer que a mí aún no me llegue mi informe. —Maya se sonrojó, estaba tan entusiasmada contándole que ni le había preguntado si a él le habia tocado igual. —Igual quiero que me cuentes todo lo que ocurra, dicen que es una profesora muy dulce para tener tantos años soltera.—dijo él, muy serio. Maya no pudo contener la risa.

—No ha estado soltera tanto tiempo. —Se sentaron uno frente al otro, mientras la clase se llenaba de pronto.—Escuché que tuvo un romance con Michael Morgan.

—Él es un hombre muy caliente. —intentó decir en español por lo que le salió muy raro ante la muchacha.

 

Sin embargo ella rió asistiendo. Nicholas la hacía olvidarse un poco de sus problemas y eso se lo había agradecido siempre. Desde que entró al lugar había sido un buen amigo, tenia un corazón muy grande y siempre estaba atento al sufrimiento de los demás. Todos en la universidad lo tenían como una clase de terapia para sentirse mejor en todo momento y él más que feliz se prestaba para ello.  

Al terminar su día pensó en lo tranquilo que sería ir a su casa, hecharse un baño y pasar el resto del día viendo películas bajo las sábanas, no podía estaba claro. 
Asi que suspirando hondo antes de tomar el autobús que la dejaría frente a él edificio Capalli, se obligó a no pensar en ello y enfocar de nuevo su atención al trabajo.

Al llegar, observó como todo estaba en seriedad total, las personas en la parte baja del edificio ni la llegaron a saludar y todos parecían estar en un trance nunca antes visto. 
En el ascensor una muy agitada Sofía entraba mirándola con ojos suplicantes.

 

—¿Qué está pasando? —dijo cuando las puertas del ascensor se habían cerrado.

—¿Te llamó en tu permiso? —le preguntó sorprendida. Su cerebro entendió rápido de quien hablaban y de la misma manera imaginó que no podía decirle que había cenado con él una noche antes y habían quedado en que ella vendría ese día, desee luego que no.

—Eh... Sí, vengo de la universidad. —el ascensor se abrió y salieron para quedar en una sala en completo silencio. Mucho más raro, siempre tenían música y se escapaban para hablar entre ellos. Su piso estaba muy triste y Sofía pretendía irse sin decirle nada. —¡Hey! —la tomó del brazo deteniendola en su sitio. —¿Qué pasó aquí?

—Aáron Millán, es lo peor que pudo llegar a esta empresa.

—¿Qué? —dijo sin entender.

Sofía suspiró mirando fijamente la puerta de la oficina que antes era del señor Marcelo, dándole a entender que ahí dentro se encontraba Dimitri.

—Se corrió una información sobre él en la mañana y en menos de media hora ya había callado a la gente, amenazando a todos de que nos iba a despedir. —susurró con leve dramatismo.

—¿Qué? —Maya no creía lo que le estaba diciendo su amiga. —Él no puede hacer eso.

—Sí puede, y pretene hacerlo. Ninguno de los Capalli dijo una palabra. Parecían tenerle miedo, fue horrible.

Maya quedó un momento soprendida, pero rápidamente se apresuró a pregúntale a la rubia.

—¿Cuál era la información? —dijo notando como Sofía negaba exageradamente.

—¡Estás loca! —susurró. —¿Quieres que me echen?

—¡Ay por favor! Dime de una vez que era. —Sofia negó repetidas veces sin dejar de observar la puerta. —Debes decirme, yo soy su secretaria. —dijo esperando seriamente una repuesta. —Debo saber todo lo que se dice de él. Así que empieza.

 

Sofia miró a los lados con precaución.

—No lo sé muy bien del todo.

 

—Dime lo que sepas. —se apresuró a decirle antes de que le pusiera excusas.

—Esta bien. —dijo agitando las manos de una manera desesperada. —Se dijo que es un Playboy, multimillonario, que heredó una fortuna de su padre cuando éste murió y que...




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