Capitulo 25
Su celular sonó más veces de las que alguna vez llegó a imaginar, en ninguna de las ocasiones respondió. No tenía cabeza para pensar en nada que no fuera ella, como antes, corrección: como siempre.
Es que negarlo en voz alta frente a personas que es lo que esperan que hagas es muy fácil. Sin embargo, en la oscuridad de tu departamento, solo y con millones de recuerdos taladrando tu mente, era otra cosa sinceramente.
Sentía su estómago revuelto a par con su mente. Y lo que creyó peor, sentía el terror como su principal sentimiento. La duda lo estaba matando lentamente.
Era cierto, Maya tenía razón en eso. Su padre siempre lo había querido para el negocio. Le repitió constantemente que no debía de enamorarse. Le había puesto miles de dificultades cuando estaba con Maya y de la nada, había cambiado. Si pensaba un poco más las cosas todo encajaba perfectamente. Todo parecía tener sentido, tener una explicación.
Si su padre no le hubiese enseñado las fotos, él y Maya estarían juntos en ese momento, viviendo juntos como tantas veces lo imaginó. Él trabajaría ocho horas en el área administrativa de alguna empresa pequeña mientras espera impaciente su hora de salida para encontrarla en casa. Ella estuviera a punto de graduarse saltando de un lado a otro mientras le contaba todo lo que pretendía hacer, y Dimitri; la escucharía, feliz y muchos más emocionado que ella. De eso estaba seguro.
Sin dudarlo, esa era la vida que se imaginó por mucho tiempo. Jamás, en ninguna circunstancia pensó que sería el sucesor de su padre, y eso Aáron lo sabía, todos lo sabían. Y en ello había acabado.
Pero no podía negarlo, él había visto las fotos de su engaño. Esas fotos vivían sólo en su memoria, ya que las había quemado horas después de que Erick le afirmara que habían estado juntos, y después de que casi lo matara a golpes en ese aeropuerto.
Erick, su mejor amigo.
Desde que Maya se lo había presentado notó que él quería más que una amistad, y como se dieron las cosas; ella también.
En ningún momento se había puesto a pensar bien las cosas, a dudar de lo que llegó a creer. Ahora lo hacía y sentía que algo dentro de su pecho volvía a encenderse. Con ello las palabras que su padre le había dicho el día que le mostró las fotos llegaron a él más claras de lo que imaginaba.
“He hecho mis propias averiguaciones. Lo interrogue. No negó nada”
Y en menos de un día Erick había dejado el pueblo, no sin antes confirmarle que efectivamente había tenido relaciones con Maya.
Ahora las palabras de su padre se repetían en su cabeza de forma lenta y claras. Mostrándose ante él como lo que eran: amenazas. No cabía dudas. Y más agregándole el hecho de que Erick estaba en ese aeropuerto solo, sin Maya, ni los padres de ella. Él había viajado hasta ahí para pasar unos días con ellos, con ella, su mejor amiga. Y de la nada dejaba todo sin avisar a nadie. Posiblemente era por eso mismo, estaba amenazado.
Llegaron imágenes a su mente como pequeñas estrellas fugaces. De él, de ella, de su padre, de Andrea. Le dolía, se estaba haciendo daño, pero lo necesitaba.
“No quiero más problemas. “
De pronto esas palabras lo golpearon fuertemente. El rubio con la cara pálida y manos temblorosas le había dicho de forma rápida. Solamente que él no había puesto demasiada atención por el dolor que sentía.
Todo buscaba tener sentido, o gran parte al menos. Ya que las fotos decían más que cualquier cosa, pero si lo que estaba pensando era cierto, era posible que también tuviera una explicación. Y ante eso, su corazón se paralizó. «¿Qué he hecho?». Pensó mientras una lagrima se deslizaba por su mejilla.
Se había convertido en él. Y a ella le bastó una palabra para que él se diera cuenta de ello.
Miles de dudas, quería saber la verdad y para eso debía preguntar. Pero, no le podía preguntar a ella, la imaginó de ante mano gritándole y sin volver a dirijirle la palabra nunca más. Eso no lo podía permitir, debía de tener todo claro.
Aunque no sabía que haría si las cosas terminarán siendo como lo imaginaba. Probablemente tendría ganas de matar a medio mundo incluyéndose. Y ella, tan bella como siempre lo había sido, odiándolo. Ya tenía claro que lo hacía, se lo había ganado desde mucho ante.
Él había actuado sin llegar a meditar las cosas, estaba guiado por el dolor. Aún lo estaba, a pesar de los años seguía enfadado, traicionado. Y que en ese momento ella viera el poder que tenía sobre él no era bueno, porque con todo lo que había ocurrido, había creído que era una manipuladora, y eso era lo que creía que haría con él; manipularlo.
Su padre estaba muerto. Y él único que estaba seguro que pudiese saber algo, era Carmelo. Claro está, él nunca le diría nada.
¿Y Erick? ¿Dónde estaba? Después de tanto tiempo tal vez Maya sabía algo. Sus venas se tensaron sin controlarlo.
Tal vez ahora, después de tanto tiempo, él tendría otras cosas que decirle, ahora que Aáron Petrova no estaba presente.
A la mañana siguiente. Sin llegar a dormir nada, se arregló y llegó puntual a la empresa Capalli. Abrió las ventanas, y espero impaciente el sonido de movimiento que le indicará que Maya había llegado. Cuando ocurrió, fue capaz de apreciar a la criatura más bella del mundo, su respiración se volvió un poco más ligera. Más tranquila. Seguía ahí, con él.
Se apresuró a llamar a su conexión luego que la vio en su lugar. La vio sobre saltarse para un minuto después responder el teléfono amablemente.
—Soy yo. —dijo queriendo sonar relajado. —Puedes venir a mi oficina, por favor.
Vio como ella volteaba desconcertada por lo temprano que era o tal vez por la forma que le había hablado, pero lo importante era que sin buscar discutir había ido frente a él un minuto después.
—Buenos días. —sólo dijo una vez frente a él.
—Buenos días. —respondió sutilmente. —Principalmente quiero que tengas consiente de que no te llame para que peleemos o algo parecido. —dijo indicándole con la mano que tomara asiento. —Quiero preguntarte algo. Y no te preocupes porque no es nada grosero de mi parte.