Qhoa: Brújula Estelar

Retorno

Entre clases y talleres extracurriculares, pasó más de un mes. Skoll dividía su tiempo en las noches entre las tareas y el entrenamiento. Desde la primera noche de entrenamiento, Skoll comprendió que tenía muchas cosas por mejorar. Omar era un gran capitán, pero exigente.

Skoll había aprendido a armar jugadas sólidas, comunicación en equipo y equilibrar mejor su peso en el báculo. También noto que después de los entrenos, quedaba tan cansado que llegaba directo a la cama rendido.

Fue en una de esas noches, donde el cansancio lo superaba, que una pesadilla lo despertó de improviso. Skoll estaba sudado y agitado. En el sueño estaba huyendo de nuevo de aquel enorme gato que vio en su selección. Aunque esta vez el felino no dejaba de perseguirlo. Skoll sentía el suelo hundirse bajo sus piernas y cuando casi era alcanzado por el felino, despertó.

Respiro profundo, aliviado de estar en su cama. Secó su frente con la manga del pijama, al ver a través de la ventana pudo observar aun las estrellas. Los demás en la habitación dormían tranquilos. Skoll dio la vuelta a su almohada y se acostó sobre la parte fría de esta.

No entendía bien el sueño, pero esperaba no volver a tenerlo. Cerró los ojos y por fortuna, se quedó dormido casi al instante. Esta vez, ya no hubo gatos en su sueño.

La mañana siguiente el alboroto inicio desde temprano. Desde que salieron del Ayllu, Skoll se percató de la presencia de más personas ajenas al colegio, aquello no era normal. Primero pensó que quizá algo grave pudo haber pasado en la noche, luego, que quizá el profesor Redram tenía algún problema. Pero nada más alejado de la realidad.

Junto con sus amigos, que estaban igual de confundidos que él, hicieron el camino hacia el gran salón para el desayuno. Cerca de la entrada al gran comedor, estaba la profesora Herlinda hablando con quien parecía un reportero.

— Parece que pasó algo importante — murmuró Skoll a los demás

Los cuatro pasaron de largo directo a la gran mesa de Astroemelia. Nadie parecía entender por qué la presencia de los reporteros. Los alumnos fueron llegando y llenando las mesas. Los profesores también se hicieron presentes. Los reporteros finalmente ocupaban el fondo del salón esperando por algo.

El profesor Redram hizo su aparición y junto con él un grupo de runas iba siguiéndolo, Cuatro runas parecían ir cuidando lo que parecía una caja similar a un cofre. El profesor camino directo al podio y los cuatro runas se ubicaron al costado custodiando la caja.

Con un solo movimiento de manos, el profesor hizo callar a todos. Lo único que se podía oír eran las esporádicas fotos que tomaban los de la prensa.

— Buenos días alumnos y señores de la prensa. Creo que es muy evidente que el día de hoy no es una mañana cualquiera. Tengo el agrado de poder dar esta noticia de primera mano y ustedes ser los testigos de un momento histórico para el colegio.

Todos miraban ansioso al director y al pequeño cofre que parecía ser el protagonista de todo

—El día de hoy, gracias a la gran labor de nuestros arqueólogos, tenemos la fortuna de tener ante nuestros ojos, la bitácora de viaje de Manoc Araya, el fundador del colegio, líder del Ayllu de Astroemelia y portador del báculo del inti con el cual pudieron iniciar la historia de este colegio

Los aplausos y vitoreo no se hicieron esperar. El profesor, moviendo la mano hacia el cofre, levantó la tapa dejando a la vista, un pequeño cuaderno cuya cubierta gastada de cuero amarronado brillaba ligeramente en un tono rojizo.

— Este descubrimiento fue hecho hace menos de un mes y hoy finalmente este artefacto se une de forma permanente a la exhibición en la sala de los fundadores.

Los aplausos subieron de tono y las fotografías y flashes iluminaron el gran salón. El profesor Redram, se aproximó al libro y con sumo cuidado lo abrió. En ese momento, Skoll sintió una punzada en la cabeza que pareció atravesarlo.

Se llevó la mano a la cabeza y por unos segundos que el dolor persistió, sus ojos se nublaron. El dolor de cabeza hizo casi un halo alrededor de su cabeza hasta finalmente detenerse.

Skoll levantó la mirada cuando el dolor se detuvo. El cofre estaba cerrado nuevamente y el profesor volvía al podio.

— Este artefacto estará a la vista de todo aquel que dese observarlo. Sin más que decir, agradezco su atención, jóvenes y buen provecho en su desayuno.

Las mesas se llenaron de comida. Los murmullos habituales comenzaron entre sonidos de vajillas y cubiertos. Skoll siguió con la mirada al pequeño cofre que ahora se marchaba del salón, seguro camino a la sala de los fundadores donde seria guardado.

El dolor de cabeza lo había dejado algo mareado. Era la primera vez que le dolía de aquella forma. Skoll sintió como si un metal caliente atravesara su cabeza de lado a lado, tan repentino como le dio, desapareció también.

Sin darle mucha importancia, lo atribuyo a quizá el cansancio por los entrenos y la falta de comida.

Después del desayuno, los cuatro amigos se dirigieron a la clase de zoología. El profesor Gabriel ya los esperaba con su habitual silbido de bienvenida. Esta vez el hombre llevaba lo que parecía una lagartija en mano, salvo que esta poseía unas orejas enormes similares a las aletas de un pez.

— Bienvenido chicos, miren acérquense

El hombre, lucia emocionado de poder mostrar el animal a sus alumnos. Todos pronto se reunieron alrededor de él y el pequeño animal que no era más lago que el antebrazo del hombre.

— Esto es una Filgana – explicó – son animalillos que, si se asustan, pueden producir sonidos similares a un trueno, eso lo hacen para defenderse de sus depredadores.

El pequeño animal lucia relajado mirando a quienes o rodeaban. Era interesante verlo tan tranquilo a pesar de lo que decía el profesor.

— Vayan a dejar sus cosas y todos a sus mesas. Vamos a aprender un poco de nuestro amigo

La clase de zoología lo compartían con Ismene, así que Skoll y sus tres amigos, siempre buscaban imponer la mayor distancia entre su mesa y la de Demian y su séquito.




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