Qhoa: Brújula Estelar

Cabeza dura

El otoño lentamente iban dando paso al invierno. Las mañanas se hacían más cortas y la noche caía más temprano. Skoll junto con sus amigos, se pusieron de acuerdo para investigar sobre aquel objeto, en sus ratos libres, los chicos no solo se juntaban para hacer tareas, sino también para buscar en los libros, alguna menciona dicho objeto.

Los días dieron paso a semanas, los runas ya solo se mantenían en los alrededores del colegio. La búsqueda de la hermana de Hassan estaba aún activa. El tiempo parecía mellar en su amigo quien se volvió más taciturno y cada cierto tiempo daba un vistazo en el espejo esperando ve de nuevo a su hermana.

Los dolores de cabeza de Skoll, parecieron menguar de igual modo. Las visiones también parecían haber caído en un silencio total. En los pocos ratos que el chico no entrenaba, hacia tarea o investigaba sobre el objeto. Buscaba a Nadia para pasar el rato juntos.

Ya que las salidas al pueblo estaban prohibidas, solo podían caminar por los alrededores del colegio.

Esa tarde, agotado de tanto leer para terminar la tarea de encantamientos. Skoll buscó a la joven para descansar un rato de toda la sobre exigencia que tenía esos días. Nadia fue informada por una joven de su ayllu, que su chico la esperaba fuera.

La joven, quien no fue avisada de esa salida, se sorprendió por su presencia. Esa tarde yacía sin nada que hacer así que la presencia del chico llegaba justo para rescatarla del aburrimiento. Sin querer hacerlo esperar, subió a la habitación a cepillar su cabello y calzarse la capa para el frio.

Al salir, sin miramientos, se lanzó a los brazos del chico y le dio un beso en la mejilla.

— Hola ¿Y esa sorpresa? — preguntó curiosa

— Solo quería verte — afirmó el muchacho encogiéndose de hombros

— Ya veo — se alejó un paso de el sabiendo que el chico no era mucho de contacto físico — Vamos, quiero ver donde terminamos hoy

La joven inicio el camino, Skoll solos se unió acomodándose a su paso. El al ser más alto, solía caminar más rápido, pero usualmente se acoplaba al ritmo de ella para no hacerla correr.

— ¿Has estado durmiendo bien? — pregunto mirándolo de reojo

— Si, las noches son más frías, pero si

—No parece — añadió la joven — tienes ojeras las puedo ver claramente

Skoll no se fijaba mucho en su aspecto esos días, quizá debió de hacerlo. Era cierto, estaba muy cansado esos días y más tarde esa noche tendría entrenamiento de nuevo.

— Es solo que estoy muy ocupado con las tareas y el entrenamiento — confesó a medias

— ¿Es necesario que entrenes tanto?

— Si, este fin de semana tenemos partido contra Zunyan

El fin de semana se disputaban un partido con Zunyan, Omar estaba mucho más exigente. Al parecer llevaban tres años perdiendo contra Zunyan y siendo este su último año, el chico quería irse al menos con una victoria. Motivo por el cual sus entrenamientos eran casi diarios y por más de dos horas.

En esas semanas, Skoll sentía que sus músculos ya gritaban por un descanso. Si bien era cierto que, en el aspecto físico, esos entrenos le estaban cayendo muy bien. No podía evitar sentirse mas agotado de lo normal.

— Pues si llegas cansado al partido, tampoco podrás hacer mucho — espetó la chica con su vocecita intentando sonar severa

—Tranquila, no te enojes — Skoll quiso calmarla y le arreglo un mechón suelto que rozaba su mejilla — prometo descansar bien, además ¿No quieres que gane?

— Si quiero, pero no si pareces un mapache

Los labios del chico se curvaron un poco. Aquella comparación le hacía reír. Quizá después de verla, tendría que fijarse en su aspecto y comprobar si en serio parecía un mapache.

Después de aquellos reclamos, la joven se dispuso a contarle su día. Caminaban por los jardines del colegio mientras el chico la escuchaba atento.

Cuando la noche fue cayendo, Skoll, la acompaño de regreso a su Ayllu. Dejando un corto beso en sus labios, el chico se alejó prometiendo que descansaría. Quizá no lo haría en ese momento, pero eventualmente lo haría.

Esa noche tendría su último entreno antes del partido del fin de semana. Skoll fue corriendo hasta su ayllu en busca de su báculo y tuvo que correr hasta el campo de chiukos para estar a tiempo para el entreno.

Aquella carrera mínima le sirvió de precalentamiento para comenzar bien. Al llegar al campo, los chicos del equipo ya estaban reunidos en el campo. Omar iba llegando al igual que Skoll.

— Hola Skoll — murmuro el capitán mientras juntos se aproximaban al equipo — Y hola a todos, espero hayan tenido un buen día y estén de humor para entrenar

— Fue un mal día, pero estamos aquí de todos modos — Murmuró la cazadora del equipo

— Lamento eso — afirmó Omar

— Descuida, es solo un decir. Vamos a comenzar Omar, tengo frio aquí parada

— Si, a eso voy, vamos a practicar las jugadas seis y diez que son donde están débiles ¿Entendido?

— Si capitán — respondieron todos al unísono.

Todos fueron por sus báculos y alzaron vuelo tomando sus posiciones. Las jugadas solía armarlas Omar y algunas eran tan complicadas que era necesario practicarlas varias veces. Skoll las tenía aprendidas, pero en ocasiones se le pasaba algún detalle. Cosas como esas era que quería pulir el capitán.

Jugada tras jugada iba con su corrección por parte de Omar. Poco a poco, el calor fue subiendo. Skoll incluso ya tenía la frente perlada en sudor. Estaba con su báculo detenido en el aire mientras Omar les indicaba un movimiento dentro de la jugada.

Skoll estaba tan concentrado en las indicaciones del capitán, que el repentino pinchazo en la cabeza, por poco y lo hace caer.

Al instante se llevó la mano a la cabeza. Oyó un largo pitido en su oreja y por breves segundos su vista se puso borrosa. Esos breves segundos, bastaron para que el chico perdiera la concentración de donde estaba.

Pestañeo varias veces en afán de enfocar mejor todo, solo para ver a la pelota dirigirse a él a toda velocidad y pegarle en la frente.




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