— Es aquí…
— Recuerda…
Las imágenes pasaban todas borrosas y entrecortadas, iban de una escena a otra. Por un momento veía a Manoc Araya y por otras una habitación en penumbras. Skoll intentaba despertar de eso, pero no podía. El dolor en su cabeza iba en aumento.
— ¡Skoll! ¡Skoll despierta!
En la habitación, los tres chicos se despertaron producto de los quejidos del pelinegro que se removía en su cama. Sus ojos estaban cubiertos por una especie de velo blanco que lo hacía terrorífico y se sujetaba la cabeza.
— ¡Skoll!
Sus amigos intentaban despertarlo sujetándolo de los hombros, pero el chico no parecía escucharlos. Los objetos en la habitación comenzaron a temblar de pronto.
— Will, déjalo Will, ve por el profesor Urso — indicó Driss al fijarse como el poder de su amigo se estaba saliendo de control — ¡Corre Will!
William salió a trompicones de la habitación, mientras todos los objetos ya se sacudían violentamente. El chico, en pijama y descalzo, se lanzó por el pasillo hacia las escaleras para ir a la habitación del profesor.
El reloj marcaba cerca de las tres de la mañana, cuando tres violentos golpes despertaron al profesor. El hombre, aun adormilado creyó que era producto de su sueño, pero nuevamente su puerta fue aporreada violentamente y una voz.
— Profesor — llamaba el chico — Profesor nuestro compañero tiene algo
Aquellas palabras lo pusieron en alerta. El hombre, enfundado en su pijama de rayas, abrió la puerta para encontrarse con un nervioso alumno. Orteaga, reconocía al chico. Sin perder tiempo, juntos regresaron a la habitación donde Driss y Hassan aun intentaba despertar a Skoll.
— Muévanse niños — indicio el hombre dirigiéndose a la cama del muchacho que se sacudía con fuerza.
El profesor Urso habita visto en otras ocasiones posesiones por espíritus vagos, pero aquello no era así. El chico parecía atrapado en un trance, sus ojos cubiertos por aquella nube blanquecina era el claro indicativo que estaba encerrado en alguna parte de su mente.
— Ayúdenme, vamos a llevarlo con el director.
Sin demora, Hassan y Driss levantaron al chico y poniendo sus brazos sobre sus hombros, comenzaron el camino hacia las oficinas del director. El profesor parecía más preocupado de lo normal. Will iba detrás de ellos cerrando la fila preguntándose por que iban con el director y no con la enfermera.
Salieron del ayllu junto a las campanadas de las tres de la madrugada, el frio les calo los huesos. Nadie se le ocurrió sacar sus capas, con la urgencia de la situación. Aun así, nadie se quejó, el profesor Urso iba adelante dirigiendo la fila, sus pasos apurados detonaban su urgencia.
Fueron hacia el edificio principal, al entrar doblaron a la izquierda, por el camino de la sala de profesores. Nunca habían estado en esa zona del colegio, puesto que estaba prohibida a los estudiantes.
Subieron unas escaleras hasta detenerse frente a una puerta de doble ala donde estaba tallado el escudo del colegio. El profesor Urso tocó dos veces.
— Profesor Redram, soy Urso Benedict — habló y volvió a tocar dos veces
— Profesor, tenemos una urgencia con un alumno
Hassan y Driss ya se les hacía difícil mantener sujeto a su amigo. La diferencia de tamaño y sus horas de entrenamiento, estaban dando buenos resultados, haciendo al muchacho un poco más pesado.
Por suerte, no fue necesario esperar mucho. De pronto la puerta se abrió y un confuso profesor Redram se asomó. En cuanto vio al muchacho, dio un paso al costado dejándolos pasar.
Hassan y Driss, dejaron a su amigo en un mueble dentro de la oficina. El chico había dejado de agitarse, pero sus ojos mantenían ese terrorífico velo. No pestañeaba, estaba totalmente rígido, tanto que incluso parecía un cadáver.
El profesor Urso murmuraba algo en voz baja al profesor Redram unos pasos más al fondo. Ambos profesores miraban preocupados al muchacho. Luego de unos minutos, el profesor Redram, se acercó y se puso de cuclillas frente a Skoll.
— Ya veo — dijo de pronto — Mi recomendación es que ustedes regresen a su Ayllu — comentó el profesor, pero ninguno quería moverse.
— Disculpe profesor, pero es nuestro amigo — afirmó Driss hablando por los tres — queremos saber si estará bien
— Lo estará, el procedimiento que haré es algo difícil de ver, lo decía por eso — explicó con paciencia el hombre
— Nos quedamos — afirmó Will
El profesor, viendo la decisión en los ojos de los tres chicos solo pudo suspirar. Entonces comenzó. Colocó ambas manos a cada lado de la cabeza del chico. De pronto, Skoll comenzó a gritar, el profesor Redram sabía que aquel proceso era doloroso. Meterse a la mente de alguien siempre era una tortura.
El profesor trataba de entrar a la parte bloqueada de su mente, los tres chicos se taparon los oídos asustados por la reacción de su amigo. Pasado unos segundos, el chico se calló y su cuerpo pareció perder rigidez, cayendo de lado hacia el mueble.
— Ya está — dijo levantándose el profesor. Intercambió una extraña mirada con el profesor Urso, pero no dijeron nada. — En unos minutos va a despertar. Urso, necesito hablar contigo un momento
Ambos hombres se retiraron de la oficina, dejando a los tres chicos con su amigo.
El profesor Redram estaba confuso y a la vez perplejo, no sabía realmente por donde comenzar. El profesor Urso lo siguió fuera de la oficina, curioso de saber que diría.
— Lo sentiste ¿Verdad, Redram?
— Si, no sé bien la naturaleza de esa magia, pero el bloqueo parecía muy dentro de su mente, incluso atado a su centro mágico.
— ¿Crees que podría ser el chico?
— Difícil asegurarlo ahora. En todo este tiempo nunca apareció alguien con dicha dote. Y existen pocos registros históricos de quienes tuvieron la bendición
— El muchacho dice tener dolores de cabeza, pero esos ojos velados son de visiones ¿Verdad?
— En efecto, son visiones, aunque la naturaleza o su conexión con algo es difícil de conocer. No hurgué en la mente del chico, solo rompí temporalmente el hilo de la visión. Algo debe estar provocando esas visiones, la cuestión es ¿Qué cosa?
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Editado: 10.12.2024