Qhoa: Brújula Estelar

Amistad a oscuras

Skoll, dobló bruscamente hacia la izquierda evitando así que el defensor de Zunyan le quite la pelota. Después de ello se lanzó hacia adelante esquivando otro defensor más mientras se aproximaba al anotador de su equipo.

El partido estaba reñido, las tribunas estaban teñidas solo en dos colores, de naranja quienes apoyaban a Astroemelia y de morado quienes apoyaban a Zunyan. El día estaba soleado y el viento soplaba suave, Astromelia iba solo veinte puntos arriba de Zunyan.

Skoll lanzó con fuerza la pelota hacia el anotador. El chico de cuarto años la recibió al vuelo y se dirigió hacia la portería principal de Zunyan. El tiro fue preciso, el arquero le falló por centímetros para evitar la anotación.

El punto era válido y todos en las tribunas naranjas los celebraban. Quedaba unos escasos dos minutos de partido. Skoll estaba agotado, pero feliz de ganar su primer partido. Volaba atento mientras hacían otra jugada. Chocó con uno de los defensores de Zunyan, pero no fue nada grave, rápidamente logró recomponerse y no caer del báculo.

Con el bastón en mano, golpeo la pelota pasándola así a su compañera quien pasaba cerca de él. Fue ella quien, esquivando a los otros dos defensores, lanzó la pelota al anotador. Este hábilmente la recibió y lanzó la pelota contra la portería.

El arquero de Zunyan, levanto la mano rozando la pelota con los dedos desviándola de su dirección. El silbato resonó por el campo, el partido estaba terminado, Astroemelia con ochenta puntos, ganaba a Zunyan como primer partido de la temporada.

Los jugadores fueron descendiendo al campo, para darse la mano en señal de buena convivencia. Aquello, era ya parte del partido. Skoll podía ver la cara de molestia del defensor de Zunyan, al que varias veces logro evitar durante el partido.

Al saludarlo, el chico notó como este apretaba su mano con más fuerza, a pesar de eso, no le dio importancia. Habían ganado, estaba feliz. Después del saludo, todos los jugadores se unieron al grupo de Astroemelia que llegaba al campo para celebrar a su equipo.

Will, Hassan y Driss estaban entre ellos. William tenía la cara toda pintada de naranja. Hassan y Driss, en cambio, tenían banderines que agitaban mientras se acercaban a su amigo.

Los tres se le lanzaron encima, lo abrazaron mientras saltaban celebrando. Skoll saltaba con ellos entre risas y gritos. Fue en medio de la algarabía que volvió a pasar. Primero fue un pitido lejano que fue aumentando y de a poco el ruido del ambiente se fue apagando.

Skoll iba escuchando sus latidos mientras las imágenes llegaban, veía el rostro de sus amigos desaparecer por instantes mientras observaba una escalera de caracol. De nuevo aquella imagen se desdibujaba y veía a sus amigos.

Skoll trataba de respirar tranquilo, el dolor comenzaba a emerger, veía libros, una estantería, luego la sala común de Astroemelia. Pestañeaba en un afán de salir de aquel trance, pero de nuevo, veía a Manoc Araya caminando por un pasillo oscuro. Luego una habitación con un tallado en el piso. Y la clave, un pequeño fénix tallado casi oculto en uno de los candelabros de la sala común.

Para cuando el dolor desapareció y el sonido ambiental regresó, Skoll veía el rostro serio de sus amigos. Ya no celebraban. Driss le daba golpecitos en la mejilla.

— ¿Me escuchas? Skoll

— Si…si estoy bien — afirmaba el chico alejando la mano del contrario

En el campo ya solo quedaban, ellos. El pelinegro veía la preocupación en la cara de sus amigos, aun no les había contado lo hablado con el profesor Redram en su oficina. Sabía que les debía eso.

— Debo ir a cambiarme — dijo finalmente levantando su báculo del suelo y dirigiéndose a los vestidores.

Skoll ingreso a los vestidores donde ya no había nadie. En silencio el muchacho fue al casillero donde tenía su ropa. Tardó al menos quince minutos en darse un baño y enfundarse en su ropa. Para cuando salió, sus amigos lo esperaban sentados en el pasto del campo.

— Te tardas como una princesa

Comentó Hassan bromeando con el chico.

— La siguiente me tardaré más — contestó el pelinegro rompiendo a reír con sus amigos.

Skoll sabía que, aunque no lo dijeran directamente, los tres esperaban saber que vio en estas visiones y sobre su charla con el profesor Redram. Aun así, el chico no quería hablar del tema aun, si bien las visiones que tuvo parecían señalar un lugar en específico dentro del ayllu, Skoll tenía la premisa, del profesor diciendo que podría ser peligroso.

Fue después del almuerzo, mientras yacían acostados en el pasto de uno de los jardines de su ayllu, que Hassan se animó a preguntar.

—Viste cosas de nuevo ¿Verdad?

— Si — respondió el chico, tenía los ojos cerrados y estaba acostado usando sus manos de almohada.

A pesar de tener los ojos cerrados, podía sentir la mirada de sus amigos en él. Sabía que ya no podría extender aquello mucho más. Rendido, abrió los ojos para toparse con la mirada de los tres, tal como lo supuso.

— Vi bueno otro lugar, no fue tan detallado como antes, pero parece ser que es un lugar dentro del Ayllu

— ¿Un lugar oculto aquí? — preguntó Driss

— Si, no vi bien como acceder a él, pero creo que tiene algo que ver un candelabro con un fénix tallado.

Si bien llevaban ya tiempo en el Ayllu, ninguno se puso nunca a mirar el lugar a detalle. Había varias salas comunes dentro del Ayllu, incluso uno exclusivo de las mujeres donde, en un acuerdo tácito, no entraba ningún hombre.

Si querían encontrar dicho tallado, tendrían que visitar las cinco salas comunes que tenía su ayllu, incluido el de las mujeres. Aquello parecía una tarea relativamente simple de hacer.

Sumado al relato de las nuevas visiones, Skoll pasó a contarles sobre su charla con el profesor Redram, no obvio ningún detalle de la conversación, incluida las sospechas del secuestro que parecía tener el profesor.

— ¿O sea que pueden que hayan secuestrado a mi hermana solo porque se la toparon en el camino?




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