Qhoa: Brújula Estelar

El constructor de reflejos

Las penumbras dentro del Ayllu de Astroemelia eran uniformes, al igual que el silencio. Al menos lo fue hasta que unos suaves pasos se deslizaron dentro de la oscura estancia. El fantasma del jorobado Arturo quien yacía flotando cerca de las ventanas, observó al joven que apareció.

El chico no parecía haberse percatado de su presencia, por cómo se movía, parecía buscar algo. El fantasma se mantuvo atento a lo que hacía aquel muchacho, de pronto vio como lo que parecía una puerta secreta se abría y no solo ello, sino que más jóvenes se unieron al primero.

Temiendo lo que pudieran planear esos bribones, el fantasma, sabia a quien recurrir. Atravesando las paredes fue directo a la habitación del profesor Urso a despertarlo.

— Niños fuera de la cama, vi a cuatro chicos fuera de cama

Canturreo llegando a la habitación. El fantasma del jorobado Arturo era el espíritu de uno de los primeros guardianes del colegio. Ahora ya muerto, se la pasaba vagando por el colegio, en especial en Astroemelia, esperando atrapar jóvenes problemáticos, como solía decir

— Haz silencio — exclamó Urso tapando sus oídos del horrible canto del fantasma

— Pero hay jóvenes fuera de la cama y están destruyendo cosas

Exclamo el fantasma ahora tirando de las cobijas del hombre. Urso, molesto por la interrupción de su sueño, se levantó a regañadientes. Si bien el jorobado Arturo podía ser molesto, se sabía que nunca mentía cuando se trataba de jóvenes problemáticos.

Calzando sus zapatos, el profesor Urso salió de su habitación y fue siguiendo al fantasma. Este lo llevó hasta la sala común frecuentado usualmente por las señoritas de su Ayllu. Al entrar, rápidamente reconoció a los jóvenes.

— ¿Qué hacen aquí a esta hora?

Preguntó el hombre mientras encendía los candelabros del lugar con un solo movimiento de la suntur. La luz dorada llenó la estancia dejando a la vista la evidente entrada secreta que ahora había en el lugar.

El profesor Urso, notablemente sorprendido, se acercó para ver al interior. Parecía haber olvidado que estaba ahí para reprender a los jóvenes.

— Se lo dije, jóvenes revoltosos destruyendo la sala común — exclamó el fantasma volando sobre sus cabezas.

— Silencio Arturo — Ordenó el profesor mientras trataba de observar al interior de aquel pasillo secreto.

— ¿Cómo descubrieron esto?— esta vez el profesor se dirigió hacia los jóvenes

Ya que ninguno tenía la menor idea de cómo explicarlo, todas las miradas recayeron sobre el pelinegro. Skoll, sintiéndose protagonista de esa travesura tuvo que confesar.

Primero le conto acerca de la visión que tuvo, y como está al parecer le indicaba un lugar en el ayllu. Por ello, siguiendo las pistas había descubierto aquel pasillo. El profesor Urso parecía estar maravillado con solo ver el pasillo.

— ¿Pensaban adentrarse solos? — pregunto el hombre cuando el chico finalizó su explicación.

— Bueno…

Skoll no sabía precisamente como explicarle que sí, pero el profesor no necesito esperar por una respuesta, pues sus rostros parecían decir todo.

— Bien no digas más Prince, creo esta por demás que diga lo imprudente que es eso ¿Verdad? — hablo mirando a los cuatro — pero ya que estamos aquí, creo que al menos puedo acompañarlos

Los cuatro chicos intercambiaron una mirada. ¿El profesor estaba aceptando aquella aventura? Ninguno, y en mayor grado Skoll, se sentía seguro de aquello. Pero si se negaba, probablemente el profesor iría solo y encontraría lo que sea que ocultaba aquel pasillo.

Y si aceptaba, nada les aseguraba que el profesor tuviera intenciones buenas. Skoll se encontraba en un debate y parecía que sus amigos habían dejado recaer en el la decisión.

— Prince — hablo el profesor al verlo dubitativo — Comprendo tu inseguridad, sé que el año pasado los maestros te fallamos, pero te doy mi palabra que no será así en esta ocasión.

—¿¡Que!? ¿No va a reprenderlos? — exclamó el fantasma interrumpiendo el momento

— Silencio Arturo, vete yo me encargaré de esto

El fantasma, notablemente molesto, se fue atravesando una pared. Skoll tenía frente a él la decisión de confiar o no en el profesor. Si bien hasta el momento no tenía razones para desconfiar de él. Le era inevitable mostrarse dudoso. Aun así, después de unos minutos, decidió aceptar dicha propuesta.

Con suntur en mano, el profesor Urso fue adelante. Seguido y en fila india iba Skoll, Driss, Hassan y Will. Antes de entrar, el profesor se encargó de enseñarles el encantamiento de iluminación, así los cinco no tendrían problema de avanzar en aquel oscuro pasillo.

En cuanto entraron todos al lugar, atrás de Will se cerró la puerta.

— Skoll… — gimió el chico al notar que no podía empujar le puerta para que se abra

— Tranquilo, se abrirá luego de que descubramos lo que oculta este lugar — murmuró confiado el chico.

Nadie pregunto en ese momento como es que sabia eso, pero decidieron confiar en su amigo.

El pasillo era corto, pero sus paredes eran de roca pulida, tal que parecía incluso un espejo. Skoll recordó el apodo que tenía Manoc Araya, “El constructor de reflejos” pensó. Vaya que hacía honor a su nombre.

El pasillo desembocaba en una escalera de caracol bastante empinada. Con cuidado, fueron bajando. La escalera parecía bajar y bajar dándoles tantas vueltas que ya se sentían mareados. Por suerte, al final de la última curva, podían ver que se abría hacia una especie de sala con techos altos.

Aquella sala estaba excavada en roca viva, tenía un largo paso que conectaba con una plataforma circular central. Skoll recordaba aquella sala de su visión. Alrededor de la plataforma, un cuerpo de agua yacía tranquilo.

En cuanto llegaron al centro de la plataforma. Las antorchas que flotaban en el agua, se encendieron una a un iluminando por completo la estancia.

— Esto es maravilloso — comentaba el profesor Urso — una sala oculta en nuestro Ayllu




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