Qhoa: Brújula Estelar

¿Confías?

La pequeña taza de té humeaba frente a ambos profesores. El profesor Urso, jefe del ayllu de astromelia, pensativo e inquieto por los sucesos pasados, había solicitado una audiencia con el director de forma urgente.

— ¿Estás seguro de lo que dices? — preguntó de nuevo el profesor Redram

— Muy seguro, el chico afirma que vio un gato eso solo puede significar dos cosas. Es el espectro de un cambia formas o él tiene la huella de Qhoa

La idea de que fuera un cambia formas acechando a un alumno en específico no sería muy extraño. Redram sabia de quien hablaba y suponía que el muchacho tuvo hasta el momento una vida llena de señalamientos y acusaciones no fundadas. El perfecto panorama para que un cambia formas se una en busca de emociones negativas

— Deberíamos convocar a una asamblea

— Y hay algo más — interrumpió el profesor Urso

— ¿Mas? Continua entonces Urso

— Encontró una pieza de algún artefacto usado por Manoc Araya

— ¿Un artefacto nuevo?

— Eso parece, no lo sé, pero es como un trozo de espejo.

— ¿Se lo pediste?

— No, el chico de por sí ya desconfía de todos. Incluso una parte de el es reticente a pedir ayuda de incluso sus amigos

— Si es un artefacto nuevo debemos de tenerlo bajo protección — exclamó el profesor Redram

— Lo sé, sé bien eso, ¿Deberíamos poner al chico bajo nuestra protección?

— Deberíamos, si — murmuró pensativo el profesor — pero sería mejor si el aceptara unirse voluntariamente

— ¿En qué piensas Redram? — insistió el profesor Urso mirando, al contrario

— Hablaré con el muchacho.

El profesor Redram parecía seguro de su decisión, el profesor Urso dejaría que, por el momento, el director se encargara. Aun así, pensaba mantener al chico en estricta vigilancia cada que pudiera.

Aquella mañana, Skoll Prince despertó temprano, más de lo habitual. Desde la aventura de aquella noche, el chico había tenido problemas para conciliar el sueño y dormir más allá de las seis de la mañana.

Al despertar, abría los ojos y se quedaba mirando la tela del dosel de la cama. Divagaba en sus ideas, en sus padres, los espejos. El profesor Urso y su extraña disposición en dejarle el objeto sin preguntar.

Eran en mañanas frías como esas donde Skoll recordaba lo sucedido el año pasado. Podía aun sentir en sus labios el frio y cortante sabor de aquella agua que por unos segundos pareció perforar su piel.

Si bien sus padres fueron informados de lo sucedido, ninguno se apersonó a verlo. Aquello había abierto una herida que cada vez crecía más. El último tiempo la mente de Skoll se volvió muy ruidosa, llena de ideas que lastimaban más de lo que el chico mostraba.

La creciente indiferencia de sus padres era la que carcomía su alma hasta sentir que su pecho sangraba. Sentía que algo hizo mal, o algo seguía haciendo mal, razón por la que ahora ellos ya no tuvieran casi interés en él.

Días fríos como ese, hacían que esos pensamientos afloraran y clavaran sus filosas garras en su pecho. Skoll odiaba el silencio del mundo en las mañanas y el ruido de su mente que no parecía posible silenciar.

— ¿Skoll?

La repentina voz de Driss lo sacaba de aquel trance. El pelinegro se levantaba y corría el dosel para ver el adormilado rostro de su amigo.

— Bueno días — murmuraba el aludido

— Buenos días — respondía el chico conteniendo un bostezo y tendiéndole un rollo de periódico — llegó hoy en la mañana

Driss recibía el periódico cada día enviado por su padre, y cada mañana el chico se lo entregaba a Skoll. Tal y como dijo el muchacho la primera vez que Skoll se lo pidió, odiaba leer.

— Gracias

Aun sin bajar de la cama, Skoll se dispuso a leer el periódico. El encabezado en primera plana mostraba la imagen de un delgado y ojeroso Ibar detrás de una celda. Inicio del juicio, indicaba en letras grandes el encabezado.

Al parecer los runas ya habían terminado de investigar a Ivar y por fin se iniciaría el juicio contra él, por el asesinato y suplantación del profesor Gael. Ver incluso aquellos ojos en el periódico, lo hacía estremecer.

Decidiendo dejar aquello de lado, siguió ojeando el periódico, en la cuarta hoja, se anunciaba que se reabría la investigación por desapariciones por los nakiachus. La lista de familias investigadas aparecía en el escrito. Skoll no necesito mirar la lista para saber que su apellido encabezaba esta.

Pasó la página, la noticia de más atentados y de pueblos cerrando sus fronteras a los kharis se podía leer en toda la quinta página. El mundo parecía cada vez hacerse más sombrío. Aunque ahí, en el pequeño oasis que era el colegio, nada de eso parecía tocarlo. Al menos no los seguidores de Almiba.

Cerrando el periódico dejo de lado aquellas deprimentes lecturas, era hora de iniciar el día. Estaban a solo una semana de las vacaciones de medio año, eso significaba que la temporada de exámenes estaba iniciando.

— Será mejor que usemos las capas para la lluvia — dijo Hassan quien, parado cerca de la ventana, miraba hacia afuera.

— ¿Está lloviendo tan temprano? — preguntó Will

— No, pero las enormes nubes oscuras de afuera avecinan lluvia pronto

Con un dramático suspiro, Will se calzó la capa para la lluvia. Era notable que el invierno era su estación menos preferida por el chico. Skoll en cambio, gustaba de las tardes de lluvia y su suave golpeteo contra las ventanas.

— Vamos, o llegaremos tarde al desayuno y no quiero comer nada frio — dijo Will saliendo primero de la habitación.

Así los cuatro jóvenes salieron, enfundados en sus capas para la lluvia, hacia el gran salón. El clima definitivamente avecinaba tormenta temprano. Skoll se preguntaba como estaría el humor de su novia ese día, después de todo Nadia odiaba el frio igual que Will.

Su pregunta fue rápidamente respondida, cuando al llegar a la escalinata que llevaba al gran salón, se toparon con la joven y sus amigas.




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