Skoll sintió el agua acariciar su piel sin mojarlo por breves segundos, cuando salió al otro lado, vio que se encontraba en el pasillo de alguna casa de diseño antiguo. El aroma a madera se percibía en toda la estancia al igual que el hedor de la humedad.
Unos candelabros de metal, eran los que iluminaban precariamente aquel lugar. Definitivamente era el pasillo de una casa. El profesor, avanzó delante suyo guiando la marcha.
— Profesor ¿Dónde estamos?
— Eso no puedo decírtelo por ahora Prince, deberás disculparme — se excusó
El hombre caminó hasta el final del pasillo, el chico lo seguía de cerca. Pronto, al silencio de la estancia se sobrepuso el murmullo de unas voces que venían de algún lado.
Al final del pasillo, doblaron a la izquierda, saliendo así hacia un recibidor que lucía empolvado. Era notorio que nadie parecía habitar aquella casa, algunas telarañas colgaban de los candelabros y las flores resecas aún permanecían en sus floreros.
El hombre se dirigió hacia la puerta de doble ala al otro lado del pasillo, Skoll podía oír como las voces salían del interior de aquel lugar. El chico, se aproximó a el justo cuando abría la puerta y dejaba ver el interior del lugar.
Ahí, alrededor de una mesa ovalada estaba el profesor Urso, la profesora Herlinda, la profesora Lizz y tres hombres más que el chico no reconocía.
— Profesor Redram, ya llegó — dijo la profesora Herlinda mientras con la suntur movía dos sillas más hacia la mesa — Y Skoll, pasa hijo no tengas miedo
Skoll ahora más confuso, solo atinó a sentarse en una de las sillas que la profesora habilitó para ellos. Al otro lado de la puerta por donde entraron, pronto se oyó un estruendo.
— Maldita sea de nuevo, quien puso este jarrón aquí — se oyó la voz del profesor Honorato al otro lado.
Segundos más tarde, el hombre cruzaba la puerta del salón donde estaban todos. Los ojos del hombre recorrieron la estancia, pero se centraron en el chico
— A veo que ya lo trajeron — comentó mientras hacía aparecer una nueva silla y se dejaba caer encima sin cuidado. — Deneb tuvo unos contratiempos familiares y me dijo que no vendría
— Seguro es su madre — murmuró la profesora Lizzie — Últimamente estuvo muy enferma, pobre mujer
— Posiblemente, pero ¿Ya le dijeron al chico todo? — preguntó de nuevo el profesor Honorato
— No, Justo ahora pensaba explicarle todo — afirmó el profesor Redram poniéndose a la cabeza del grupo
— Debes estar muy confundido Skoll, déjame presentarte a quienes no conoces. — continuó — él es Richard Mendoza. Es el dueño de un periódico pequeño aquí en la ciudad
El hombre mencionado se puso de pie, seguramente no pasaba del metro setenta, tenía una copiosa barba que cubría su rostro y lo hacía ver mayor de lo que probablemente era.
— Un gusto joven Skoll
— El — dijo señalando a un hombre alto y delgado que vestía un traje elegante de color azul marino — es André Hurtado, un runa de clasificación cinco
El hombre en cuestión se puso de píe haciendo una pequeña reverencia a Skoll antes de sentarse nuevamente.
— Y él es Sergio Arpi, runa de clasificación cuatro
El aludido, un hombre robusto y de rostro serio, se levantó saludando con una inclinación de cabeza.
— Como ya oíste del profesor Honorato, falta la profesora Deneb que por esta ocasión tendremos que obviar su participación.
El chico miraba los rostros de cada uno, si bien a unos los conocía recién, no podía negar que, a pesar de ello, sentía las miradas de todos centradas en él.
— Profesor Redram, el chico está más confundido — señaló la profesora Herlinda
— Si, a eso voy. Skoll, te doy la bienvenida a la logia de Qhoa. Las personas que ves presentes aquí, son estudiosos de los misterios y profecías que rodean a los cuatro fundadores y el colegio.
La voz del profesor se había teñido de un matiz protocolar, sonaba serio y con cierto aire de importancia
— Todos aquí tenemos como objetivo, descubrir los misterios que rodean al colegio y proteger las reliquias de los fundadores de caer en manos equivocadas — prosiguió — Cada uno de nosotros, conoce la importancia que significa las reliquias. Por ello es que buscamos entenderlas y protegerlas.
Skoll no sabía sobre las reliquias de los fundadores, si bien el año pasado encontró dos de ellas, lo hizo por una casualidad. El chico en ese entonces e incluso en ese instante, no comprendía bien la importancia que tenían dichos objetos como para ser protegidos.
— El año pasado Skoll, encontraste dos reliquias pertenecientes a Carayi Maroc y su esposa Cora
— Si profesor, pero ¿Por qué tanta importancia en esas reliquias?
— No te imaginas el poder que tienen muchacho — murmuró el profesor Urso
— Exacto, como dice Urso. Cada reliquia, Skoll, posee un poder especial el cual se complementa con las demás reliquias. En total son ocho reliquias, de las cuales tu ya encontraste dos.
— El anillo y la honda ¿Verdad?
— Si, ambos poseen gran poder y nunca fueron encontradas hasta que tú lo hiciste
—¿Eso era lo que Ibar estaba buscando?
— Si y no, Ibar trabaja para Almiba, es uno más de sus seguidores. El ingresó al colegio con la única misión de encontrar el diario de Cora para poder ubicar la tumba de Carayi Maroc
— ¿Para qué?
— Sospechamos que Almiba quiere obtener las cuatro herramientas que fueron otorgadas a los fundadores por el Inti
— Pero profesor, dicen que Almiba murió la noche de su captura, usted mismo nos dijo eso en clase
— Se bien lo que dije Skoll, pero la verdad es que aquí todos compartimos la creencia de que el nunca murió, solo estuvo escondido todo este tiempo, renovando fuerzas y ahora esta de nuevo atormentando al mundo
— ¿Por qué quiere obtener Almiba esas herramientas?
— Porque ellas te dan el control sobre el arma más poderosa, El báculo del Inti — interrumpió Honorato
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Editado: 10.12.2024