Qhoa: Las Sombras perdidas

1529 Sala Aurantis VIP

La compra estaba casi completa, Skoll había salido de la tienda aun con la suntur en mano, quería mirar cada detalle de su diseño, le gustaba bastante. Mathew Prince ya se había unido a ellos tal como lo prometió.

—Adriel, dame eso ya en casa puedes verlo

Exclamo su madre quien tenía ya su bolso abierto. Skoll no quería soltarla, le gustaba sentirla en mano, se sentía distinto incluso el frio inicial que había tenido al tocarla, ahora era un calor bastante cómodo.

—Pero quiero tenerla un rato mas

— Skoll — llamo su padre, su tono tranquilo pero firme — Deja que tu madre lo guarde. Quiero llevarte a un lugar y necesitas las manos libres

Por la mirada de su padre, Skoll podía imaginar lo que era. No necesitaba que le repitan dos veces aquello. Dejo caer la suntur en la bolsa de su madre tan pronto como pudo.

—Listo, vamos

—Esperen ustedes dos ¿Cómo es eso de vamos? Aun debemos comprar sus libros Math

Saoirse al parecer no había contemplado aquellos planes de su esposo. Sabia bien a donde llevaría al muchacho, después de todo, ambos compartían una pasión por el deporte y claro, como buenos apasionados del chiukos, era evidente que irían a comprar un nuevo báculo para Skoll.

— Saoirse, será solo unos minutos, vamos deja que el muchacho tenga uno nuevo. El último ya es más pequeño que él, últimamente usa el mío

Saoirse no parecía convencida, ella no era gran seguidora del deporte, pero mas que nada, su permanente miedo a las alturas, le hacia ver siempre con malos ojos el hecho del vuelo en báculo y más aún el practicar chiukos.

—Mamá…por favor, además en el colegio seguro necesitaré uno

— Claro que no, el colegio tiene báculos siempre para sus estudiantes, en la lista no mencionan nada sobre eso

— Pero y si quiero entrar al equipo…

— Los de primer año no entran al equipo, eso es algo que ahora y en mi época era parte del reglamento

A pesar de la negativa de Saoirse, en un afán de cuidar de su hijo y las caídas. Al final, ambos Prince ganaron. La mujer que no podía contra ellos cuando se unían, se había rendido. Aceptando lo inevitable, solo pidió que no tardaran mucho en la tienda. Ella por su lado se adelantaría a la librería a buscar los libros de su hijo.

Así, Skoll junto a su padre, se encaminaron a phaway pukllay la tienda de deportes más grande que había en la Qhatu. Los últimos modelos de báculos, deportivos, de uso diario o de carreras, se encontraban ahí, además de todos los implementos para el chiuko.

Mathew Prince, a diferencia de su esposa, avanzaba siempre en línea recta, la gente se abría solo para dejarlo pasar, quizá era por la altura o el porte del hombre, que su sola presencia imponía respeto y muy por lo bajo, miedo.

Skoll iba al costado de su padre. En esa situación, viendo a padre e hijo lado a lado, se podía ver el gran parecido que tenían los dos. Skoll también poseía aquella mirada seria e inexpresiva, además del porte al andar. Mathew le sacaba ventaja a su hijo en altura una cabeza, pero estaba mas que evidente que el muchacho tendría la misma altura que su progenitor con el paso de los años.

A pesar de dicha actitud que muchos calificaban como engreída, Skoll siempre era consciente de la imborrable marca que estaba sobre su familia, una estampa de muerte y crueldad que, en más de una ocasión, a él habían echado en cara. Skoll sabia poco de los detalles de la vida de sus padres antes de su nacimiento, después de todo, ellos habían decidido contarle la historia, luego que en la escuela unos niños lo llamaran hijo de asesinos.

Fue así que, a sus cortos ocho años, Skoll supo que sus padres habían sido participes y aliados, de quien hasta ese momento había sido el mago mas cruel y poderoso que tuvo la desgracia de existir en el mundo. Su apellido llevaba la sangre de muchos inocentes que cayeron durante aquella época de terror.

Ahora, doce años después de aquella oscura época, su apellido era aún razón de señalamientos, y él era quien debía hacer oídos sordos ante los comentarios y miradas de muchos extraños que se sentían con la libertad de señalarlo como un asesino más.

Mathew Prince, junto a Skoll, cruzaron la portada de la tienda de phaway pukllay. Tres tintineos anunciaron la entrada de ambos Prince. Las personas en el interior miraban maravilladas los báculos recién llegados de aquel año. Aunque desde luego, los más apreciados eran los dos últimos modelos de báculo para jugar chiukos. El Int45 y el Quill33 dos báculos hermosos de una envergadura de dos metros, su fino acabado diseñado para asegurar el buen agarre y equilibrio del jugador. El diseño era exquisito y claro que captó la atención de Skoll.

— Ni lo pienses

Dijo su padre adelantándose a la pregunta que su hijo ya planeaba hacerle. Mathew sabía que, si pudiera, su hijo se atrevería a subirse a una de ellas. Pero un báculo deportivo profesional era una exageración para un chico de primer año de escuela. Esta vez planeaba ser un padre responsable.

— Elige una que se acople a ti, esas son de jugadores profesionales hijo, tú vas a iniciar el colegio

Con esas palabras, Skoll dio por sentado que no obtendría una profesional. Aun así, luego de mirarlas un poco más, se dispuso a dar una vuelta por la tienda. Después de los modelos profesionales, había algunas de gama media que podían ser casi tan fascinantes como las profesionales.

Skoll recorrió la estancia con cuidado hasta detenerse frente a un escaparate donde un bonito báculo platinado le devolvía a mirada. Su diseño era elegante y hasta cierto modo simple. El asiento era sujetado por la cola de lo que parecía un dragón alado que se enredaba alrededor de una roca turquesa donde ligeras burbujas se agitaban por momentos. La cabeza del dragón se exhibía justo al centro sobre aquella esfera.

—Esa es la Amaru, es un modelo reciente ¿Deseas verla?

Skoll giro hacia el lado donde escuchaba la voz. Un hombre de rostro triangular le devolvía la mirada. El hombre parecía conocer bien el modelo y sin esperar respuesta, tomo el báculo de su pedestal y lo bajo extendiéndosela al muchacho




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