Qhoa: Las Sombras perdidas

La sombra que nace

Aquel fin de semana, la energía en todo el colegio era distinta. Ya desde muy temprano, los alumnos estaban despiertos y bastante animados por lo que acontecería horas más tarde. Y es que finalmente, ese día se daba el inicio del torneo de chiukos.

La alegría se notaba en los murmullos durante el desayuno, que incluso era un poco más alto de lo usual. Aquella mañana el sol también se presentaba con sus tiernos rayos, secando el rocío y alejando un poco las penumbras de la noche otoñal.

Skoll junto a sus cuatro amigos, comían con más ánimo que cualquier otro fin de semana. Y es que, el chiukos era su deporte favorito, algo que el chico había dejado en claro desde muy pequeño. Ansiaba poder ver al equipo del colegio y más que nada, un día pertenecer ahí.

Ese día no se enfrentaba ningún ayllu, al ser la inauguración de fechas, jugaría el equipo oficial del colegio junto a un equipo de chiukos de otra ciudad. Era un partido de exhibición, pero eso no le quitaba la emoción al asunto.

Después del desayuno, alumnos y maestros, se encaminaron hacia el gran campo de chiukos que se encontraba en la parte inferior central del colegio. Las altas tribunas se iban llenando con sus estudiantes, quienes, ataviados con el habitual color celeste del colegio, agitaban banderines y tocaban cornetas para animar a su equipo. Los maestros se encontraban en una tribuna central, la cual era un poco más alta que las demás. Aquello en un afán de mantener un mejor control de todo lo que sucedía.

En el campo, ya se podía ver al equipo de chiukos de Aurantis. Todos en una fila cerca del centro del campo. El equipo estaba conformado por dos chicos de Zunyan, una joven de Solanum, tres de Astroemelia y un joven de último año de Ismene.

Todos uniformados con los colores de la escuela, se paraban frente al equipo rival, portando sus báculos. El equipo contrario, estaba casi en un equilibrio, tres mujeres y cuatro varones que formaban fila y saludaban a sus contrincantes.

Atrás de cada equipo estaba su entrenador. Skoll, veía por primera vez a quien era el entrenador oficial del equipo de la escuela, no sabía mucho del hombre. Pero en el desayuno pudo escuchar los murmullos de algunos alumnos mayores, afirmando que era un ex jugador profesional que había llegado a estar en el equipo del país. El hombre, lucia ya mayor, pero no por ello menos intimidante al andar. Incluso en su porte se podía observar aun su pasado de deportista.

Skoll suponía que fue un gran jugador al menos en el tiempo de sus padres o quizá un poco antes. Los dos entrenadores se dieron la mano al igual que los jugadores. El profesor Altair y la profesora Alexandra, era quienes harían de árbitros. Ambos ya estaban uniformados mientras daban las ultimas indicaciones a ambos equipos.

— ¿No va a dar un discurso el director? — preguntó Hassan teniendo que levantar la voz para hacerse oír.

—No, el año pasado lo intentó, pero lo ignoraron — una voz repentina de una joven los sorprendió. Los cuatro voltearon en su dirección.

—Así que ahora solo lanza un juego de luces como inauguración — Continuó la frase un joven que apareció por detrás del hombro de la chica.

Skoll estaba seguro que ambos eran de tercer año, ambos chicos les sonreían, pero no en burla, simplemente era aquella usual sonrisa amical de cuando quieres conocer a alguien nuevo.

— Lo siento, hola soy Mary y él es Sebastián, un gusto.

La joven se presentó y agitó la mano en forma de saludo. De alguna forma, sus amigos se habían callado y casi habían puesto a Skoll delante de ellos. Notando que si no era el quien hablaba, nadie lo haría, él tomó la palabra.

— Hola, un gusto yo soy Skoll, él es Hassan, Will y Driss — mientras los presentaba, los iba señalando uno a uno y ellos levantaban la mano en un tímido saludo. — ¿Por qué nadie le hizo caso al director? — preguntó retomando el hilo inicial.

— Oh, claro mmm — El chico no pudo evitar reír, parecía divertirle el tema, fue Mary quien, dándole un codazo para callarlo, explicó – Pues probablemente ustedes no lo sepan ya que están iniciando, pero hace mucho que quieren sacarlo al director. No es un buen mago y tampoco está llevando bien el colegio, hace lo mínimo indispensable, pero él se la pasa ignorando los documentos donde se le informa de su retiro.

— Pero… ¿En ese caso no debería intervenir el ministerio? — Hassan fue quien preguntó esta vez

— Y si debería, mejor dicho, lo hizo. Pero no sabemos que sucedió que el día que lo iban a destituir, nadie apareció y bueno, sigue aquí. Los alumnos ya queremos que lo cambien

Skoll no pudo evitar dirigir su mirada al hombre, el director mantenía su mirada fija en el campo, solo parecía esperar la señal para lanzar las luces y dar por inaugurado todo. Después de que los dos árbitros terminaran de dar las indicaciones, el director se levantó, elevó la suntur y un cúmulo de luces emergieron subiendo por los aires hasta explotar en chispas de colores. El torneo de chiukos estaba inaugurado y el primer partido comenzaría en breve.

Skoll ahora se preguntaba por qué se decían tantas cosas del director. ¿Realmente era tan malo en su puesto? Por un momento sintió algo de lástima por el hombre, pero cuando oyó el silbato que daba inicio al partido, su atención se desvió hacia el juego.

Ambos equipos alzaron vuelo en los báculos y tomaron sus posiciones. Las pelotas fueron lanzadas al aire y el juego comenzó. El chiukos era el deporte estrella de los magos. El juego consistía en catorce jugadores, siete en cada equipo. Dos cazadores, tres defensores un anotador y un arquero.

Cada equipo tenía cinco porterías. Cuatro porterías menores en forma de sapos, donde se anotaban con las Tin. Estas eran seis pequeñas pelotas las cuales variaba sus puntos según el color. Los cazadores tenían la única tarea de atrapar las tins y con ellas anotar en las porterías menores del equipo contrario. Estas esferas eran de tres tipos, la plateada que otorgaba veinte puntos, la dorada que otorgaba cuarenta puntos y la diamante que daba sesenta puntos.




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