Skoll en un principio dudo en tomar el cuadernillo, pero al no ver nada más que las cuerdas al lado de este, no tuvo opción. Cuando fue expulsado de dicha habitación, cayó de bruces al suelo, aferrando el cuadernillo a su pecho. Mientras se recomponía, oyó unos pasos acercándose.
Rápidamente oculto las cuerdas en sus bolsillos, no pudo hacer mucho por el cuadernillo, así que solo lo apretó a su cuerpo, esperando pueda pasar desapercibido. Skoll miró en dirección donde se oían los pasos. Por el pasillo, hizo su aparición el profesor Gael, de nuevo con su cojera.
—Buen día profesor — murmuró el chico separándose de la pintura y fingiendo que no acaba de visitar una habitación secreta
— ¿Qué haces aquí Prince? — instó el profesor casi bloqueando la salida del chico
Skoll se detuvo a unos metros del profesor. El chico insistía que algo raro había en la forma de mirar del hombre. Si bien no lo conoció mucho, eso no evitaba que pudiera encontrar ciertas diferencias a como era el hombre en los meses anteriores.
—Solo, veía los trofeos del colegio profesor, hasta el momento nunca vine por aquí
Los ojos inquisidores del hombre parecían estudiarlo, Skoll le mantuvo la mirada sin titubeos. Vio como el anciano se percató en el libro que tenía.
— ¿Y ese cuadernillo?
—Oh, es solo un cuaderno de apuntes
— ¿Vienes a ver los trofeos con un cuaderno de apuntes?
El anciano parecía muy perspicaz y demasiado interesado en las actividades que el hacía. Skoll tenía los bellos de la nuca erizados por alguna extraña razón. Quizá se debía al gesto serio del profesor, en quien siempre había una sonrisa, aunque ahora sus labios solo eran una delgada línea.
—Es que me gusta dibujar —sus mentiras cada vez iban a peor —yo solo busco inspiración en los cuadros del colegio
Las miradas de ambos se enfrentaban en silencio. Se podía sentir la tensión que se forjaba entre el maestro y el estudiante. Finalmente, quien rompió el contacto visual fue el profesor Gael.
— Es un hermoso tejido el de Cora
Ahora su atención estaba centrada en aquel lienzo tejido. Skoll se preguntó si quizá él lo vio entrar o salir. ¿Acasos sabia algo?
—Si, parece complejo todo el diseño, tienes buen gusto para el arte
Skoll no sabía cómo responder o librarse del hombre, la puerta de salida estaba ocupada todo por él, así que hasta que no diera un paso al costado, él no podía salir
—Recuerda no andar solo Prince — dijo de pronto – no queremos otra víctima ¿Verdad?
La malicia casi pudo ser palpada en esa frase, la comisura de los labios del hombre, temblaron como si luchara por no sonreír. Skoll tuvo miedo de lo que parecía ocultar aquellas palabras.
—Si…profesor, no volverá a pasar
Con aquella afirmación, por fin el hombre dio un paso al lado. Skoll se despidió con una inclinación de cabeza dejando al hombre dentro del lugar. Cuando ya iba unos metros alejándose de la puerta, el chico detuvo sus pasos.
La curiosidad por ver, que es lo que buscaba el hombre ahí, le resultaba insoportable. Después de todo, él no le haría daño ¿O sí? Envalentonado por esa idea, regreso sobre sus pasos. Trató de que sus pasos no resuenen en el pasillo.
Llegó a la puerta y se asomó lentamente. Ahí estaba el profesor, frente a la pintura de Cora, parecía estar buscando algo en ella, o quizá solo la estaba observando. El chico estuvo a punto de marcharse, sintiéndose que quizá malinterpretó al profesor, al menos eso fue hasta que vio como el anciano levantaba la mano y la presionaba contra aquel lienzo tejido.
¿Acaso el profesor sabio de las habitaciones secretas? ¿Estaba buscando entrar a ellas? Con aquella premisa, Skoll se alejó de ahí, tenía ahora muchas preguntas y dudas. La principal era, ¿Cómo es que el profesor Gael sabia de las habitaciones? ¿Qué buscaba en ellas?
Si hacia un recuento de sucesos, el profesor Gael estuvo presente, aunque inconsciente, en la ubicación de la primera habitación. En la segunda, no lo estuvo o al menos Skoll no logro verlo. Ahora en la tercera ubicación, nuevamente estaba presente. ¿Era solo una coincidencia?
Deseando imponer la mayor distancia que podía entre él y el profesor, Skoll fue en busca de sus amigos. Por suerte no necesitó buscarlos mucho, pues saliendo del edificio principal, los encontró.
— ¡Hassan! ¡Driss! — llamó el chico, aliviado de verlos
Una vez reunidos, los tres amigos fueron a buscar un lugar privado donde poder hablar. Como ya era habitual y aprovechando que el sol brillaba sobre el cielo. Sin miedo fueron hacia los jardines de los arbustos con formas, para poder hablar tranquilos.
Ahí, sentados en circulo sobre el pasto, Skoll les conto lo acontecido con detalles, inclusive la extraña actitud del profesor Gael. Para sorpresa de Skoll, él no era el único quien noto un comportamiento extraño en el hombre. Sino que sus amigos también habían notado esos cambios.
—Si bien es extraño, podría ser efecto de la edad — concluyó Driss, en un intento de calmar sus sospechas sobre el maestro— Un tío mío cuando cumplió los cincuenta, le dio por comprarse una moto sin siquiera saber manejar una bicicleta
— ¿Qué es una bicicleta? — preguntó Driss
—Eso ahora no es importante chicos, pero creo que es mejor mantenernos atentos a él, aunque suene paranoico
Skoll sabía que quizá estaba exagerando un poco o mucho. Pero las precauciones nunca estaban por demás. Con aquel tema saldado, los tres se pusieron a hojear el cuadernillo.
Invierno 13
Hoy hemos hecho un largo camino hasta las faldas de la montaña del sur. No sé precisamente dónde estamos. Manoc y Ocllo, dicen que cruzando estas montañas encontraremos el lugar propicio, pero estamos agotados y sin alimento ya en nuestras llicllas.
Carayi parece empeorar a cada paso, está más silencioso y enojado. La noche anterior discutió de nuevo con todos. Siento que más que una bendición, el inti nos condenó a todos a una desgracia.
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Editado: 09.09.2024