Qhoa: Las Sombras perdidas

Sospechas

El Halloween llegó puntual, quizá sin muchas hojas doradas en su entorno, pero si con muchas calabazas que con arduo trabajo Fausto cosechó y talló. Cada farola del colegio tenía encima su calabaza que brillaba a la noche. El patio central de la escuela estaba ya decorado y listo para la ceremonia de aquel solsticio.

Los maestros todos vestían largas túnicas de colores enteros. La maestra de herbología vestía de un color verde oscuro, El profesor Honorato de Azul, el director de negro. Era sencillamente una imagen imponente.

Skoll está en la primera fila viendo todo lo que acontecía. El director comendaba el ritual, llevaba en su mano un cuenco hacia la mesa donde las hojas de Erytopilum ya se encontraban. Además de ello, había un cuenco con algo de la cosecha de ese año.

Dicha ceremonia era importante, el coro del colegio acompañaba con canticos y la banda de la escuela marcaba la melodía. Las doce hogueras se encendían conforme subía el canto hasta finalmente, ser encendida la hoguera mayor.

Los maestros, formando un círculo alrededor de la hoguera, portando una bola de fuego que flotaba sobre sus manos, se acercaban y dejaban que el fuego consuma dichos leños. El director agradecía a los apus y amarus y también a la pacha por la buena cosecha y protección. A la vez le pedía sabiduría y calma para cada uno de los alumnos y profesores pertenecientes a la escuela.

Después de aquel ritual, la ceremonia continuaba con un espectáculo de danzas y teatro donde se recordaba la historia de los fundadores. Skoll observó como en la historia que representaba el grupo de teatro, no se hablaba del encierro y muerte de Carayi Maroc. La historia siempre había relatado, que los cuatro hermanos juntos construyeron el colegio, pero la realidad era una totalmente distinta.

Los días que precedieron a la celebración, estaban cargados de las expectativas de un verano entrante y unas vacaciones merecidas. Faltaba menos de dos meses para las vacaciones. Skoll estaba impaciente, no precisamente por las vacaciones, sino porque la lanichilla hace varios días no se presentaba ante él.

La última vez que visitaron a Will en la enfermería, Pudieron ver que dos de las crisálidas ya estaban a solo centímetros de estar completamente brillantes, y la de Will iba más arriba de la mitad.

La vez que fueron a visitarlo, encontraron al profesor Honorato y al profesor Redram, con varios objetos de los cuales llamaban la atención una suntur y una diadema con una gran joya anaranjada en el frente. Mas tarde Skoll descubriría de que dichos objetos pertenecían a la ya difunta Cora.

Aquel día, Skoll iba solo encaminado hacia la enfermería. Hassan estaba en el taller de la banda del colegio y Driss se quedó en la sala común terminando unas tareas pendientes. Skoll, pensaba ir a visitar a Will. Mientras avanzaba a pasos lentos, a lo lejos vio a Fausto que parecía limpiar la cera de uno de los faroles.

Aquel hombre siempre parecía ocupado. Skoll no sabia si el desempeñaba todas sus labores solo o tenía ayuda. Después de todo, el colegio era enrome como para que una sola persona haga todo el trabajo.

Entonces cayó en cuenta de algo curioso. Fausto siempre estaba ocupado, siempre tenia algo que hacer. Pero el día del primer ataque, extrañamente se quedo dormido en su cabaña. No acudió a la cena, y seguía adormilado para cuando lo acompaño a su ayllu.

¿Por qué en especifico ese día el guardián no estaba deambulando por el colegio? Skoll aceleró sus pasos hacia el hombre, debía preguntarle mas cosas sobre ese día.

El gran hombre volteo hacia la dirección de Skoll, incluso metros antes que el chico llegase hasta él. Agitando la mano y una sonrisa iluminando su rostro fue lo primero que el chico vio.

—Hola Skoll ¿Por qué estas solo? ¿Y tus amigos?

El guardián dejó la cubeta de cera que llevaba en mano y cerró la farola que ahora lucia limpia.

—Hola Fausto, ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Acabas de hacerla chico – su carcajada agito su cuerpo y nuevamente se oyó un tintineo salir de su abrigo- pero bien, hazme otra pregunta

Skoll no podía compartir esa alegría mientras en su mente trataba de unir cabos de lo que sucedía ahí. Estaba seguro que la repentina ausencia del guardián fue planeada.

—El día del primer ataque — el rostro de Fausto se ensombreció — ¿Dónde estabas?

—¿Ese día? Skoll ya sabes que ese tema lo solucionan los maestros, no deberías preocuparte por eso

—Por favor Fusto, respóndeme

El guardián, presionado por la mirada del chico. Suspiró antes de responder

—Ese día me quede dormido en mi cabaña

— ¿Y por qué fuiste a tu cabaña? — insistió el chico

—A porque necesitaba unas tijeras de podar, no encontraba las del almacén y como yo tengo unas, bajé a buscarlas

— ¿Te topaste con alguien en el camino?

—Pues con muchas personas, Incluso con este chico Ivar que iba subiendo

Ahí estaba, Ivar, ¿Qué hacia el tipo en ese lugar? ¿Acaso Ivar sacó a Fausto del camino por orden del maestro Gael?

—Ivar regresaba justo por el camino que regresa a tu casa?

—Si, pero eso fue porque el profesor Gael le encargó traerme unos panecillos que usualmente le mandan a él, su familia y a mi me gustan. El chico muy amable me los trajo

La cabeza de Skoll trabajaba a toda velocidad. El profesor Gael tenía una relación estrecha con Fausto al parecer. Pudo poner alguna poción somnífera en los panecillos y así deshacerse del guardián. Pero ¿Para qué? ¿Acaso el profesor sabía de las habitaciones secretas de Cora?

—¿Estas pensando acaso que el profesor está involucrado en los ataques? — la voz de Fausto fue severa, se notaba que tenia mucha estima por el anciano profesor

—No Fausto, descuida solo intento entender algunas cosas

—Skoll debes saber que el profesor Gael al igual que varios maestros, tiene protegido al colegio y ciertas zonas con su propia energía mágica.




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