Septiembre 2015
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Luke ya se acostumbró a la rutina.
Ir a Historia, ser ignorado por Jamie Stone, ir a otras clases, almorzar, ir a español, ser ignorado por Jamie Stone, ir a casa, ahogar sus penas en comida, repetir.
La parte triste es que es realmente una rutina cómoda para Luke. No tiene razón para hablar con Jamie porque lo que no puede quedar en ridículo con él, pero tiene una excelente posición para observarlo y no quedar como psicópata.
Así que si, Luke estar totalmente cómodo con la idea de admirar en silencio a Jamie y así asegurarse de que nada saldrá mal.
En el transcurso del último mes, Luke ha descubierto que Jamie Stone no sólo está en el equipo de waterpolo, sino que también es editor del periódico escolar. Y también es muy listo. Lo que apesta para Luke, porque el corazón le duele mucho. Jamie es demasiado perfecto para ser real.
Luke pensaba que este problema desaparecería, que ya se habría acostumbrado a estar en presencia de un ángel durante dos horas al día. Pero no es así.
Pero eso no viene al caso. La cuestión es que a Luke le gusta esto, saber qué esperar. No ha habido sorpresas desde el primer día, lo que es una cosa bastante buena, ¿no?
Pero... Pero un día, entró en la clase de español y se enteró de que iban a jugar a un juego durante la primera mitad de la clase, un juego que, según la Sra. Felise, les ayudaría a memorizar los nombres de los países hispanohablantes.
Había colocado doce cartas en el retroproyector, de modo que lo único que podían ver en la pantalla eran cuadrados negros.
—Detrás de cada tarjeta —explicó—, hay un país o una capital. Cada equipo va a intentar emparejar el mayor número posible de países con sus capitales. Así que vamos a dividir la sala en mitades, las tres filas de mi izquierda serán el Equipo Uno y las otras tres filas serán el Equipo Dos. ¿Listos?
Jamie se da la vuelta para mirar a Lou Thompson, que está detrás de él, y hace un gesto con el puño.
—¡Vamos! ¡Equipo Uno a la victoria!
Luke resistió el impulso de poner los ojos en blanco y sonreír al mismo tiempo. Jamie es tan mono.
Así que jugaron y Jamie se lo pasó en grande. Cuando le llegó el turno a Luke, el Equipo Uno iba ganando por un punto, sólo quedaban cuatro cartas y nadie sabia qué hay detrás de ninguna de ellas. Luke estaba aterrorizado. Si perdía esto por su equipo, por Jamie, estaría jodido y nunca sería capaz de perdonarse a sí mismo.
(Vale, puede que estuviera pensando en este juego en términos demasiado dramáticos. Pero lo sintió como algo importante, ¿vale?).
—Vale Luke, ¿Cuáles te gustaría elegir? -pregunta la Sra. Felise.
Luke se sentía asustado. —Hum —dijo en voz baja, y decidió seguir su instinto—. ¿Carta número cuatro y.... número nueve?
La Sra. Felise dió la vuelta a la carta cuatro y dijo —Perú. —Empezó a darle la vuelta a la carta número nueve con una lentitud exagerada que se suponía que era graciosa, aunque a Luke le resulto irritante, dado que ya está bastante agitado, y cuando por fin le dió la vuelta y dijo: —. Lima. —Y el Equipo Uno estalló en vítores.
—¡Genio! —gritó Jamie, ante la intensa sorpresa de Luke. —¡Luke es un genio!
Y sí, ahora es cuando ocurre todo el asunto y Luke es pillado por sorpresa. Porque Jamie decidió levantarse de su asiento y correr por la fila hasta la mesa de Luke. Levantó la mano para chocar los cinco y Luke se le quedó mirando unos segundos, incrédulo, antes de recordar cómo funcionaba eso de chocar los cinco y levantó la mano izquierda para chocarla con la de Jamie.
—¡Luke, qué genio eres, hemos ganado! —gritó Jamie a toda la clase, no necesariamente a Luke en particular.
El resto de la clase fue borrón para Luke. No recuerda lo que hicieron durante el resto de la hora, ni siquiera recuerda qué premio les dieron por ganar. Lo único que recuerda es examinar la mano con la que Jamie Stone le chocó los cinco, intentando ver si se le había pegado algo del oro del chico en la piel.
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Octubre, 2015
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—¿Por favor? Tienes que hacerlo.
Luke sacudió la cabeza furiosamente. —Definitivamente no quiero.
Parker ensanchó los ojos suplicantes mientras masticaba su sándwich en el almuerzo.
—Por favor, ven conmigo, Luke.Piénsalo; básicamente estás enamorado de Jamie Stone, así que, ¿por qué dejarías pasar la oportunidad de verlo en una tanga?
Luke se enrojecio mientras apretaba firmemente los labios, negando de nuevo con la cabeza.
Parker es parte del periódico escolar y se encarga de escribir todas las historias sobre los partidos de waterpolo de los chicos de la temporada. Tiene que ir a todos los partidos y escribir sobre los jugadores estrella, los goles marcados, todo.
Ese mismo día, resultó que había partido después de clase. Y Parker queria que Luke vaya con él.
—¡¿Luke, por qué no vienes conmigo?!
—Porque, Parker —dijo Luke bruscamente—, va a pensar que soy un bicho asqueroso o algo así. Ya piensa que soy raro, ¿Qué crees que haría si me viera en su puto partido de waterpolo?
—¡Pero Luke, no es como si fueras solo! Estaré allí porque tengo que estar, ¡para escribir la historia! Y él también lo sabe, ¡sabe que estoy en el periódico y que tengo que escribir sobre todos los partidos! Así que, si estás conmigo, ¡no será raro!
—Falso, sería muy raro. Yo sería el amigo incómodo que te acompaña a mirar chicos prácticamente desnudos.
Parker puso los ojos en blanco. —Luke, deja de ser tan jodidamente dramático y ven conmigo, no es para tanto. Además, ¡es el primer partido en casa de la temporada!
Luke dudó. Parke aprovechó la oportunidad.
—Piénsalo -susurró, para que nadie a su alrededor pueda oírlo—. Jamie Stone. Tanga. ¿De verdad quieres perdértelo?
Luke suspiró, cerrando los ojos. —¿A qué hora?
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—No puedo creer que esté haciendo esto, joder —murmuró Luke a Parker mientras subian los escalones hasta las gradas junto a la piscina.