Luke tiene un examen y va a llegar tarde.
Camina a toda velocidad, canturreando en voz baja "joder, joder, joder". La noche anterior se había quedado despierto hasta tan tarde estudiando para su gran examen de historia que no se despertó. Por suerte, sólo lo hizo quince minutos después de lo previsto y consiguió llegar al instituto bastante rápido.
Pero le queda poco tiempo. Muy, muy poco. Y si llega tarde, Stevens no le dejará hacer el examen. Lo suspenderá y entonces Luke llorará y se ahogará en su propia miseria. Está prácticamente corriendo en este momento; sube las escaleras, dobla una esquina, la puerta ya está a la vista, y camina tan rápido que cree que se le van a caer los zapatos.
Entra en la clase antes de que suene el timbre y exhala un suspiro de alivio. Se escabulle hasta su pupitre y abre la mochila, sacando sus redacciones y el paquete de hojas de trabajo que hizo la noche anterior. Todo el mundo los está dejando en sus respectivas pilas en la parte delantera del aula.
Grapa los trabajos y se acerca a entregarlos, pasando junto a Jamie, quien lo mira, lo cual no tiene sentido, ya que está justo delante de él, es imposible que no lo haya visto, pero no dice nada.
Suena el timbre y Stevens sale de su despacho. —Siéntense todos, nada más que lápices en sus pupitres, por favor.
Luke se dirige a su mesa y saca un lápiz. Sus pies repiquetean nerviosos sobre la alfombra y respira con dificultad por haber ido corriendo a clase.
Jamie lleva hoy un jersey muy suave, y Luke se burla en voz baja. Eso distrae demasiado como para permitirlo.
Y entonces Stevens coloca un examen en su mesa, y Luke se prepara. Es hora de empezar.
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Está muy cansado cuando llega a español. El examen ha sido un poco difícil (Luke no ha leído un capítulo entero, así que probablemente sea por eso), pero ya no le importa la nota que sacará. Lo único que sabe es que ya ha terminado, lo que significa que podrá echarse una siesta cuando llegue a casa.
Jamie está de pie en el pupitre frente al de Luke, hablando con el chico que está sentado en él, se llama Drew y también está en el equipo de waterpolo, cuando entra en la habitación. Está comiendo un sándwich y también está, de nuevo, justo en medio del pasillo, de espaldas a Luke. Tiene que volver a darle un golpecito en el hombro para pasar.
Jamie se hace a un lado para que Luke pase, pero no dice nada, solo sigue escuchando a Drew hablar de lo que sea que estuviera hablando. Luke se sienta e intenta no mirar a Jamie, concentrándose en su escritorio, sus zapatos y el dobladillo de su jersey. Se pellizca algunos hilos sueltos. Tiene que comprarse ropa nueva; todo lo que tiene ahora se está deshaciendo por las costuras.
Se atreve a levantar la vista y se encuentra con algo que le parte el corazón.
Jamie Stone le está mirando. Drew está hablando, pero Jamie está mirando a Luke.
Oh, Dios mío.
Lucha contra el color rosado que se está abriendo paso hasta sus mejillas y mira hacia abajo, tirando frenéticamente de los hilos sueltos de su jersey con aún más fuerza.
—Luke —dice Jamie de repente, y sí, está básicamente muerto.
¿Mirar o no mirar? ¿Enfrentarse a la vergüenza de que Jamie vea su cara roja como un tomate o ignorar la oportunidad? Quiere darse una bofetada.
Decide arriesgarse y levanta lentamente la vista hacia Jamie que sigue observándole atentamente.
—Hola, Jamie —dice en voz baja, dedicándole una pequeña sonrisa.
—¿Qué te ha parecido la prueba? —pregunta Jamie. No sonríe; esta vez sus ojos son curiosos. Luke no consigue entenderlo.
—...Ni siquiera quiero hablar de ello —dice Luke, Jamie se ríe y él se siente explotar por dentro—. Pero en serio —continúa después de que Jamie deje de reírse—, no he leído nada del capítulo doce, así que me he equivocado en todas las preguntas sobre la Guerra de 1812.
Jamie asiente con seriedad. —¡Esas fueron las más difíciles! Es decir, me leí todos los capítulos, ¡pero aun así pensé que esa era la parte más difícil del examen!
Luke sonríe. —Si, realmente.
Antes de que Jamie pueda responder, Lou se acerca a los dos. —¿Están hablando del examen de historia?
Jamie asiente, girándose para mirar a Lou. Ella se encoge de hombros. —Creo que estuvo fácil.
Luke frunce las cejas. —No sé, a mí me pareció bastante difícil.
Jamie asiente, mirándolo. —A mí también.
Lou vuelve a encogerse de hombros y camina de vuelta a su escritorio, y entonces Jamie la sigue de vuelta al suyo. Luke suspira.
Pero, da igual. Le da un vuelco el corazón. Todavía le arde la cara y espera que no se note demasiado, pero Jamie le alegró el día. Sale de la clase de español mareado.
❋
—Luke tienes que calmarte de una puta vez.
Parker está sacando su libro de matemáticas de su taquilla, hablando con Luke que en ese momento está zumbando de energía a su lado.
—¡Parker, no puedo calmarme! Desde el lunes y ayer, ¡simplemente no puedo!
—Jamie Stone reconociendo tu existencia no debería hacerte tan feliz.
—¡Shhh! —lo calla frenéticamente—. ¡No digas su nombre tan alto, alguien podría oírlo! Y no es sólo él reconociéndome, ¡es él reconociéndome en el transcurso de dos días consecutivos! ¡Dos de ellos, Parker!
El moreno pone los ojos en blanco. —Necesitas ayuda.
Luke ignora el desaire y sigue comiendo de su bolsa de pretzels mientras rebota sobre las puntas de los pies en el pasillo de las taquillas. Está casi vacío; de vez do pasan tres o cuatro personas en grupos, pero en general no hay nadie.
—Oye Luke ¿teníamos algún trabajo de ciencias para...?
—¿Has visto sus ojos, Parker? ¿Realmente le has mirado los ojos? Son jodidamente preciosos.
Parker suspira. —Te estaba haciendo una pregunta.
—Son como verdes con estas motas de oro en ellos, y el oro brilla tanto cuando está al sol, Parker, no te lo creerías.