Queen of Sands

De la discusión nace la luz

Del leve ataque de pánico y del labio inferior tembloroso llegó la rabia, es indignante desconocer porque estas en determinado lugar sin recordar como llegaste allí, cuál es el propósito y por el viento que soplaba se hallaba indefenso ante un ser supremo antipático, la sangre empezó a hervirle y pateó el letrero de la discordia bajo sus pies “guarda silencio hombre, tus preguntas solo empeoran las cosas”, incapaz de imaginar el futuro junto a sus acontecimientos jamás imaginó aquella mujer lo pasará peor que él porqué es lógico aquella que hablaba sola puede defenderse con sus hechizos, quizás, la culpable de su confinamiento. Gritando improperios y maldiciones —¡maldita sea! ¿por qué?, ¿por qué?, ¡rayos!— se hallaba de pie con respiración agitada en un océano de dunas mientras se repetía en la mente u otras audible —¡estoy perdido!— en un parpadear rozó el bolsillo de su pantalón, tras palpar intrigado sacó —una moneda y una llave… vaya tesoros más cutres— digámoslo de la siguiente manera, cierta fuerza provenía del horizonte, en donde se distinguían ciertas rocas de arcos graciosos, lo atrajo, en su andar pausado llegó a las paredes color caliza de graciosas formas, el lugar tiene un tragaluz hermoso y de tanto ver hacia arriba sus pies toparon con agua, le extrañó bastante el asunto, tras creer aquel líquido era inexistente en dicho entorno.

 

Tras sentirse a gusto se introdujo en el agua, de tal manera empezó a flotar tranquilo casi dormido por el vaivén de las suaves olas, un sujeto, lo sabe por la fuerza ejercida al jalarlo hacia el oscuro fondo, alarmado luchaba mientras el desconocido intentó ahogarlo, con todas sus fuerzas nadó hacia arriba obteniendo la ayuda brindada desde la superficie supuso al ver la curvilínea silueta, era la de la dama que hablaba sola. La reina lo examinó preguntando si debería despertarlo, negando su conciencia, sus labios entreabiertos la cautivaron y en un abrir y cerrar de ojos su mano los acariciaba soltando el poder suficiente para sanarlo, apenada lo dejo en un sitio seguro, prometiendose limitar sus intervenciones se zafaba del embrujo de amar a un simple mortal, caía arrepentida de dejar otra nota por la reacción de la anterior —cuidate del agua— decidió tomar una distancia prudencial por si acaso aquel débil sujeto la enredaba en problemas.

 

Al despertar de aquella pesadilla cuyo contenido fue aquel agrio incidente, concluyó —fue real— en una acción natural se inclinó hacia delante devolviendo un gesto agradable, dibujo con ayuda de una rama una cara sonriente acompañado de las letras —gracias por salvarme— al terminar sintió un bulto en sus pies, era una soga, empezó a tirar de ella y resultó larga, reflexiono que aquello escrito fue muy simple en comparación al regalo de la vida decidiendo construir un columpio, busco lo necesario, troncos y un bonito lugar, no sin antes divertirse balanceándose con la cuerda que giraba en un mismo eje, tras divertirse terminar lo comenzado, se columpió un rato adelante y hacia atrás, salto y dijo —¿me escuchas? es un presente para ti— empezando a llamar a la muchacha que hablaba sola haciendo gestos respectivos. Ya no lo intimidaba si aparece de sopetón y ella comenzó a columpiarse observando atenta al muchacho, el ambiente se torno tenso.

 

- ¿Qué crees que soy? 

- ...creo que… creo… —al cansarse de orile balbucear escucho sus pensamientos y el joven confesó— yo creo que eres... —cautivante— ...algún tipo de diosa, algún tipo de heroína —mala o quizás buena— no lo sé…

- Tú también asustas, te observe patear el mensaje que deje escrito lleno de rabia e ira inútil.

- Lo lamento...




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