Querido Diario ||

18

Sam aún tenía la camisa de Mike en la mano izquierda mientras con la otra me arrastraba detrás de él. Ya habíamos salido y pasado la arboleda, estábamos en el bosque, no había nada extraño según Sam, que se la pasó oliendo la camisa y doblando cada tanto en algunas direcciones. La pierna me había empezado a molestar -lo que fue extraño porque no la sentí hasta este momento- de lo tanto que nos movíamos. 

Con todo esto tengo una euforia tremenda. Michael desaparecido, Sam comportándose como perro (pero claro, eso era normal en él) y no diciéndome a dónde vamos. 

El último nombrado se detuvo y me soltó la pobre muñeca izquierda. Se alejó unos pasos hasta quedar frente a unas rocas y se volvió hacia mí. 

—Sam— lo llamé—, ¿Qué pasa?¿Por qué nos detuvimos aquí? 

—Hasta aquí llega el olor de Mike —respondió frunciendo el ceño, al parecer le frustraba perder el olor de Mike —, creo que éste fue el último lugar donde estuvo Michael. —Añadió. Se sentó el la roca y sujetó su cabeza con sus manos. Una obvia señal de que estaba frustrado. ¿Y quién no lo estaría si no pudieses encontrar a tu mejor amigo? 

El hecho de que algo o alguien pudo haber lastimado y hacer desaparecer a Mike me carcome la cabeza. El porqué ya no hay más olor a Michael y la frustración de todo lo que pasa ahora son terribles. Al igual que el moretón que tengo en la muñeca que se empezó a hacer verde. Los intentos por encontrar al castaño 

Me apoyé contra uno de los tantos árboles que habían y no me sentí muy cómoda, sentía huecos en mi espalda y voltee a verlos, en una de esas me apoyé en el nido de algo, pensé, pero no. No era ni nidos ni los pequeños huecos que suelen tener los árboles, eran zarpazos, bastantes grandes para ser de un animal cualquiera. Acaricié uno y pude ver que la madera por dentro estaba fría. 

—Oye... ven a ver esto— le llamé a Sam, él sabrá decirme qué son los zarpazos. Estaba tan hipnotizada que no sentí cuando el castaño se acercó. —¿De qué crees que sean? 

Lo miré. Sus ojos castaños habían vuelto y ya no estaba el color ámbar que tenían hace rato. Me asusté cuando sacó las garras y las puso en donde están los zarpazos para retirarlas de un salto. Miró hacia todos lados, asustado y desesperado y, creí ver otra vez sus ojos de color ámbar y colmillos. 

—¿Qué...?— pregunté con un hilo de voz, me miró y notó como yo estaba aferrada al árbol, asustada y con el corazón latiendo a mil por hora, recién ahí, guardó las garras y colmillos  aunque la manera de respirar no fuese normal. 

—Vi... una imágen, fue... fue rápido, él... yo... no... 

¿Él?¿Estará hablando de Mike?

—Sam, cálmate, ¿sí?— intenté hacer que me mirara— Mírame, ¿Qué fue lo que viste?¿Qué te está pasando? 

—Él...— su mirada se perdía mirándome. 

—Él, él. ¿Mike?¿Estás hablando de Mike?¿Qué fue lo que viste?— Los nervios me están consumiendo, necesito que me diga que sucede, ¡Ahora! 

—Mike...— Sam se tambaleó como si estuviera ebrio y antes de que cayera al suelo me coloqué debajo de su brazo y lo obligué a sentarnos—Él estuvo aquí...y—  .Sus ojos seguían siendo ámbar—... está... cerca... 

Su forma de hablar era como si alguien o algo lo estuviera mareando. No entiendo qué hizo ni qué le está pasando. Y el aire gélido no ayuda. Si Michael está cerca, no hay muchos lugares a donde ir. Tampoco hay huellas porque la nieve las debe haber tapado. Pero, espero que mis ojos no me fallen. En los siguientes árboles también hay zarpazos. Está cerca. 

—Vamos, Sam— intenté hacer que se parara. Lo logró, pero aun estaba en ese estado de somnolencia o ebriedad. Y me preocupé aún más. —¿Qué tienes? 

—Estoy bien... vamos. 

—No, Sam. No luces para nada bien. ¿Qué fue todo eso? 

—Es porque... toqué las marcas que otro lobo hizo...— sonaba como si acabara de correr la maratón, eso que hizo o vio lo dejó así de atontado —Pero ahí...— señaló hacia adelante a los demás árboles —se fue por allá. Puedo olerlo— se levantó y fue hasta el siguiente  árbol como si nada hubiese pasado. 

Lo miré confundida ya que hace no menos de dos segundos estaba que se desvanecía y ahora va caminando como si nada. Hombres lobo, supongo. 

El frío gélido no disminuyó -al menos para mí, porque a Sam ni lo jode- a medida que caminábamos, Sam iba adelante, tocando cada árbol o tronco que tuviese un zarpazo o rasguño y giraba en otra dirección. 

Y yo que estoy por morir de frío porque no traje mi campera y solo tengo la ropa de esta mañana. Los dientes ya estaban tiritando y mis dedos ya no los siento. 

Caminé hasta quedar cerca de Sam y decirle: —Sam, ¿dónde estamos?¿Mike está cerca?— hablaba como podía no dejaré de tiritar así de una. 

Contracción muscular: Lista✔.
Frío insuperable: Listo✔.
Ganas de encontrar a Michael y estrangularlo: A medias😅. 

No. No iba a estrangular a Mike. Pero si lo voy a interrogar, primero por desaparecer así y segundo, no sé. Espero que donde sea que esté, esté bien. 

A ver, veamos lo que tenemos hasta ahora:
1- Mike desapareció anoche  sin dejar rastro alguno.
2- Su auto estaba frente a un supermercado y su camisa de ayer estaba hecha pedazos.
3- Hay zarpazos en árboles y todos son seguidos así que si no es él, que Dios nos libre porque no tengo idea de qué más podría ser. 

¿Hacia dónde se iba o llevaron a Mike?¿Y si lo atacaron los cazadores?¿O otro ser sobrenatural le hizo algo?¿Y si... ? —¡Ay!— primero un pequeño dolor de cabeza que siguió hasta hacerse insoportable. ¡Es como si me partieran la cabeza en dos! Me sujeté la cabeza con ambas manos mientras caía arrodillada, sentía como todo dejaba de moverse y el dolor se hacía cada vez más agudo. 

Escuché gritos, podía sentir el dolor en ellos, eran de una persona, no sabía de quién eran, solo que deseaba que cesaran. Y después de eso, todo cesó y ya no sentí nada más. 

Adelanto del próximo capítulo:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.