Corría ya la primera quincena de noviembre, dos semanas desde la conversación de Laura con Penny.
Laura entendía que su propuesta pudiera no ser aceptada, pero esos eran sus términos, así que soltó cualquier expectativa y dejó al universo que obrara su magia.
Sin embargo, Clara contaba los días para hacer su carta. En el pequeño diario que su madre le había regalado, cada noche, luego de que su madre se despidiera para dormir, sin hacer ruido, usaba ese lindo lapicero que su tío Paul le había regalado, que encendía como lámpara.
Debía usar las palabras correctas, ya que no podía hacer que su carta llamara la atención de su mami por ser muy gruesa. De la misma manera, había pensado en cuál era el mejor lugar para dejarla.
Puesto que solía hacer dos, una para su casa y otra para la de los abuelos, decidió que, a los fines de evitar que su curiosa madre hiciera algo que afectara la efectividad de sus deseos, haría una carta “normal” con los regalos que deseaba, que quedaría allí, y “la especial” la llevaría a casa de sus abuelos. Ellos eran buenos guardando secretos, estaba segura de que en caso de leerla, entenderían sin decirle a su madre.
Solo Leticia, su muñeca favorita, había sido testigo de todo su esmero y dedicación, además de escuchar atentamente el contenido cuando ya estuvo satisfecha con él.
Para Clara, su muñeca era especial y mágica porque en su compañía mejoraba cualquier miedo que pudiera tener en las noches y la ayudaba cuando se sentía enferma. Claro que ninguna de las dos cosas pasaba mucho, pues con su mami, abuelos y tíos se sentía segura, además de que era una niña muy sana.
Pero si se escabullía y a escondidas curioseaba cuando su madre y sus tíos veían alguna película de terror o cuando comía más dulces de los que debía y le daba dolor de barriga, acudir a Leti entonces se hacía necesario.
En vista de la insistencia que ese año tenía con el tema, había acordado con su mami que hoy las entregaría aprovechando la invitación a una barbacoa que el abuelo les hiciera.
Además, logró que decoraran de Navidad en ambas casas, aunque el árbol lo pondrían en diciembre. Le pareció una buena negociación, pues las botas donde solía dejar su carta ya estaban puestas.
Sin embargo, sus abuelos al final sí pusieron el árbol, pero eso sería una sorpresa para ella que vería ese día.
Aunque solía dormir un poco más los fines de semana, ese día a las 7 am ya estaba despierta. Se dirigió al baño, hizo pis y se cepilló los dientes de manera rápida, pues su mami también esos días dormía un poco más, por lo que debía aprovechar para pasar las cartas a limpio y ponerlas en sus respectivos sobres.
Habían comprado una hermosa papelería. Ella quería causar una gran impresión a Santa, así que le pidió ayuda a su mamá. Aunque siempre se esmeraba en sus cartas, este año quería algo realmente especial. Su madre, sin dudarlo, la complació, aunque no entendía qué la hacía tan ansiosa.
En la carta “normal”, que dejaría en casa, pidió un tutú arcoíris, zapatillas rojas y materiales de dibujo. Pero en la carta “especial”, escribió:
Querido, Santa:
Sé que tienes mucho trabajo, así que si tienes que elegir, quiero pedirte algo diferente. No es un regalo que puedas fabricar, así que quizás necesites ayuda.
Este regalo es para toda mi familia. Quiero que mi papá vuelva. Sé que mi mamá lo extraña mucho y yo también quiero conocerlo. Prometo portarme muy bien si lo consigues.
PD: También quiero un hermanito.
Después de escribirla, se sintió muy feliz. Se subió a la cama con su mamá y se quedaron abrazadas, llenas de esperanza.
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La historia de Clara sigue cautivando nuestros corazones. ¿Qué creen que sucederá a continuación? ¡Compartan sus teorías y no olviden demostrarle todo su apoyo a esta pequeña soñadora!