Capítulo 7

Aquí está el texto revisado, con correcciones de ortografía, gramática y sintaxis, además de una mejora en el estilo literario para ajustarse a la ambientación de una novela romántica navideña, sin cambiar el contenido original:

Era jueves, y Laura se había levantado muy temprano. Apenas había dormido debido a la ansiedad. A las ocho de la mañana tomaría un vuelo en avión privado rumbo a Silicon Valley. La noche anterior había dejado a Clara con sus padres, lo que le daba algo de tranquilidad.

Recibir la llamada de Penny la había sorprendido y alegrado a partes iguales. Estaba segura de que ese viaje marcaría un antes y un después en su vida. Sería un desafío, pero estaba lista para afrontarlo.

La duración del vuelo, casi siete horas, le resultó inesperada. Ante la propuesta de pasar la noche y regresar temprano al día siguiente, aceptó sin dudarlo. Además, nunca había estado en ese estado, así que tal vez podría aprovechar para dar un breve paseo tras la reunión.

Indecisa no era una palabra que la definiera, pero esa mañana invirtió más tiempo del habitual en elegir su atuendo. Quería proyectar una imagen profesional y elegante, que la juzgaran por sus ideas y no por su físico.

Finalmente, optó por un traje sastre color granate, con una falda tipo tubo que llegaba justo debajo de las rodillas y una delicada abertura en el costado derecho. La chaqueta a juego se combinaba perfectamente con una blusa de seda color marfil de cuello alto, rematada con un lazo al costado.

Dejó su cabello suelto, aplicó un maquillaje discreto y se perfumó con “Lost Cherry”, su fragancia favorita. Satisfecha con su reflejo en el espejo, se calzó los zapatos, tomó la cartera a juego y revisó que todo estuviera en orden antes de salir.

Media hora después, estaba desayunando tranquilamente en el aeropuerto. Aprovechó para responder mensajes y dejar varias instrucciones en el grupo de trabajo. Sally y Paul, sus socios y amigos, compartían su entusiasmo. Una alianza con Metamorphe sería un gran impulso para su empresa. Ambos le desearon suerte con efusividad.

A las 7:45, una joven uniformada se le acercó con una sonrisa profesional.
—Buenos días, señora Laura. Mi nombre es Victoria y estaré acompañándola en el vuelo. También la guiaré hasta el avión.
—Mucho gusto, Victoria. Por favor, llámame Laura —respondió con amabilidad mientras seguía a la azafata.

En la pista, se detuvo un momento para admirar la aeronave. Era pequeña, pero moderna y elegante. Una vez a bordo, se acomodó en su asiento y apreció el lujoso interior. La puntualidad del despegue le causó una grata impresión.

—¿Desea desayunar? —preguntó Victoria poco después del despegue.
—No, ya desayuné, gracias. Pero sí me gustaría una botella de agua.

La azafata asintió y regresó rápidamente con lo solicitado. Laura decidió intentar descansar. Aunque al principio le costó relajarse, el cansancio terminó por vencerla, y se quedó profundamente dormida.

Despertó desorientada unas horas después, tardando unos segundos en recordar dónde estaba. Victoria apareció enseguida.
—¿Descansó bien?
Laura asintió y le preguntó la hora.
—Son las doce y media. Llegaremos alrededor de las tres de la tarde. ¿Le gustaría almorzar?

El rugido de su estómago respondió por ella, así que asintió con una sonrisa. Antes, decidió ir al baño. Siguiendo las indicaciones de Victoria, se sorprendió al encontrar un espacio elegante y bien equipado. Tras recomponerse y refrescarse, regresó a su asiento, donde recogió su cabello en una coleta alta.

El almuerzo fue exquisito: pollo en salsa de champiñones con puré de papas y ensalada verde, seguido de un muffin de zanahoria como postre. Sorprendida por la calidad de la comida, disfrutó cada bocado.

Después del almuerzo, se entretuvo leyendo un libro hasta que Victoria anunció que estaban próximos a aterrizar. Laura recogió sus cosas, respiró hondo y se preparó para el gran encuentro.

Su corazón latía con fuerza. El pensamiento de que ese momento podría cambiarlo todo la estremecía. Jamás imaginó que esas palabras se volverían tan reales.

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Michael

Tras la reunión con Penny, los días siguientes habían sido una vorágine emocional para Michael. Sabía que debía estar preparado, así que pidió a su jefe de seguridad, Nathan Rodríguez, que investigara todo lo posible sobre Laura Wilson y su empresa, Smart Project.

Cada dato confirmaba lo que ya sabía en su corazón: Laura era excepcional. Su admiración, amor y tristeza crecían con cada nueva información. También investigó por su cuenta, encontrando solo palabras de reconocimiento hacia ella y su empresa. Paul y Sally, sus socios, siempre la habían apoyado, lo que lo reconfortaba.

No tenía dudas sobre las capacidades de Laura. Conocía su inteligencia, dedicación y persistencia. Pero descubrir la fecha en que se convirtió en madre solo confirmó lo que sospechaba: esa niña era su hija. Sin embargo, no pudo encontrar fotografías de ella.

Finalmente, había llegado el día del encuentro. Laura estaba en camino, y Michael no podía evitar sentir una mezcla de nervios y esperanza. Al escuchar que ella había llegado, ordenó que la llevaran a su sala de reuniones privada.

Cuando Laura entró, su presencia lo impactó profundamente. Allí estaba, más hermosa y fuerte que nunca.
—Hola, Laura —saludó, con una voz cargada de emociones contenidas.

La reacción de Laura fue inmediata.
—¡No! —exclamó, decidida a marcharse de inmediato.

—Por favor, escúchame —pidió Michael con calma.
—¿Hablar de qué? Han pasado seis años de absoluto silencio, y ahora quieres explicarte —dijo ella, temblando entre la rabia y la necesidad de respuestas.

—Déjame explicarte, por favor. Solo escúchame, y si después decides irte, prometo que no te detendré —rogó Michael.

Laura lo miró con duda y dolor, pero también con una chispa de esperanza. Necesitaba respuestas, aunque fuera solo para poder seguir adelante.
—Está bien, te escucharé. Pero quiero que sepas que también necesito que tú me escuches —dijo, dejando claro que esta vez las cosas serían diferentes.