Capítulo 12.

Los mensajes al teléfono de Consu por la insistencia de Facho habían causado que desactivara el sonido de las notificaciones, al parecer estaba muy interesado en obtener lo más pronto posible la carta de recomendación para entregársela a Pitu, después de haber conversado con su hermano menor el cual estaba completamente entusiasmado con la idea.

Fue así que un día muy lluvioso que él recibió un mensaje casi caído del cielo, su hermanita pedía refugio debido a que estaba empapada, solo había un detalle, venía con compañía, por lo que aceptó la señal.

A la hora siguiente alguien parecía hacer sonar de forma casi enloquecedora el timbre del departamento.

—¿Segura que está en el departamento, Pitu? —preguntó Romi tiritando de frío.

—Sí —tocó ella dos veces más a la puerta.

—¿Sí? —se asomó Facho al abrir la puerta.

—Abre, que vamos a morir congeladas, Facho —dijo Pitu descalza.

—¿Quién busca?

Se lamentó de haber estado jugando con el asunto cuando observó al grupo de chicas totalmente mojadas de pies a cabezas.

—¿Por qué estás a medio vestir, Facho? —reparó en que tenía el pantalón desabrochado con la polera afuera.

—Iba a salir.

—Pero si te llamé precisamente por lo mismo —reclamó Pitu.

—Necesitamos ropa, Facho —casi suplicó Consu clemencia.

—Sí, sí —se despabiló.

Caminó hacia su dormitorio seguido por las chicas, buscando qué cosas prestarles para que se fueran a cambiar ropa.

—Supongo que no esperarás que nos cambiemos de ropa contigo dentro de la misma habitación, ¿o sí, Facho? —señaló Pitu para que saliera de allí cuando le pasó la ropa.

—Pensé que necesitarían más de mi ayuda.

—Sólo vete —reclamó Pitu.

—Bien, bien —cerró la puerta por fuera.

Las chicas se cambiaron de ropa saliendo a los pocos minutos, solo Pitu se regresó para cerciorarse en dejar la habitación de él ordenada.

—Te hacía con dificultades para vestirte, hermanita

—No, solo quería asegurarme de dejar tu habitación igual como la encontramos —lo miró de forma dulce—, gracias, nos salvaste la vida.

—Si vivieras aquí no hubieras necesitado llamarme.

—Si tuviera las llaves también podría haberlo hecho.

—¿Las quieres de regreso?, es cosa que...

—¡No las quiero de regreso! —le confirmó Pitu que aún estaba molesta por eso—, Consu me dijo que la dejaras un rato tranquila, le has estado insistiendo sobre la carta de recomendación.

—Quiero ser tu primera opción —dijo Facho quien tuvo la ocurrencia de poner su mano sobre la muralla con el fin de cerrar el paso a Pitu y quedar frente a frente.

—¿Qué haces, Facho? —le reclamó Pitu sintiéndose invadida por la actitud.

Pero, él no cedió.

—Vente a vivir con nosotros.

—Y ¿qué hay de tu familia?

—Estoy en eso.

—Yo también estoy en eso de pensarlo —y trató ella de pasar por debajo del brazo de él.

No pretendía dejarla escaparse y estiró su brazo logrando sujetarla de su cintura atrayéndola hacia su cuerpo.

—Si aceptan ellos, ¿aceptarás tú? —se frustró él mismo, al darse cuenta que esperaba una respuesta cuando con otras chicas solo eran certezas.

—¿Por qué insistes tanto con lo mismo?, no veo que antes estuvieras interesado en arrendar una habitación a otra persona.

—Quizás ya era hora de comenzar a hacerlo.

—Solo creo que me estás fastidiando, sobre todo con eso que te dije que eras mi última opción. Esto no es una competencia, yo en serio necesito un lugar donde vivir...

—Y yo, ahora nosotros te lo estamos ofreciendo, pero tú no quieres.

—No dije eso, y lo voy a pensar.

—Entonces, sí quieres —él sonrió.

—No dije eso ni tampoco...

—No juegues así conmigo —se sinceró él al sentir que no la estaba entendiendo.

—¿Eh?

Entonces, reconoció esa mirada, la misma que cuando ella parecía no entender nada, y desde hace poco tiempo había comenzado a odiar.

—Reconozco esa mirada y no lo digas, te lo prohíbo —reclamó frustrado.