CAPITULO 1
—Evan ¡Nos vamos a Japón!
Hace un mes más o menos, mi hermana y su esposo me llevaron a cenar a uno de los restaurantes que manejaba nuestro tío. Jane, estaba sonriendo de oreja a oreja. Nos indicaron donde se encontraba nuestra mesa, y mientras nos servían las copas con vino para ellos y agua para mí, Jane soltó la bomba: Evan ¡Nos vamos a Japón! —el líquido se quedó en mi boca.
—nos vamos ¿Quiénes? ¿a dónde? —debí de haber puesto una cara horrible porque la expresión de mi hermana fue de desconcierto.
—¿Cómo que quienes? Pues nosotros tontito, tu, Henry y yo.
—no entiendo ¿Cuándo pasó?
—bueno, sabes que trabajo en una empresa de desarrollo de tecnologías —empezó a explicar Henry —pues hace unos días, mi jefe dijo que están desarrollando patentes y programas, con el fin de crear teléfonos más avanzados y muchas cosas más.
—me parece genial, pero eso que tiene que ver con el viaje —estaba empezando a alterarme.
—pues que mi adición al proyecto implica que mi cargo se encuentra en otro país, en Tokyo, me ofrecieron mejorar mi puesto en la empresa y mi salario, podre darles muchas cosas más, Evan, yo quiero aceptar esta propuesta por ustedes dos, son mi familia —el rostro de Henry se veía lleno de alegría.
—piénsalo, Evan — mi hermana me cogía la mano —esta es la oportunidad de conocer nuevas cosas y estaremos juntos —Jane y yo somos huérfanos, nuestros padres fallecieron hace más de 10 años en un accidente de tráfico. Desde entonces somos los dos solos, para ella es importante permanecer el uno al lado del otro.
—ok —dije soltando un suspiro —vamos después de todo ¿Qué tenemos que perder? —no es como que mi hermana me fuera a dejar solo mientras se va al otro lado mundo.
Henry y Jane sonrieron y me abrazaron, hablaron de lo mucho que les alegraba realizar el viaje y lo mucho que lo pasaríamos bien.
Las semanas siguientes fueron un completo caos, pues nadie había previsto que meter doce años de tu vida en cajas fuera tan estresante, mientras yo trataba de rendir pruebas de ingreso a alguna institución japonesa y también tomar clases de japones intensivas. La paz reino en la casa dos días antes del viaje.
Era noche, estaba escuchando música en la computaora cuando suena una alerta de mensaje al correo electrónico, me giré para ver:
“Estimada señora Jane Griffin, nos permitimos informar, que la solicitud que realizó para su hermano el joven Evan Gwen fue aceptada, teniendo en cuenta su promedio de calificaciones y la puntualidad en el proceso, se envía adjunto los elementos necesarios para el inicio del año escolar a finales…” Jane entraba en la habitación con un vaso de leche y un rollito de canela:
—¿Qué pasa? —Jane se sentó a mi lado en la cama.
—mira —mi hermana se inclinó para leer mejor el correo.
Jane se emocionó muchísimo, me entregó el rollito de canela y tomando el computador en sus piernas, ingreso a internet para mostrarme fotografías de mi nueva escuela, la página demoró en cargar, al principio la pantalla muestra a un edificio blanco con una gran bandera adelante, en kanjis rojos estaba escrito el nombre del colegio, Jane le dio a traducir a la página y salía escrito en un subtexto Instituto M para estudiantes de elite me dolió el estómago de pronunciarlo:
—podrás entrar de inmediato hermanito —la cara de alegría de mi hermana era tanta, que me forcé a sonreír para ella. La frase “para estudiantes de elite” se repetía en mi mente, ¿Qué clase de escuela era esa? —ya viste, dice que debes presentar una vez más la prueba cuando estemos allá.
—espera ¿de nuevo? ¿Por qué? Si ya me aceptaron.
—quien sabe, pero eso dice en el correo.
—Jane, tú de verdad crees que este viaje es buena idea —mi hermana me miró con mucha ternura.
—mira, yo sé que tienes dudas, yo también las tengo, pero no crees que un cambio puede ser bueno.
—¿pero a otro pais?
—Lo sé, pero es algo emocionante ¿no crees? además uno nunca sabe cuántas cosas podrían pasar —mi hermana se levantó y dejó el computador sobre la cama —incluso, quien sabe, podrías encontrar el amor —se rio por la bajo.
La mañana del día del viaje llegó, habíamos empacado maletas, Henry y mi hermana estaban como locos de aquí para allá, estábamos despiertos desde las cuatro de la mañana. Yo seguía en mi habitación dando la última mirada a mis cosas y todo lo que dejaba atrás: las marcas en la pared donde mi hermana iba midiendo mi estatura, el hueco en el suelo donde dejamos caer una pikis de gran tamaño o la ventana donde mi hermana me enseñó a sumar y restar con marcadores borrables. Extrañaré muchísimo mi habitación, mi casa y sobre todo Londres.
Bajé al primer piso, con mis dos maletas grandes llenas de ropa, mi hermana al verme en el penúltimo escalón me mira, aunque más bien parece que me está juzgando:
—¿Qué ocurre? —pregunté.
—vas… —duda un poco en decirlo —¿vas a viajar vestido así?
Me miro en el espejo de la pared junto a las escaleras y no entiendo su pregunta, llevo un pantalón negro de sudadera, una camiseta de manga larga gris y zapatillas tipo Vans de cuadros, las gafas de sol en la parte alta de mi cabeza enredadas en mi cabello oscuro y desmechado —yo me veo bien —le digo con un poco de ironía.